8 de febrero del 2003
Encrucijada en Ecuador
¿Un presidente mas del monton?
Franklin Falconí
Periódico Opción, Ecuador
'De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno' solían
decir nuestros padres, cuando les ofrecíamos el oro y el moro. Es que
la buena voluntad tiene sus límites cuando se confronta con la realidad.
Se puede decir mucho, pero hacer poco, o nada; por la indecisión, la
falta de experiencia o el temor a lo nuevo. Pero además hay cosas que
no es posible lograr, que van contra natura; por ejemplo, hacer un gobierno
que contente tanto a los explotadores como a los explotados.
Este primer mes del régimen de Lucio Gutiérrez se ha caracterizado
por las presiones que de un lado ejercen las oligarquías y el imperialismo,
y la exigencia de cambio que llega desde los sectores populares. Para los analistas
defensores del status quo, Lucio Gutiérrez ha salido triunfante de esta
pugna, pues supuestamente ha contentado a lo unos y a los otros. Para la oligarquía,
por ahora esto es preferible a tener que presenciar que el bloque popular se
imponga e inicie transformaciones profundas, que afecten los intereses de los
grupos económicos y sus representantes políticos.
En realidad, en este momento han ganado espacio las posiciones oligárquicas
al interior del gobierno. Es una certeza que, sin embargo, no debe conducirnos
a dar por derrotado tempranamente el proyecto, que tuvo sus puntos máximos
de expresión el 21 de enero del 2000, con el levantamiento popular que
derrocó a Jamil Mahuad, y más tarde, el 20 de noviembre, con el
triunfo electoral de Lucio Gutiérrez.
La trascendencia que este proyecto patriótico, democrático y popular
tiene para el Ecuador, no merece que se disuelva en una especie de desilusión
infantil frente a las primeras complicaciones. Son escenarios nuevos de confrontación
política, en los que se expresa la lucha antagónica entre los
ricos y los pobres, pero ahora no solo desde fuera del Gobierno, sino también
desde dentro.
Lo peor que podría suceder ahora es abandonar ese espacio de lucha y
dejarlo a la derecha para que lo aproveche a sus anchas. Por ello, la amenaza
de Pachakutik de salirse del Gobierno no puede ir más allá de
lo que hasta ahora ha ido: a constituirse en una medida de presión política
contra Gutiérrez.
Si bien existe la posibilidad de que la derecha y el imperialismo logren asimilar
al Presidente hacia sus intereses, hay que tomar en cuenta que Gutiérrez
no ha abandonado aún sus características democráticas y
patrióticas. Precisamente porque él no quiere se un presidente
más del montón.
El escenario político que hoy vivimos no es un fenómeno aislado,
es parte de una corriente continental y mundial. Lo que ocurre en Venezuela,
Bolivia, Brasil, Argentina, se explica por la lucha cada vez más creciente
de los pueblos contra el neoliberalismo, contra el imperialismo y contra el
sistema en general. De eso es fruto Gutiérrez, no de una rebelión
epidérmica de los indios y los cholos frente a los blancos, o de los
no políticos frente a los políticos.
El desafío hoy en el Ecuador está en cambiar la lógica
de la política impuesta por la derecha. Sacar al país del callejón
sin salida que significa la actual institucionalidad: el Congreso Nacional,
el Tribunal Supremo Electoral, el Tribunal Constitucional, la Contraloría
General del Estado, la Procuradoría, que son instancias que han sido
asaltadas por quienes las han dominado siempre, los socialcristianos, la Izquierda
Democrática, la DP, etc. Si bien esas instancias constituyen elementos
importantes dentro de la lucha política, no hay que olvidarse que son
parte de esta falsa democracia que el pueblo exige que cambie.
La fuerza que este gobierno tiene no está en mayorías congresiles,
ni la capacidad ejecutora de las instituciones que se supone están destinadas
a velar por el cumplimiento de la Constitución y las leyes, ni en el
visto bueno del FMI, por ese lado no vienen los cambios. La fuerza de este gobierno
está en los pueblos y su historia de lucha, en sus conocimientos ancestrales,
en sus manos que mueven la producción, que crean riqueza, en su vida
cotidiana, que es la expresión de la auténtica identidad nacional.
El presidente Gutiérrez tiene hoy una disyuntiva: echar al traste toda
la esperanza de cambio de la gente que lo eligió y volverse simplemente
otro presidente más del montón, o decidirse a hacer historia.
Especial para ARGENPRESS.info