La aplanadora aprista
por Herbert Mujica Rojas
¿No sería mucho más beneficioso para la imagen, interna y externa, del congresista Jorge del Castillo, que él aclare las afirmaciones sobre signos exteriores de riqueza que le ha endilgado el ex-ministro de Economía y connotado militante aprista César Vásquez Bazán? La aplanadora partidaria pretende cubrir, a mi juicio innecesariamente, de un silencio raro todo lo dicho en estos últimos días.
Vásquez es un aprista ex-sanmarquino y de innegables calidades intelectuales. Por tanto, si ha puesto de manera pública estas expresiones sobre el secretario general del partido más importante de la oposición, hay razones para pensar que sus autoridades no debían sepultar estas inquietudes. Y en cambio, esclarecer cualquier duda sobre la idoneidad de del Castillo.
Por muchísimos años, hasta que advino el aventurerismo gubernamental que primó entre 1985-1990, a los apristas se les había dicho de todo, pero nunca ladrones ni sospechosos de enjuagues subalternos. Alguna vez el odriato pretendió enlodar a Víctor Raúl, pero el más alto tribunal del mundo, la Corte de La Haya dio la razón a Haya de la Torre y el tiro salió por la culata. Pero, el lustro aquel dio al traste con aquella tradición honorable que los apristas lucían orgullosos: pobres, honrados y heroicos.
Recuérdese: hasta al que fue presidente de la República, el señor Alan García Pérez, ha sido cuestionado por enriquecimiento ilícito, tema que ya ha prescrito porque así son las democracias cuando transigen con conveniencias demasiado funcionales para los intereses de "tranquilidad y gobernabilidad".
Si Vásquez Bazán acusa y tiene argumentos, lo menos que puede hacer del Castillo es defenderse y mostrar a sus copartidarios la inexactitud de tales aserciones. Si así fuera entonces tiene derecho a réplicas que la ley ampara y verifica. Si no es el caso, entonces hay mucho pan por rebanar y la opinión pública no puede ser muda testigo de un intríngulis bastante desagradable.
Lo que sí NO se puede hacer es lo que hoy se está llevando a cabo y que es enterrar con un silencio extraño todo lo dicho por Vásquez. Si no hay nada que ocultar entonces ¿por causa de qué estas tramoyas dignas de los peores insultos que grafican las inconductas partidarias? La duda favorece al reo, pero aquí pareciera ser que las dudas fomentan la impunidad para prescripciones futuras. ¿Dónde están la limpieza y transparencia? Las autoridades apristas dicen que el único que no ha vuelto a dar cuenta de sus actos es precisamente César Vásquez Bazán, entonces el economista tiene que formular sus descargos, por lo menos a nivel de informe. ¿Tienen o no razón sus acusadores? Véase: el cargo no es ocioso, en buena cuenta le están diciendo gallina o algo así porque habría, de ese modo, eludido una responsabilidad ante los tribunales. Responda señor Vásquez ¿qué opinión tiene sobre esta materia? Las aplanadoras hacen lo que su nombre indica. El espíritu de cuerpo cuando funciona para tapaderas es signo del cáncer ineluctable que mata a cualquier organismo. Si esta es la tendencia, vamos mal pero muy mal y eso no hace ningún bien a un partido que aspira a convertirse en la alternativa, dentro de la formalidad no cuestionadora, del establishment actual. Hemos llegado a más de lo mismo.
Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.