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Latinoamérica

En memoria de Raúl Sendic

(1989 - 28 de Abril - 2003)

Carlos Revello / Rodelu


En estos días hace fecha de la muerte de Raúl Sendic. En vida fue el líder indiscutido -ante la militancia y las masas- del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros).
Pertenece Sendic a una generación politica de la izquierda latinoamericana que influídos por la revolución cubana, pretendieron desde la izquierda tradicional -de la que provenía- abrir nuevos caminos. Algunos de esos hombres desde sus realidades nacionales se conocieron y compartieron una voluntad común. Hoy, algunos novedosos, pretenden insínuar que todos aquellos hombres eran utópicos. Cambiar en América Latina -todas y cada una de nuestras patrias- la miseria de nuestros compatriotas, era un utopía!!!
En vida, -con aquellos precursores- sus contemporáneos fueron aún mas crueles. Sendic, en el Partido Socialista del cual provenía era "un trozco", ante ciertos miembros de Comités Centrales hoy olvidados, plagados de nombres de los cuales la historia ni recordará….
Era, Sendic, un hombre de origen rural. Pertenecía a una estirpe de paisanos que en Uruguay se remonta a nuestros primeros orígenes. El pastor aquerenciado al pago y a la tierra, siete oficios por naturaleza. Después, jóven aún, llegó a la Universidad y allí en relación con otros jóvenes llegó al ideal socialista. El socialismo se convirtió en la causa de su vida.Vivió con otros la reflexión de un mundo nuevo que materializaba al fin de la segunda guerra mundial, cuando las antiguas colonias hacían sus experiencias revolucionarias. China, Egipto, India fueron durante un tiempo el foco de sus reflexiones. No olvidó sin embargo a los criollos de sus pagos del interior. Leguizamón -un hombre que hoy pocos recuerdan- le enseñó los rudimentos de la organización de los asalariados de los arrozales. Después empezó su vida de organizador de sindicatos rurales. Intelectual por formación y por talento personal, despreció siempre el relumbrón de los círculos académicos. Particularmente las discusiones de café que no implican compromiso.
Cuando después del fracaso de la revolución boliviana, otra revolución, la cubana despuntó en el horizonte de América, Sendic -como muchos otros en todo el continente- supo distinguir en aquel movimiento rasgos peculiares de algo nuevo, auténtico.
Aquella revolución, dió nuevos impulsos a sus actividades prácticas de organizador rural. Un sector de ese asalariado golondrina que recorre el país de cosecha en cosecha, atrajo su atención. Dentro del mismo, un núcleo, los cañeros de Artigas fue el centro de sus actividades. Allí centró sus esfuerzos de organizador hasta crear la Union de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA).
Coexistían entonces en Uruguay, al lado de un proletariado industrial y urbano, alfabetizado y con experiencia organizativa que se remontaba a más de 100 años, los asalariados rurales. En el campo no existían para esos peones, jornaleros y zafrales las relaciones capitalistas de producción. No se había llegado a la economía monetaria. En los cañaverales se pagaban con bonos y con chapas a canjear después, para las necesidades diarias, en las tiendas de ramos generales de las empresas. El peón rural, el jornalero, era explotado como productor y esquilmado como consumidor. Para solidificar aún más, el lazo de la sumisión en los establecimientos los patrones recurrían a los capangas, asesinos a sueldo, encargados de eliminar -desde el comienzo- cualquier brote de organización de los explotados. El resto lo hacía la ignorancia, el analfabetismo, el clima general de chatura cultural, las enfermedades sin atención, los prejuicios largamente asentados en todo medio rural.
Marchó Sendic con sus cañeros, con su sindicato incipiente, en varias marchas pacíficas hacia la capital, hacia el Parlamento Nacional, en busca de una ley. Su programa inmediato entonces, era la expropiación de un latifundio improductivo: la firma Silva y Rosas. Y en esas marchas encontró siempre la violencia fascista de los patrones democráticos, de sus policías y la corrupción de los políticos, también, democráticos. Pero Sendic no sólo encontró la violencia –natural- de los enemigos de clase. Topó también con la incomprensión de una izquierda, dividida en discusiones sectarias, que entendía a contrapelo de la historia sindical del Uruguay real, que los sindicatos tienen que tener banderías políticas. Esa izquierda miraba con horror a los asalariados del campo, sus combativos métodos de lucha, que antes -el mismo proletariado industrial urbano- había tenido que atravesar.
No todo fueron, sin embargo, sinsabores y desengaños. Las marchas cañeras, su líder, -se marchaba -para rabia de muchos- "Por la Tierra y con Sendic"- concitaba también aliados y simpatizantes. Al lado de los cañeros –justo es recordarlo- estuvieron algunos sindicatos. Y hubo también militantes aislados de la izquierda y de los partidos tradicionales que supieron comprender la justeza de la causa. Que maduraron políticamente en aquellas luchas.
