Críticas al TLC
Manuel Hidalgo V.
1. La apertura o liberalización de los mercados es uno de los tres ejes del modelo económico neoliberal. Los otros dos son la privatización y el "Estado mínimo", por una parte, y la desregulación, flexibilización y mercantilización, por otra.
2. La apertura tiene dos dimensiones: una comercial (relativa al comercio de bienes y servicios) y otra financiera (relativa a la inversión o los flujos de capital). La apertura consiste en el proceso de reducción y eventualmente la eliminación de las barreras que interfieren los flujos comerciales y de capital entre una economía nacional y el exterior.
3. En el plano comercial, estas barreras se pueden clasificar en arancelarias y no arancelarias (o pararancelarias). Las barreras arancelarias son los impuestos que el país establece sobre las importaciones. Las barreras no arancelarias están definidas por diversos tipos de regulaciones que limitan o impiden el ingreso de importaciones en condiciones no deseadas. Las más conocidas son las normas sanitarias y fitosanitarias, las normas de certificación técnica, las normas de origen, los sistemas antidumping.
4. En el plano financiero, las barreras están definidas por las regulaciones existentes tanto para el ingreso de capitales -ya sea en forma de inversión extranjera directa, créditos o inversión de cartera- como para la salida de capitales -ya sea como repatriaciones de capital o de utilidades, ya sea como inversiones o créditos de nacionales en el o al exterior-.
5. Las barreras comerciales se establecen con el afán de proteger a la producción nacional de una competencia que no se desea, que se juzga inconveniente en un momento dado para el país. En Chile, estas barreras se establecieron particularmente durante el proceso de industrialización por sustitución de importaciones, que se puso en marcha a fines de los 30 y que tuvo vigencia hasta 1973.
6. Las barreras o regulaciones financieras se establecen con el propósito de alentar u orientar el movimiento de capitales hacia el país y hacia el exterior, en los términos más convenientes para la estabilidad y crecimiento económico.
7. El argumento central que justifica los procesos de apertura comercial es el de la estrechez del mercado interno, que limita a su vez el proceso de crecimiento del país. El argumento central que justifica los procesos de apertura financiera es el de la insuficiencia del ahorro interno para financiar el crecimiento económico.
8. La consecuencia general de un proceso de apertura comercial es que se acentúa la incidencia del mercado mundial en la estructura y dinámica del país, en su asignación de recursos. Existen diversas opciones de cómo llevar adelante un proceso de apertura, en dependencia de la estrategia de desarrollo o crecimiento que el país haya definido y de la política comercial que de conformidad con ella se tenga.
El eficaz aprovechamiento de las oportunidades que se abren a través de la inserción económica internacional depende de los criterios que informen la estrategia de desarrollo, la política económica, comercial y financiera y el marco regulatorio con que el país aborde ese proceso de integración.
9. En el caso de Chile, el régimen militar impuso un radical viraje en la estrategia de desarrollo. Un aspecto fundamental, fue el desplazamiento del Estado de su rol de motor y guía del proceso económico. Este desplazamiento se produjo a tal punto que en Chile, a partir de entonces, no ha existido siquiera una planificación indicativa que oriente el proceso de crecimiento, dentro de una concepción del desarrollo que responda a las preferencias sociales.
En tales condiciones, quienes en forma cada vez más ostensible han asumido el liderazgo del proceso de crecimiento son un puñado de grandes empresas transnacionales y grupos económicos locales, asociados frecuentemente a ellas, y los intereses controladores de los movimientos de capital.
El peso y presencia del capital transnacional en la economía chilena no ha dejado de crecer y sus decisiones e intereses perfilan cada vez más la estructura y la dinámica no sólo económica, sino social, política y cultural de los chilenos.
10. Las autoridades económicas bajo la dictadura militar y bajo los gobiernos de la Concertación han implementado un proceso de apertura generalizado, cada vez mas profundo e indiscriminado. La consecuencia ha sido una drástica y brutal reorganización del aparato productivo y de servicios en función de los mercados externos. Crecen y se dinamiza la inversión en las actividades con capacidad de competir internacionalmente; mientras se reducen o desaparecen aquellas que no cuentan con tal capacidad.
11. El rol que las transnacionales han asignado a Chile está claramente definido: les interesa por la renta de sus recursos naturales y su rol como centro reciclador del capital hacia la región. Chile se ha convertido en una cabeza de playa de un conjunto de transnacionales que desde acá están manejando sus operaciones en el Cono Sur. En rubros como minería, forestal, energía eléctrica, telecomunicaciones, servicios financieros y previsionales, etc., la presencia del capital extranjero, sobre todo norteamericano y español, se ha ampliado y consolidado con esta intención.
12. Se trata, por tanto, de un proceso de apertura con una plena subordinación a las empresas transnacionales, a los mercados mundiales que ellas manejan.
13. No hay tampoco una estrategia o política comercial y de inserción económica que responda a pretensiones de mayor soberanía y poder negociador en un mundo en proceso de globalización. Detrás del discurso del "regionalismo abierto" y de la "diplomacia para el desarrollo", no hay una idea de acumulación de fuerzas, de integrarse dentro de un bloque político-económico regional, latinoamericano y caribeño, que pueda proyectarse en el siglo XXI como nuevo polo de poder político-económico.
