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Latinoamérica

18 de abril del 2003

Del desencanto al horror: la traición de Lucio Gutiérrez

Ojarasca

Quito, Ecuador. Del desencanto al horror ha pasado la sociedad civil ecuatoriana, luego de que el presidente Lucio Gutiérrez se declaró en Washington "el mejor aliado de Estados Unidos", y apoyó la invasión a Irak. A juicio de los observadores, esto exhibe al exmilitar como parte de la inteligencia estadunidense. "Sólo nos espera la consagración del eje Uribe y su plan guerrerista para los Andes", informa la corresponsalía de Ojarasca en Ecuador. Gutiérrez se disfrazó con piel de oveja y "sedujo" al movimiento indígena.

Por su parte, el periodista Pablo Dávalos, ("La insoportable ingenuidad de ser gobierno", artículo difundido aquí por la agencia Alai-Amlatina) plantea preguntas muy serias: "¿Es necesario ganar las elecciones en cualquier tipo de alianzas para ser poder? ¿Podrá el movimiento indígena ecuatoriano recuperar los espacios perdidos desde que pensó, o se imaginó que llegar al gobierno significaba 'ser o tener poder'? ¿Habrá aprendido que el poder está más allá de una eventual participación en un gobierno y que esos pequeños espacios de tipo institucional, por importantes que sean, no ameritan poner en riesgo todo un proyecto histórico?"

A pesar de haber ganado las elecciones en alianza con el coronel Lucio Gutiérrez y tener a algunos de sus cuadros en puestos importantes, actualmente los indígenas y los movimientos sociales tienen menos poder que antes de "ganar" las elecciones, considera Dávalos. "La adopción de duras medidas fondomonetaristas y la radicalización del modelo neoliberal habrían sido impensables si los indígenas ecuatorianos y los movimientos sociales hubiesen estado en la oposición. Su presencia en el gobierno ha permitido la cobertura que el poder necesitaba para finiquitar el impasse político desde la destitución del presidente Abdalá Bucaram en 1997."

Los indígenas se han convertido, gracias a la "alquimia" del poder, "en los facilitadores políticos de un modelo neoliberal cuya agenda estaba pendiente". Ya existía la percepción, en las organizaciones de base y comunidades ("convidados de piedra en el banquete del poder") de que algo no iba bien al interior de la alianza del gobierno y el movimiento indígena. Hoy es indispensable un "alejamiento político" del gobierno, opina Dávalos.

Gutiérrez necesita "radicalizar a toda velocidad el modelo neoliberal y para ello no ha dudado en ampliar su base de negociación política con las oligarquías de Guayaquil. Esa velocidad tiene que ver, justamente, con la percepción de que la alianza con los movimientos sociales es muy frágil y susceptible de romperse en el mediano plazo". Antes de que ese plazo se cumpla, el presidente Gutiérrez necesita adoptar las medidas pendientes: privatización bajo la figura de concesiones, "flexibilidad" laboral, pago de la deuda externa y liberación de recursos para un nuevo salvamento de los bancos privados. En fin, el insaciable festín neoliberal atrapó en sus redes al poderoso movimiento indígena de este país andino.

Esta situación deja en una postura precaria a personajes como Nina Pacari, nada menos que ministra de Asuntos Exteriores y miembro del movimiento Pachakutik (Renacimiento), por el cual antes fue diputada. Como ella, otros miembros de la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador (Conaie) forman parte del gobierno gutierrista.