De aquella influencia internacional que sacudía América Latina toda y de las experiencias concretas de la lucha uruguaya, el proceso, a cierta altura parió una organización política. Uno de aquellos pioneros ha escrito luego de la liberación una historia. Digamos, para hablar con franqueza, que es una historia donde al historiador más de un capítulo y demasiados episodios se le quedaron en el tintero. Y los intentos de hacer la historia completa, después, en varios tomos, esa, ya adolece de falsificaciones de conveniencia que todos los militantes conocen.
Sendic fue, sin duda, el líder politico del MLN-Tupamaros. Lo fué sin quererlo, porque nunca tuvo pretensiones de ser timonel infalible, de esos que se celebraban en la izquierda tradicional. Desde el MLN-Tupamaros fue uno de los líderes de lo que hoy se denomina "nueva izquierda". Era una iquierda que abandona concientemente el objetivo de la lucha Parlamentaria, porque entendía que con el endurecimiento de la lucha de clases y la crisis económica, en Uruguay, la democracia liberal parlamentaria que había engendrado el batllismo entraba en su crisis definitiva.
Sendic rechazaba también, cierta adulteración stalinista de la teoría de la organización política. No creía en el partido guía, en lucha constante y despiadada con todos los otros partidos de obreros o asalariados. Comprendía que ese había sido un rasgo obligatorio en la Revolución Rusa, pero no necesariamente repetible. La izquierda, la tradicional y parte de la nueva, en sus enfermedades infantiles, no lo entendía así. Y hay -para los que lo nieguen- una copiosa y lamentable literatura al respecto.
En esa vertiente Sendic era un innovador. No hay de su pluma, escrito, ni un solo artículo teórico contra el reformismo. Pero no vayan a creer los reformistas -que ayer lo denigraron- que se salvan por esos silencios. Sendic, estaba en otra, estaba en hacer la historia y no tenía demasiado tiempo para disquicisiones teóricas futiles, artificales y rebuscadas.
Desde la dirección colectiva del MLN-Tupamaros lanzó la lucha armada en el Uruguay. La insólita experiencia de la guerrilla urbana. De la cual después se nutrieron tantos en otras partes. Y sin embargo, su experiencia de guerrilla urbana, no fue foquismo. En el foquismo estaban otros, los que lo crearon, lo difundieron y lo proclamaron a través de cierto intelectual francés. Los mismos que después censuraron al Che Guevara porque convenía a sus intereses del momento.
La experiencia revolucionaria del MLN-Tupamaros –la creación más brillante de la izquierda revolucionaria uruguaya- fue una experiencia de corta duración. La acción y la vicisitudes –el enemigo también pelea- no permitieron a aquella experiencia una maduración tradicional y clásica. Y sin embargo aquella experiencia que tuvo errores y limitaciones -que son las únicas que explican la derrota- está allí, marcando un camino para cualquiera que se plantee relanzar la lucha de los oprimidos en el Uruguay.
Sendic, en esa experiencia, tuvo el papel central de un precursor. Fue de los dirigentes que cayó con los que luchaban. Y con ellos padeció vejaciones y torturas. Siempre con dignidad. Con esa indurable firmeza y constancia que lo separa de otros dirigentes que después han pretendido ser sus continuadores y sus herederos. Algunos de ellos hoy día han desandado el camino. Han vuelto a la poltrona parlamentaria. A hacer lo mismo que antes criticaron…..
Pero la figura de Raúl Sendic, no se agotó en la lucha, la persecución y las prisiones. Se agigantó aún más, después de la liberación. Entonces solo, planteó el frente más amplio, el programa que sus antiguos compañeros no se animaron a seguir en su momento, pero que después han retomado, como si no hubiera pasado nada. Los mismos que cegados por sus limitaciones y sus pasiones, por sus desencuentros y miopía le amargaron los últimos años tratándolo de "loco". Y enfermo ya, Raul Sendic dió, nuevamente, con hidalguía y coraje su última lucha. Revise –el que lo desee- sus últimos escritos. Son de una lucidez, de una inquietud, de un espíritu de búsqueda de caminos, impensable en una figura que algunos quisieron estereotipar en un guerrillero. Allí brilla el Sendic intelectual.
Despues murió. Solo, abandonado, en un hospital de Europa….
Se acostumbra -y es mala costumbre- cantar loas a los desaparecidos y engolar la voz. Con Sendic –el Bebe- más de uno se hace gárgaras en estos días. Fue antes que nada un luchador social. Inclinemos hoy día las banderas de lucha en homenaje a su figura, teniendo presente que solo en la lucha por una sociedad más justa sin explotados y sin explotadores está el verdadero homenaje. Después debemos volver a levantar las mismas banderas porque la lucha continúa. A Sendic seguramente le gustará el gesto y si viviera saludaría a las nuevas generaciones con su sonrisa humilde para decirles como el Próspero de Rodó, alzando el brazo y la copa "Por el que me venza, con honor, en vosotros".