Latinoamérica
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20 de mayo del 2003
Globalización neoliberal y género: lo personal es global
Gema Jiménez Tostón
Econoticias Bolivia
Capitalismo neoliberal y patriarcado son las dos caras de la misma moneda y son las variables esenciales que explican el actual sistema de dominación y desigualdad de comienzos del siglo XXI. En este contexto, la solidaridad de género desaparece, reafirmándose las desigualdades de clase existentes en el colectivo de mujeres y en la sociedad.
Cuando las convenciones se mantienen en pie durante un largo período de tiempo, tiende a desaparecer de la conciencia de los miembros de una sociedad su carácter de construcción social. La clasificación adquiere la categoría de representación de una especie de orden natural de la realidad. Los fenómenos sociales adquieren un carácter cosificado y puede suponerse entonces que tienen repercusiones causales y activas sobre las personas.
Cuando se pierde la conciencia de que las instituciones existentes han sido creadas por la acción humana resultan inimaginables las alternativas y ni siquiera se piensa en posibilidades de cambio (Robert Wagner, 1997. Sociología de la modernidad. Libertad y disciplina, Ed. Herder, Barcelona).
Capitalismo neoliberal y patriarcado son las dos caras de la misma moneda, pues ambos se retroalimentan, siendo las variables esenciales que explican el actual sistema de dominación y desigualdad en el que nos hallamos inmersos en este comienzo del siglo XXI. Pobreza, trabajo precario e informal, son sólo algunas de las consecuencias que de norte a sur y de este a oeste tiene el actual modelo de globalización.
Las supuestas cotas de desarrollo "conseguidas" en los países centrales no han producido -pese a las "avanzadas" legislaciones en materia de igualdad- que los niveles de discriminación de género disminuyan. Hoy por hoy, las diferentes formas de desigualdad -de género, de clase, de raza, regional- se entremezclan de tal forma, que resulta difícil elaborar un análisis claro sobre la situación que vivimos.
Cuando se examinan las consecuencias que el actual modelo de globalización neoliberal tiene para las mujeres, se tiende a recurrir como objeto de estudio a los países periféricos, que es donde más claramente se refleja el aumento de la pobreza y las desigualdades entre hombres y mujeres. Pero los efectos del capitalismo reinante se hacen notar de forma tan global como se articulan las propias políticas macroeconómicas y de ajuste estructural. Un ejemplo claro de ello son las dinámicas socioeconómicas que se desarrollan en el seno de todas las sociedades en lo relativo a los trabajos de reproducción.
Cuando hablamos de trabajos de reproducción nos referimos a todo tipo de trabajo relacionado con las tareas de cuidados dentro de la familia : servicio doméstico y cuidado de personas dependientes. En la presente etapa del capitalismo se dan dos fenómenos -aunque deberían de denominarse de otra forma, ya que han dejado de ser fenómenos para formar parte de la propia estructura del sistema-, los movimientos internacionales de trabajadores y trabajadoras y el desmantelamiento del "Estado Social" en los países centrales, que constituyen el paradigma de las consecuencias que la globalización tiene para las mujeres.
Las mujeres inmigrantes trabajan mayoritariamente en el servicio doméstico y tareas de cuidados para familias demandantes de una serie de servicios que el Estado no cubre. Por tanto, unas mujeres -que tienen tradicionalmente asignadas las responsabilidades familiares- "privilegiadas" delegan muchas de las tareas a otras mujeres -la mayoría inmigrantes que no pueden optar a otro tipo de puestos y mujeres autóctonas de bajos recursos-.
En este contexto, la solidaridad de género desaparece, reafirmándose las desigualdades de clase existentes en el colectivo de mujeres y en la sociedad. Esta división de tareas entre mujeres establece entre ellas una relación jerárquica, respecto a la que el hombre se sitúa por encima en tanto no se considera responsable de lo doméstico. Las contradicciones que el sistema de género impone a los miembros del hogar son trasladadas hacia la figura de la trabajadora doméstica. Las mujeres más pobres crían a los hijos de mujeres más acomodadas, mientras mujeres todavía más pobres -o más viejas o más rurales- cuidan de sus hijos. Es lo que una socióloga norteamericana denomina las cadenas mundiales de afecto y asistencia. Es una división transnacional del trabajo de reproducción que se ve determinada al mismo tiempo por el sistema capitalista global y el sistema patriarcal global.
Al igual que el sistema produce la oferta de trabajadoras que emigran para realizar este tipo de trabajos de reproducción, en los países de destino se encarga de generar la demanda, ya que los poderes públicos no crean los servicios que los y las trabajadoras (mano de obra) precisan para cubrir las necesidades de reproducción. Si en algunos países los llegaron a cubrir alguna vez -esto sólo pasa en los países con políticas sociales más avanzadas-, a partir del desmantelamiento progresivo del Estado del Bienestar va a dejar de hacerse.
La literatura habitual sobre la globalización suele centrarse en tres aspectos : la mercantilización, la movilidad y la distribución de los recursos. El dinero es un poderoso incentivo para trabajar, y las enormes diferencias de salarios en todo el mundo ofrecen un estímulo para moverse de un lugar en el que se cobre relativamente poco incluso por un trabajo de profesional a otro en el que se cobre más. Además, cuanto mayor es el grado de globalización, mayor es la inseguridad en la que encuentran las trabajadoras, y más personas intentan protegerse contra la inseguridad emigrando. Así pues, frente a la mercantilización de la asistencia, muchas mujeres emigran, constituyendo una especie de "familias transnacionales", ya que las familias de las emigrantes permanecen en el país de origen.
En cuanto a la mala distribución de los recursos, habría que preguntarse qué recursos se están repartiendo de forma desigual. La respuesta más obvia son los recursos económicos, pero ¿cómo se están distribuyendo la asistencia o el afecto -sobre todo en lo referente a las tareas de cuidados- en el mundo ?.
Así, podemos afirmar que las consecuencias de la globalización van más allá de lo puramente económico, llegando incluso a lo comunitario, a las relaciones humanas, base de toda sociedad.
En este contexto, las grandes beneficiadas de toda esta dinámica son las compañías multinacionales, que disponen de mano de obra adaptable a sus necesidades, ya que las responsabilidades familiares están ya cubiertas por "otras" trabajadoras en situación de precariedad. El escaso valor de mercado de la labor asistencial hace que las mujeres que la realizan sigan teniendo una categoría inferior, con bajos salarios, escasa o nula protección social y condiciones laborales, en general, precarias.
Por tanto, y para concluir, podemos afirmar que la consigna feminista de lo personal es político se puede transformar ahora en lo personal es global.