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Latinoamérica

La Muerte de Bolivia

Arturo von Vacano / BOLPRESS

Un paparulo llamado Huascar Vega que yo no conocía ni en pelea de perros me ha enviado abusando del Internet una singular nota en la que (porque es un zorro como observador) anota lo que los niños del Tercer Mundo saben desde 1980: el FMI es la Gestapo económica del Imperio y no va a parar hasta acabar con todos los pobres del universo como si fueran pieles rojas.
Esa genialidad de Vega, más el disgusto amargo que me ha quedado después de los 20 muertos (oficiales) y los 100 heridos (oficiales) del último diálogo entre policías y militares sostenido en la Plaza Murillo, me lleva a anotar eso que saben los niños del Tercer Mundo pero los políticos, los politólogos, los periodistas y los "cultos" de Bolivia no pueden ver: La hora ha sonado ya (en 1980) y asistimos al lento entierro, no del país (porque no se puede enterrar un país) sino de los habitantes de ese país, los pocos que quedan, porque esa es la fórmula del FMI, de Goni, del embajador delincuente y de todos los que ven "claro" este asunto.
No es difícil verlo claro. Pero si lo que le pasó a la Argentina no basta, nada bastará, por otro lado; no hay peor ciego que quien no quiere ver. Y ahora es buen momento para pasarle vinagre por la herida a mi lector, si es que me queda alguno: Bolivia era un problema que podía arreglarse de dos maneras: (a) cambiando el país, cosa imposible porque el país, como el Illimani, nunca cambiará; está allí mientras dure el planeta; (b) cambiando al pueblo, cosa muy posible, porque ya se hizo en USA (y otras partes).
USA era el "reino" de los pieles rojas (tan bravos ellos, tan nobles, tan estúpidos) hasta que descubrieron el rifle de repetición y el Sistema: lo demás es historia. Hoy los pieles rojas son adornos muy bonitos de varios museos. El embajador y Goni están cambiando al pueblo, pues, porque no pueden cambiar el Illimani.
Los bolivianos, que eligieron a Banzer (¡lo eligieron!), que eligieron a Jaime, eligieron a Goni (¡dos veces!) y siguen felices porque tienen su carnaval de Santa Cruz (la república independiente del dinero, el sexo y el sarao, es Miami en burdo) nos dividimos aunque no lo aceptamos en sólo dos "clases": los que podemos salir ( a mi me invitó a salir García Mesa, recuerdan mis parientes) y los que nunca podrán salir ( el minero de ayer, el cocalero de hoy.)
El que nunca podrá salir es el boliviano que nace y muere en su patria y es, por tanto, el único que tiene derecho a opinar sobre su tragedia. Los demás, el que más o el que menos, somos unos payasos disfrazados de "occidentales".
[En USA hay una cosa llamada "La Llajta" en el Internet en la que aparecen los bolivianos "idos y nunca volvidos" que son más bushistas que Bush porque en USA comenzaron a comer tres veces al día… Se pasan las horas predicando sobre Bolivia y después se van a dormir, gordos y felices de gozar de la "protección" del Imperio. Son unos patriotas, esos tontines burgueses. Tengo el honor de haber sido expulsado de esa sociedad de levudos porque llamé "sapo" a un embrión de nazi (que en USA florecen como rosas y no sólo en Miami, país de gusanos, sobre todo después del golpe de estado del Rey Jorge)].
Como es bien sabido, la embajada es harto generosa con visas cada vez que truena un cohetillo en la llajta (la verdadera, no ese nido de grillos del Internet) y de esas oportunidades han aprovechado 80.000 bravos hijos de Tarata para avencidarse en Washington y regalar a la Casa Blanca cuatro horas de folklore y cholas sin calzón cada Cuatro de Julio.
Hay bolivianos en los cuatro puntos cardinales de USA, hay haciendas dedicadas a criar llamas de calidad atendidas por indios no sólo "puros" sino puros, y más de cuatro mil equipos bolivianos de fútbol dedicados a tomar cerveza cada sábado y cada domingo.
Pero hay otros que insisten en hacer un país y se quedan en Bolivia.
A esos es a los que hay que cambiar a como dé lugar, pues. Para eso es que están el Goni y el Jaime, para dejar "limpio" el país, y que vengan los compradores de lejanos países a reemplazar a esos cangrejos que son revoltosos sólo porque tienen hambre. Sólo entonces habrá paz y progreso, pues. Sólo cuando se hayan comprado todo, hasta el carnaval de Santa Cruz, esos extranjeros ricos que se compraron el agua de Cochabamba, por ejemplo, antes de que CBB los sacara a patadas (dicen).
Eso es lo que los bolivianos "cultos" no quieren ver. Esos son los Huascar Vega que creen arreglarlo todo con una jeremiada por el Internet. Esos son los que le aceptan después de 40 años su acento gringo al Gonicito como si fuera natural (es su saludo de camarada de armas, pues). Esos son los que hoy reclaman "paz entre hermanos" después de dos siglos de haberse hechos los topos. (La Razón llama a la Revolución del 52 "revuelta" porque hoy ese diario pertenece a un fascista).
Antes de que alguien me muerda los tobillos quiero recordar a quien le interese un pito que me he pasado la vida anunciando lo que hoy le sucede a la llajta. Mi "Morder el Silencio" lo anunció quince días antes del golpe Coca-Militar. Mi Antón lo dice a gritos. Todas mis notas lo sugerían. Si algo aprendí es que no hay peor negocio que el de profeta, pero deja una satisfacción amarga: como muchos, yo lo vi venir; como muy pocos, lo dije. Como a todos, no me sirvió de nada. Y hoy es ya tarde y sólo me queda llorar como anciano lo que no pude evitar como adolescente.
Y en eso me acompañan todos los nacidos en Bolivia, los que pueden irse y los que se quedarán a morir bajo el Imperio luchando o sin luchar, los que se duelen de que policías y militares (dada la situación, mercenarios todos) hayan roto por una vez la tradición tan boliviana de ver a sus uniformados asesinando a sus civiles, los copiones de Occidente que quisieran ser gringos pero no pueden, y hasta los que, porque nacieron donde nacieron, saben que no hay otra salida que morir a bala cuando el Imperio lo ordene.
Porque Bolivia murió hace rato: miren su soberanía en la cara del embajador delincuente; nos mandan pistoleros para imponer su ley. Argentina murió hace rato. Brasil murió hace más de un rato…
Ahora sólo falta acabar con la indiada, a lo Irak. Y se hará. Por supuesto que se hará. ¿Acaso no lo demanda el Rey Jorge? "O conmigo, o contra mí": buena fórmula para "cambiar" los pueblos por ceniza después de convertir a los países en canchas de parqueo, como lo prometía Reagan.
"Papito…", pregunta el bueno de Huasquitar: "¿Qué es genocidio?"
"No jodas, niño. Mira por la TV a Irak, y ya aprenderás".
Bueno pues: hoy por Irak, mañana por Tarata.
Buenos días, buenas tardes o (lo más probable) buenas noches.