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Latinoamérica

23 de enero del 2003

Construcción del nuevo sujeto: campo de unidad y de lucha

Jorge Insunza Becker
Partido Comunista de Chile

La globalización neoliberal continúa haciendo estragos en todos los rincones del planeta. Desde su instalación como nueva forma dominante del capitalismo, los peores rasgos de éste han emergido con fuerza inusitada. Se ha acentuado su carácter de régimen generador de desigualdad. Una cifra basta para confirmar la celeridad con que se manifiesta esta tendencia capitalista a la polarización en el neoliberalismo: en 1960 el abismo entre países ricos y países pobres era de 1 a 30 . Ese era el resultado de centurias de dominación. A fines de siglo, en menos de 40 años, la diferencia se había mas que doblado. Era ya de 1 a 74. En estas condiciones, la globalización neoliberal provoca la aberrante exclusión social de casi las cuatro quintas partes de la humanidad.

El mundo bajo la globalización neoliberal

Los cambios a escala global se dan en un contexto caracterizado por nuevas formas de organización del trabajo y la emergencia de empresas de nuevo tipo resultantes de grandes cambios tecnológicos. Ello provocó una recomposición muy profunda del mundo de los trabajadores que, entre otras consecuencias, ha producido una crisis del sindicalismo de clase existente y un debilitamiento temporal de los partidos de izquierda.

Estos procesos de cambios de las fuerzas productivas coincidieron ( y en cierta medida, por la incapacidad de asumirlos, cooperaron) al debilitamiento de los tres grandes componentes que expresaron en el siglo que terminó las posibilidades de una transformación en favor de los trabajadores y los pueblos, esto es, el derrumbe del socialismo en Europa del Este, los retrocesos de la clase obrera y la izquierda de los países centrales del sistema capitalista y el debilitamiento de los movimientos de liberación nacional y las tentativas de vías no capitalistas de desarrollo Estas derrotas hicieron posible el empleo por el capital de los nuevos recursos productivos para maximizar la tasa de ganancia y para imponer la globalización neoliberal como forma de desarrollo de la internacionalización que se ha traducido en la erosión planificada del estado nación y los cambios en el funcionamiento del estado capitalista. En correspondencia con ello, organismos como el FMI, el Banco Mundial, la OMC, adquieren un papel desmesurado en realización de las políticas imperiales que someten a todas la naciones.

Con la globalización en su forma actual, el poder imperial adquiere una virulencia siempre mayor. La violencia y el terrorismo de estado, que adquiere de más en más contornos fascistas, se extiende a todo el orbe. El Gobierno de Bush ha forzado la subordinación de sus aliados y lleva adelante una estrategia para asegurar su hegemonía perpetua. En correspondencia con esa visión, la nueva doctrina militar norteamericana introduce el concepto de guerra preventiva que Bush proclamó oficialmente en Septiembre. Hace pocos días, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de Bush , expuso con desfachatez que su gobierno, además de agredir a Irak, puede librar varias guerras regionales simultáneamente.

Hacia la recolonización de América Latina

En América Latina, la determinación de subordinar a nuestros países se expresa con una combinación de todos esos recursos. La persistencia de las amenazas contra Cuba, el despliegue del militarismo, en primer lugar en Colombia, los intentos de derrocar gobiernos que intentan políticas alternativas como en Venezuela, las contracciones impuestas por adelantado a gobiernos electos con propuestas alternativas al neoliberalismo como en Brasil y Ecuador, van enfilados a llevar a la práctica un proyecto de recolonización que se condensa en la imposición del ALCA. Buena parte de los latinoamericanos nos aprestamos a conmemorar 200 años de independencia del colonialismo español. El riesgo es que lleguemos a esa fecha con la formalización de un nuevo dominio imperial. En esa perspectiva odiosa el gobierno de Ricardo Lagos ha dado un paso execrable: la firma del TLC con los EE.UU. que se ha convertido desde el día de su firma en un espolón contra todos los pueblos hermanos. Ese tratado, presentado como un gran logro, es en realidad el marco, hecho a la medida del imperialismo, para imponer las garantías de sus inversiones en tratados inamovibles y asegurados por la amenaza del uso de la fuerza para sostener los privilegios otorgados a perpetuidad. Es la pretensión de eternizar la globalización neoliberal.

