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Latinoamérica

En el país del "no se puede": virtudes cotidianas

Milton Romani Gerner / La Republica

Juan Carlos Blanco sigue preso.

El fallo por unanimidad del Tribunal de Apelaciones reafirma la sentencia del juez Eduardo Cavalli y no le concede la excarcelación. Es coautor de un delito de privación ilegítima de la libertad, agravado. Delito continuado que no necesita ningún tipo de Convención, porque ya está en nuestro Código Penal.
No es sólo un acto de justicia. Es el restablecimiento de una verdad ocultada, negada, distorsionada. A pesar de toda la fuerza del aparato terrorista y luego del sistema blanquicolorado de impunidad, un esfuerzo compartido, de múltiples afecciones, de pequeñas virtudes de muchos protagonistas, tienen este resultado que desmiente categóricamente que en este país "no se puede".
Elena Quinteros era una muchacha como tantas. Tota era una mamá, ama de casa silenciosa como usted. No eran mujeres heroicas predestinadas. No tenían ni mas ni menos virtudes (y defectos) que cualquiera de nosotros. No las alejemos "glorificándolas". Sepamos que este fallo de la Justicia es un reflejo de decisiones "cotidianas" que pueden ser decisivas. Que van a afectar a otros. Tendrán consecuencias colectivas. Que pueden quedar inscriptas --aun luego de 27 años-- con la fuerza que le da hoy en fallo de un tribunal.
Julio Ramos era un embajador. Se sintió afectado por esos gritos de una mujer que pedía asilo. Podría haber hecho un reclamo enérgico, redactar varias protestas y seguir su carrera burocrática. Pues no. Sintió la obligación de investigar quién era esa mujer. Habrá recibido de alguna manera esa porfiada idea de Elena de resisitir y pelear aun cuando estaba capturada. Fue al barrio de Maroñas, averiguó quién era Elena, acumuló pruebas. Lo expulsaron como persona "no grata". Este fallo le devuelve su dignidad.
En plena democracia nos dijeron un 22 de diciembre que no se podía. Que estábamos al borde de un levantamiento militar si Gavazzo era conducido a un tribunal. ¿Qué fue lo que caducó? La potencia del Estado. El "no se puede".
Promotores políticos de la impunidad diseminaron el miedo y tambien la impotencia.
Sanguinetti debía investigar en virtud de un artículo (el 4º) que convirtió en artilugio. Lo mandó a un fiscal militar. El coronel Sambucetti enterró las causas. Reforzó el "no se puede".
Una funcionaria del Ministerio de RREE pudo. La doctora María del Luján Flores de Sapriza podría haber hecho como otros. Acá no pasó nada. Seguir el decurso burocrático favorecido por el "ambiente político" que incluía a muchos embajadores y funcionarios de ese ministerio que seguían su carrera lo más campantes, luego de haber colaborado con la dictadura. Sin embargo se sintió afectada. Investigó. ¡Cómo! Su investigación administrativa llegó al Poder Ejecutivo (1989). El secretario del Presidente Sanguinetti ocultó esa carpeta. El "no se puede" con una ayudita del arcAngel Miguel, doctor Semino, llamado a expulsar los demonios del paraíso de la impunidad.
Hubo alguien que sintió la indignación de este ocultamiento y nos hizo llegar el texto del "Memorándum Secreto". Supo romper las reglas y filtrar ese secreto tan celosamente guardado.
El Senado de la República ,dominado por blancos y colorados, resolvió no querer en el año 90. Cuando se conformó la Comisión Investigadora para juzgar a Blanco, que era senador del Partido Colorado. Fueron contundentes los informes de Germán Araújo y del doctor Carlos Cassina. Las pruebas acumuladas. "No se puede" contra los barones de la política. Toda la bancada y 200 ciudadanos más presentamos aquellas conclusiones en sede penal. Allí durmió el sueño burocrático y nuevamente del "no se puede".
"Esto es un problema político y no tiene solución jurídica", nos dijo un prestigioso jurista cuando lo consultamos por la acción de amparo. "El sistema político está derivando sus conflictos a la Justicia", pontificó otro. "Es una locura", dijeron unos cuantos. Muchos otros, anónimos juristas y magistrados a quienes su función y modestia impiden mostrar sus nombres nos aportaron desde su sapiencia y desde su sed de justicia. Ha sido una cadena formidable, de largo aliento, de paciencia y resistencia que culmina hoy en este verdadero emblema de justicia y verdad. El PIT-CNT apoyó. Y alla fuimos con Tota, a recurrir a la Justicia, cuando muchos decían que era casi una provocación. La Justicia falló y no se cayó nada.
La doctora Estela Jubette en el 99 ejerció su poder entendido como virtud cotidiana. Con Tota nos habíamos presentado para solicitar Recurso de Amparo. Las presiones del Poder Ejecutivo fueron virulentas. Contra la propia jueza, que podía haber hecho como otros y mirar al costado. No fue el caso.
Las fuerzas populares, la izquierda, no sólo tienen un compromiso ético con esta causa. No son sólo "heridas del pasado" Es una lección de vida. De política entendida como virtudes cotidianas que se acumulan y crean procesos donde podemos y somos más libres. No es sólo un tema de coraje, que el miedo es humano y comprensible. Es que si partimos del "no se puede", nunca se podrá. El realismo es un recurso necesario, pero mal consejero si es absoluto. Si no contempla el campo de afecciones de esas virtudes que son virtuales, no están aquí. Se producen. Vivimos hoy situaciones difíciles.
Otros "secretos" de Estado nos convocan al realismo del "no se puede". No sólo a la pasividad, sino a rezar el sacrosanto de lo "único posible".
Inmodificable "porque el mundo es así". Si decimos "el rey está desnudo" somos "antipatriotas". Debemos, según esos cultores, ocultar verdades en nombre de la "estabilidad" de un Estado que siempre se nos presenta ajeno.
Pues se acabó. Queremos saber. Vamos a reclamar nuestro derecho a estar informados. Por todos nuestros derechos, partiendo de que podemos. Con este tipo de virtudes cotidianas como las de Tota, de Elena, y de todas estas mujeres que supieron escribir las páginas más hermosas del "se puede".
"Ustedes no pueden gobernar (se)" "no pueden tener información", se dice a lo grande, para decir a los chicos "no pueden hacerse cargo de sus vidas".', "no pueden hacer esto, no pueden hacer lo otro" y llevarlos al "ustedes no pueden vivir en este país que los crió". No pueden comer, no pueden alimentarse, no pueden luchar por sus derechos porque es en vano.
Si algo tenemos para ofrecer a las nuevas generaciones con este acto y proceso de justicia, es esta enseñanza: ustedes también pueden, muchachos. Y el día que estos jóvenes, y los hombres y mujeres de nuestra tierra se afecten mutuamente en que poder pueden, cambiaremos nuestras vidas. No precisamos héroes, sólo gente con ese tipo de virtudes cotidianas que tienen la virtud del afecto. Para manejar el Estado, para ejercer control ciudadano y para autoorganizarnos por nuestras cosas.
Juan Carlos Blanco, canciller de la dictadura, amo y señor de las vidas que él pensó tenía en sus manos, está allí preso, encerrado en San José y Yi; y él sí --ahora-- no puede salir. *