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Latinoamérica

Bolivia llora a sus caídos

Miles de pañuelos blancos acompañaron hoy en La Paz a los policías caídos en la revuelta contra el impuestazo. Las balas y violencia cedieron su lugar al dolor y llanto de los más pobres. El gobierno ha superado lo más duro, mientras sindicatos y organizaciones populares, débiles y en crisis, aún no saben cómo canalizar la bronca de los de abajo que claman porque Goni se vaya

Econoticiasbolivia.com (La Paz, febrero 14 de 2003).- En una tregua de facto, una masiva procesión despidió hoy a los policías caídos en los enfrentamientos de la Plaza Murillo. El cortejo fúnebre de los nueve uniformados fue acompañado por miles de pañuelos blancos, entre ellos el que levantaba el viejo Gerardo a las 10 de la mañana, frente a su puesto de trabajo, en la calle. "Ya no van a venir!!!, ellos traían sus motos para que yo las lave".
Después de un recorrido de algo más de 20 cuadras, en una de las avenidas más céntricas de La Paz se sumaron, a la procesión y los himnos, cientos de obreros y trabajadores ambulantes, que volvieron, desde muy temprano, a darle la imagen de normalidad a la fachada de la ciudad.
En los actos del sepelio, el Presidente de la Asamblea de Derechos Humanos de Bolivia, Waldo Albarracín, acusó al gobierno de la muerte de 24 personas, nueve policías, cuatro militares y once civiles. Dijo que la institución que dirige evidencio la presencia de francotiradores durante los conflictos y que el Parlamento tiene la obligación de investigar los hechos para dar con los directos responsables.
Los cinco cabos, tres sargentos y un teniente, fueron enterrados con honores en el cementerio general, al medio día. La muchedumbre enlutada, los despidió como héroes y se fue dispersando entre gritos y llanto, por dos caminos claramente marcados, después del convenio que firmaron los policías rebeldes con el gobierno: los uniformados por uno y los que continuaron con las consignas en contra del presidente, por otro.
Aún así, los policías no hicieron nada para evitar que los familiares y extraños que acompañaban los ataúdes, agredieran a insultos y golpes, minutos antes, a diputados oficialistas que querían participar de los actos del entierro.
Fue un hecho esporádico y aunque provocó la huida de los congresistas, no pasó a mayores, pues desde ayer por la noche en la sede de gobierno todas las marchas y protestas se han reducido y las calles y caminos del país están expeditos. Los cocaleros, otro sector que sumado al movimiento de los policías dos días atrás realizó marchas y bloqueos, quedó en estado de vigilia.
Desde hoy por la tarde, las oficinas públicas y privadas volvieron a abrir las puertas, pese a que en muchas de ellas los sillones, papeles y computadoras ya son parte de las cenizas y los escombros del miércoles 12.
El sector de los trabajadores comenzó hoy a reunirse para evaluar la nueva coyuntura política. Los sindicatos y organizaciones populares, sumidos en profunda crisis ideológica y organizativa, buscan revitalizarse, aunque todavía no saben cómo vanguardizar el repudio generalizado de trabajadores y de la población más pobre, contra el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada y el modelo económico.
La revuelta del miércoles estuvo capitaneada por los policías rebeldes y los enfrentamientos y violencia del jueves por jóvenes, desempleados y población civil, que por la ausencia de una dirección político sindical, según analistas como el politólogo Jorge Lazarte, derivó en actos de vandalismo.
Por estos actos, calificados por el gobierno como delincuenciales, se detuvo a dos centenas de personas, la mayor parte jóvenes y niños, quienes están siendo investigados. Mauricio Antezana, vocero presidencial dijo que el país está recuperando la tranquilidad, que sería total a partir del lunes, cuando se reiniciarían las labores escolares.