14. La apertura se materializa a través de tres tipos de mecanismos: unilaterales, bilaterales y multilaterales.
El mecanismo unilateral consiste en reducciones de los aranceles -y también de barreras no arancelarias- del país que se determinan voluntariamente, sin negociación ni compensación de otros países de por medio. Este mecanismo ha sido preponderante en el proceso de apertura de la economía chilena, tanto en el período de la dictadura militar como durante los gobiernos de la democracia electoral.
De un arancel promedio de 94%, con 57 tasas arancelarias distintas -que iban de cero a 220%-, y múltiples medidas no arancelarias, en diciembre de 1973 se pasó a eliminar todas las barreras no arancelarias y a un proceso de reducción gradual y consolidación en tres niveles (con una tasa máxima de 60%). Hacia 1975 y 1977, el programa se radicalizó, estableciéndose en definitiva un solo arancel general de 10% que se alcanzaría a mediados de 1979. Este fue modificado a raíz de la crisis 1982-1983, elevándose a 20%, y a 35% en septiembre de 1984. Cuando la crisis menguó, el arancel único se redujo otra vez en forma gradual a partir de 1985. En 1989, a fines del régimen militar, se había estabilizado en 15%, de donde en 1991 fue bajado a 11% por el gobierno de Aylwin. En 1998, durante el gobierno de Frei Ruiz-Tagle, se acordó un proceso de reducción de 5 puntos adicionales, que ha llevado el arancel general a un 7% y será de 6% desde enero de 2003.
15. Los mecanismos bilaterales consisten en acuerdos que el país negocia con otro país o bloque de países y que según el grado de amplitud y complejidad se denominan Acuerdos de Complementación Económica o Tratados de Libre Comercio. Este tipo de mecanismos se ha implementado con notorio activismo solo en la ultima década. A través de ellos, ha habido un impacto de apertura adicional, que hace que el arancel efectivo promedio que pagan las importaciones en Chile fluctúe en torno al 5%.
El impacto y justificación de estos acuerdos y TLCs hay que examinarlo en el contexto de una apertura que se hace preponderantemente en forma unilateral.
Y en este sentido, puede aceptarse que logran establecer algunas condiciones mínimas favorables para el más amplio acceso de las exportaciones chilenas a ciertos mercados, a cambio de comprometer estabilidad en reglas de juego y niveles de arancel más reducidos a las importaciones de los que preexisten a los acuerdos o TLCs.
16. El mecanismo multilateral consiste en los acuerdos que el país establece en el marco de su participación en el GATT, primero, y en la OMC en la actualidad. Al interior de esta organización, las rondas de negociación se orientan a que los países consoliden sus aranceles respecto de una diversidad de productos. Chile consolidó en la Ronda Tokio de negociaciones del GATT en 1979, un nivel máximo de 35%. Con posterioridad, en la Ronda Uruguay, a principios de la década de los 90, rebajó esta tarifa máxima a 25% exceptuando a los bienes que se encuentran bajo el sistema de bandas de precios (trigo, harina de trigo, azúcar y aceites), productos que junto a los lácteos quedaron afectos a un gravamen de 31,5%. Un nivel que ha resultado insuficiente, en los hechos, para proteger a estos productos agrícolas.
17. En el 2002, la economía chilena completó más de 4 años de un curso recesivo que se ha ido complicando, en la medida que el estancamiento se va extendiendo y abarcando tanto a los sectores que dependen del mercado interno como de los mercados externos. El sector exportador, que ha sido el único soporte del crecimiento en estos años, se ha visto seriamente afectado por la recesión mundial y existen elementos para sostener que costará recuperar su dinamismo antes de fines de este año. Se trata, además, de un sector con limitadas vinculaciones hacia el resto del aparato productivo y cuyo crecimiento tiene débiles cuando no negativos impactos en la generación de empleos.
Por otra parte, el ajuste monetario aplicado en 1998, afectó particularmente a los sectores productivos y laborales vinculados al mercado interno; provocando, en particular, un deterioro patrimonial de las micro, pequeñas y medianas empresas, sin que posteriormente hayan tenido la posibilidad de recuperarse. Con el agravante de que un porcentaje superior al 80% de la fuerza de trabajo se encuentra vinculado a estos sectores.
Acentuar el proceso de apertura comercial afectará gravemente la competitividad de sectores productivos internos, tanto en la industria como en la agricultura; amén de continuar presionando sus márgenes hacia abajo, hasta límites que mucho tienen que ver con el desempleo, y los problemas financieros y de viabilidad económica que hoy presentan. Sin un entorno macroeconómico que evolucione en este sentido, dando mayores espacios al repotenciamiento del mercado interno y de los sectores vinculados directamente a él y dentro de ellos, a la micro y pequeña empresa, toda la labor de fomento productivo que realiza el Estado se diluye y pierde eficacia.
Es preciso entender que en la configuración del entorno intervienen tanto factores de orden coyuntural, como de carácter más estructural, como los procesos de concentración de los mercados, que se están verificando en la industria bancaria, en las cadenas de distribución y en numerosas actividades productivas. Los oligopolios y oligopsonios reducen los espacios para la viabilidad económica de las empresas de menor tamaño y afectan su capacidad de negociación