La globalización en Chile Los resultados del neoliberalismo en Chile están a la vista. Nos golpea la degradación de las condiciones de vida de nuestro pueblo, la profundización del abismo entre ricos y pobres, la marginalización de millones de seres humanos, la cesantía convertida en fenómeno estructural, las rebajas de salarios para la mayoría, la precariedad instalada en nombre de la flexibilización laboral, el colapso inducido de los sistemas públicos de salud y educación, las privatizaciones de los servicios públicos y su inmediato encarecimiento. En este clima, la corrupción y el soborno se consolidan como armas de mantención del statu quo.

Esto es el resultado de múltiples contradicciones que demandan el cambio de sociedad: la contradicción clasista, las que nacen de la relación del hombre y la naturaleza y la acción depredadora que es inherente al sistema, las de la nación ante los poderes imperiales que aplastan la soberanía, las de los pueblos y etnias originales postergadas por centurias y que siguen siendo agredidos en el presente, las contradicciones de género, las generacionales que plantean jóvenes que sienten que se niega su futuro.

El espacio es siempre menor en los órganos de un poder que excluye por medio de sistemas electorales amañados. Además, los poderes electos deciden cada vez menos en los asuntos efectivamente importantes. Las decisiones esenciales se han trasladado a órganos supranacionales o a centros de poder ajenos a toda intervención democrática.

La formación del nuevo sujeto histórico

Levantamos la vista y constatamos que no es solo nuestro drama. La globalización neoliberal significa agresiones por doquier. La prueba mas contundente es precisamente la emergencia del movimiento antiglobalización, del movimiento de movimientos, un nuevo sujeto histórico que promueve, en una diversidad que puede y debe transformarse en fuente de fuerza, una respuesta también global de los de abajo capaz de intervenir en el conflicto que opone a los pueblos frente a los neoliberales. El movimiento antiglobalización es hoy una realidad y para infinidad de gentes una gran esperanza. Un sujeto político internacional y nacional capaz de representar. organizar e intervenir política y socialmente en la contradicción principal de nuestra época.

Los poderes imperiales toman creciente conciencia de los riesgos que esto implica. Actúan de diversos modos para contenerlo. El recurso de la desacreditación como el de la represión han estado presente desde Seattle. Constatando que la coerción no rinde los frutos esperados, los gobiernos han puesto en práctica intentos de cooptación. En nuestro caso, el Gobierno de la Concertación ha convocado a la constitución del llamado Foro de la Sociedad Civil que presentan como una estructura de participación en el sistema. Para hacerlo atractivo han puesto sobre la mesa 50 proyectos de 3 millones de pesos cada uno a las organizaciones que se integren. Con estos métodos, no hacen sino reforzar la peor imagen de la "política" en los componentes del movimiento.

Estos intentos constituyen obstáculos pero su carácter burdo lo hacen un peligro secundario. Hay en realidad riesgos mayores que vencer.

Potencialidades y peligros

El principal hoy es la determinación que mantienen algunos de sus integrantes de segregar lo social de lo político. Un exponente de esta posición es Bernard Cassen, vocero principal de ATTAC Francia, cuya postura siguen a la letra algunos dirigentes de ATTAC en Chile. En un panel realizado en Noviembre en Florencia, Cassen sostuvo: " ATTAC surgió de las carencias de los sindicatos y los partidos. Hemos cambiado el paisaje cívico de varios países donde actuamos. Los partidos, algunos partidos, reaccionan, no ocurre lo mismo con los gobiernos". Pero, terminó diciendo, "debemos mantener nuestra mutua independencia." Se puede entender que un movimiento que surge en una situación de derrotas temporales de la izquierda y de crisis de los proyectos alternativos, que presencia la renuncia de muchos a sus principios en nombre de una "renovación" que es en realidad renegación, tome distancia de "la clase política" y hasta, inicialmente, de las fuerzas de la izquierda alternativa. Pero, lo que no se sostiene es que el antipartidismo se mantenga en el tiempo, mas cuando Cassen se vanagloria de haber contribuido a "cambiar el paisaje político". Aprecia los cambios pero decide ignorarlos. ¡Curioso modo de razonar!

