Latinoamérica
|
En Ecuador:
¡Prohibido dudar!
Diego Delgado Jara
ALTERCOM.
Resulta lamentable admitir, pero los hechos se imponen: la intolerancia gobierna el país. Hace varias semanas a una periodista de Expreso le agredieron en forma que no lo hacían ni las más represivas dictaduras militares -menos tratándose de una dama-, en tanto a varios colegas suyos les amenazaron "estamparles en la pared". La prensa, con las excepciones de rigor, trató esta grave falta en una sociedad civilizada sin la suficiente hondura, quizá por compromisos o recelos indebidos y que después se pueden lamentar. .
Pero luego del contradictorio y reiterado pedido del presidente de la República que le critiquen y expresen sus opiniones divergentes, se han producido tres graves muestras de penosa intolerancia. Primero respecto a las opiniones de una diputada que resulta ser la primera dama, a quien la acusa de estar "rayando en la inmoralidad" y que su opinión le "suena a politiquería barata", por el imperdonable delito de hacer una sugerencia o transmitir un pensamiento suyo. .
En segundo lugar se lanza contra el diputado Carlos González, con los mismos agravios que le endosaron conocidos banqueros ahora alejados del país por precaución, porque este manifiesta haber viajado a Bogotá y haber comprobado que no se trasladó allá ninguna Comisión Investigadora de un posible atentado al presidente, como indicó el comandante de la Policía general Edgar Vaca Vinueza, sino que estuvo un oficial de apellido Barragán "que permaneció tres días en Bogotá y mantuvo tres entrevistas sin mayores resultados", motivo por el que pide -por mentir- la salida de Edgar Vaca de dicha comandancia. ¡No es acaso la fiscalización política una obligación jurídica establecida en el art. 129, numerales 8 y 17, de la Constitución, así como en la Ley Orgánica de la Función Legislativa? .
El tercer acto de intolerancia se produce cuando, a propósito del mismo hipotético atentado, le manda en forma pública a "enterarse bien" a la canciller Nina Pacari, quien en lógica defensa de sus funciones transmite al país el criterio del embajador del Ecuador en Bogotá, quien señala que nunca ha llegado ningún "Miguel", razón por la que este misterioso "Miguel" habría acudido donde una funcionaria de las Naciones Unidas. ¿Es que la canciller debía callarse ante una evidente mentira que dejaba como un vulgar irresponsable al embajador ecuatoriano en Bogotá, dependiente suyo, por no atender a este "complotado", según la versión del general Vaca, más aún si se trataba de un magnicidio? .
El mensaje dado es muy claro: Prohibido dudar. Lo que dice el general Edgar Vaca, convenido o no, es dogma de fé. Quien me pide una rectificación es una politiquera que raya en la inmoralidad. La canciller está desinformada porque el embajador en Bogotá le ha mentido; la única versión válida es que si existe atentado en marcha y que lo dicho por el general Vaca tiene todas las pruebas contundentes del caso! "Le recuerdo a este mal caballero (Carlos González) que está abusando de mi tolerancia, que debe respetar la majestad del presidente y si no ha aprendido lo voy a enseñar." (¿Cómo? ¿A golpes de puño o puntapiés?). ¿Está prohibido disentir, dudar, pensar o hablar? ¿Puede haber mayor muestra de intolerancia y absolutismo en ciernes? .
El presidente de la República es el primer servidor del Estado y del pueblo; en ningún caso su tirano que le prohibe, bajo amenaza, hasta lo que no debe pensar. El Ecuador no ha elegido un zar, un kaiser, un emperador, un ayatollah, como parecería que algunos suponen. Aquí existe todavía una sociedad civilizada que aspira a regirse por la Constitución y las leyes, al menos hasta que exista un nuevo golpe de Estado que, a este paso, parecería que se avecina, sobre todo cuando uno repasa ciertos nombramientos y determinadas conductas. El presidente de la República debe reparar que no está dirigiendo un cuartel donde antes obligaban en forma errónea a hacer gala de ser no deliberantes, olvidando que el ser humano se caracteriza precisamente por pensar, reflexionar, dudar, deliberar, discernir, razonar. Mal, muy mal vamos. ¡Ahora resulta que dudar, y con buenos motivos, es ofender a un emperador! .