Otro obstáculo que ha emergido en el desarrollo del movimiento, al menos en nuestro país es una forma, mas oblicua y por eso peor, de confrontación y marginación de los partidos revolucionarios. Consiste en desacreditar a los partidos ("dan órdenes"), propiciar su exclusión del movimiento y sobre esas bases dar pasos para dar origen a otra fuerza política, es decir, un partido aparte pero que no toma nombre de partido. Es el caso de la llamada Fuerza Social y Democrática que encabeza Jorge Pavéz.

Proyectada originalmente, con nuestro acuerdo y participación, como una fuerza orientada precisamente a servir de base a la creación de un movimiento político-social antisistema, derivó sorpresivamente a posturas excluyentes. Hoy comienza la instalación de estructuras separadas, se propone la presentación de listas electorales propias en los organismos donde recluta adeptos y descalifica sañudamente, con el consiguiente jolgorio de la prensa del sistema, al Partido Comunista en especial. Es necesario delimitar fronteras. La construcción del movimiento requiere de perfiles claros. Es unidad en la diversidad. Pero diversidad no es el esfuerzo por destruir una organización por otra. Los intentos de Fuerza Social por debilitar al Partido Comunista son obvios y es el tiempo de poner las cosas en claro. Hecha la clarificación, no excluimos la posibilidad de unidad de acción.

Los riesgos del antipartidismo

El antipartidismo, la negación de la política, que asoma en ciertos sectores del movimiento implica a lo menos dos riesgos graves: primero, dejar de lado la cuestión del poder y con ello de la propiedad y del modo de producción capitalista, es decir, todo lo que está en la base de la situación que ha conducido al mundo al borde del despeñadero y segundo, disminuir el papel de los trabajadores como parte esencial del movimiento y comprometer así su destino.

Felizmente no todos siguen esas aguas. Giulo Agnoletto, el mas significativo exponente del movimiento en Italia expuso una opinión distinta : "El diálogo no puede construirse sino con una izquierda que rechaza la guerra y condena las instituciones financieras internacionales: no hay posibilidades de tercera vía . No somos reformistas, somos un movimiento radical." Esto sí es base de articulación eficiente de fuerzas para crear condiciones para imponer una alternativa al neoliberalismo.

Los comunistas, constructores del nuevo bloque histórico

Los comunistas tenemos claro que el enemigo es muy poderoso, pero no invencible, tenemos claro también que en los marcos del sistema no hay soluciones sino a lo más parches . Entendemos, por eso, que el proceso de transformación social va a requerir de un bloque histórico muy amplio donde coexistirán, movimientos sociales múltiples, nuevas y antiguas organizaciones sindicales y partidos políticos construyendo en común un proyecto alternativo.

Valoramos la diversidad que nos enriquece en el diálogo con otras vertientes y culturas y la autonomía de cada cual. Sabemos también que los movimientos son auténticos sujetos políticos y que sería una gran miopía hacer de los partidos únicos depositarios de la política.

Nos proponemos ser parte de ese proyecto de cambios tal y como somos: un partido político que aporta la lectura clasista de la sociedad en que vivimos, la determinación de lucha por la superación del capitalismo y que a la vez asume la necesidad de las luchas parciales que apuntan en la dirección del cambio radical de la sociedad. Somos parte de cientos de organizaciones sociales, contribuimos resueltamente a la formación de nuevas, apoyamos las luchas justas de todas, estemos o no presentes en ellas. Como lo ha planteado nuestro XXII Congreso, volcaremos nuestro esfuerzo principal hacia los trabajadores y la plena recuperación de su organización clasista en las nuevas condiciones de explotación del trabajo. Así aportaremos al fortalecimiento del movimiento de movimientos. Con ese espíritu trabajamos en el desarrollo de la Asamblea Popular pro Foro Social Mundial y concurriremos a Porto Alegre.

* El autor es miembro de la Comisión Política del Partido Comunista de Chile.