Vicente Romano
El choque de imágenes
entre conquistadores y conquistados
Rebelión / La Fogata
Conmemoraciones.
En 1992 España conmemoró el V Centenario
de la llegada de Colón a las islas del Caribe. Este año es Brasil
el que organiza por toda su geografía actos conmemorativos de los viajes
de Americo Vespucci y Pedro Alvarez Cabral por sus costas hace ahora 500 años.
La abundancia de este tipo de actos se debe al sistema decimal del calendario
y al uso político que se ha hecho y se hace de él1. Es cierto
que los seres humanos "necesitan rituales para presentar en público lo
que tienen en común. Pero también deberían buscar claridad
acerca de lo que conmemoran, a quién, cómo y por qué, Recordar,
conmemorar, debe reforzar el juicio y el pensamiento críticos"2.
Esto es precisamente lo que pretende esta exposición: aplicar el pensamiento
crítico a la relación Europa-América desde el punto de
vista del tema de este seminario, es decir, la relación entre imagen
y violencia.
Conocimientos precarios.
La llegada de los europeos a América, la exportación de
sus técnicas civilizatorias, no se comprende sin comunicaciones precedentes,
como la existencia de países y pueblos extraños. Tenía
que haber una imagen del mundo en la cabeza antes de que se plasmara cartográficamente
y fuese útil para el transporte de personas y mercancías.
Pero esta imagen del mundo no podía ser exacta, por insuficiencia de
conocimientos acerca de la tierra. Estaba más bien impregnada de la capacidad
intelectual del movimiento cultural europeo.
Hasta que Colón efectuó su primer viaje a América, el mundo
terminaba para Europa en el Atlántico, el "mar de las tinieblas", gran
devorador de paraísos perdidos y de imperios sumergidos. Pero, como ocurre
a menudo, el misterio, la fantasía y el mito incitan a la acción.
La antigua leyenda de la Atlántida estimulaba la imaginación de
los poetas y de los navegantes ambiciosos y audaces. El libro de Marco Polo
mantenía aún vivo su actractivo.
Europa vivía por esos años un clima de exaltación, al que
contribuyen los libros recién salidos de la imprenta, invento del alemán
Gutenberg.
A finales del siglo XV, los signos del tiempo se caracterizan por la confusión
y los grandes cambios. La Edad Media deja paulatinamente paso al Renacimiento.
Empiezan a configurarse las nacionalidades europeas y se apuntan grandes transformaciones
políticas, económicas, culturales y geográficas.
La preocupación esencial de la época es Oriente, región
de reinos y riquezas fabulosos, del oro, la seda y las especias, así
como del exquisito refinamiento de los placeres terrenales. La caída
de Constantinopla en 1453 hizo más complicado el aprovisionamiento de
tales materias y encareció su valor. Había que buscar, por tanto,
otra ruta. Marineros portugueses y andaluces habían intentado ya, aunque
sin éxito, llegar a Oriente por Occidente. Le aseguraron a Colón
que allí había islas y un mar de hierbas. Islas que, en una geografía
fantástica, herencia de la Antigüedad y del Medievo, se denominaban
Atlántida, Brasil, Antillas, etc.
Cierto, el mar está poblado de islas, que ofrecen al navegante exhausto
descanso reparador, agua dulce, mujeres exóticas y otras ensoñaciones.
La imagen y el término de "isla" se aplican en los primeros momentos
para designar las tierras "nuevas". Más aún, muchas de las utopías
se sitúan en islas. El imaginario europeo de aquella época confundiría
islas con continentes, y éstos con aquéllas, Así, Alvarez
Cabral, que partió con el mismo rumbo que Vasco de Gama, se desvió
y arribó por casualidad a una "isla" que llamó Terra da Santa
Cruz, el Brasil actual.
Por aquel entonces Europa desconocía la realidad del otro continente:
habitantes, fauna, flora, alimentos, etc. El desconocimiento de la realidad
y la fantasía indujeron a imágenes deformadas y a visiones utópicas.
Así, un error de cálculo de Toscanelli, que había malinterpretado
la medida china de longitud, el me, hizo creer a Colón que había
descubierto un nuevo atajo al extremo oriental de Asia, y murió convencido
de que había llegado a Cipango (Japón), poco menos que a los arrabales
de Tokio.
El error de Colón lo corrigió muy pronto el cosmógrafo
alemán Waldseem¸ller, quien, en su Cosmographiae Introductio de
1507, habla ya de un nuevo continente que denomina América, en honor
de Amerigo Vespucci. Fue éste quien en 1498 había hablado por
primera vez de un "nuevo mundo".
La imaginación europea de aquella época, deseosa de transcender
el angustioso topos europeo, sueña con el transtopos, con la utopía.
Desde la "Atlántida" de Platón, la "Civitas Dei" de Agustín
de Hipona, la "Utopía" de Tomás Moro, la "Civitas Solis" de T.
Campanella, y así hasta los socialistas utópicos del XIX, muchas
de esas ensoñaciones sociales se sitúan en América3.
A finales del siglo XV, el imaginario europeo también estaba preocupado
por la ubicación del Paraíso. De acuerdo con el Génesis
debería estar en un lugar exótico y elevado, al que no llegaran
las aguas del Diluvio Universal. En sus cartas y relatos, C. Colón y
A.
Vespucci, por ejemplo, creen que han llegado a unas tierras que muy bien pudieran
ser el Paraíso. Y todos desean huir de la insoportable sociedad europea
y llegar al Edén.
La llegada de los europeos a finales del XV y principios del XVI al otro lado
del Atlántico supuso para ellos la apertura de una nueva ruta comercial.
Es desde esta perspectiva desde la que se puede hablar de "descubrimiento",
aunque no fuese exactamente así, ni siquiera para los europeos.
Confusión de términos.
La aparición de unas tierras sin delimitar, imprecisas, que nadie
sabía cómo denominar, si Paraíso, Cipango (Japón),
Indias, Islas, Tierra Firme o Nuevo Mundo, puso en un brete a toda la tradición
científica y religiosa de Occidente. En un primer momento, aquello era
el extremo oriental de la tierra habitada. Cinco siglos después del llamado
"descubrimiento" de América, los moradores de esas tierras se siguen
llamando "indios", cuando es bien sabido que la India y sus habitantes están
en otro continente.
El propio término de "descubrimiento" fue y sigue siendo inadecuado,
por reflejar la visión eurocentrista de los acontecimientos. Cuando los
españoles, portugueses e italianos llegaron a América encontraron
aquellas tierras pobladas por gentes que tenían que haber venido de alguna
parte. Desde la negroide brasileña "Luzia" hasta los españoles
y portugueses, el espacio americano fue "descubierto" y colonizado por distintos
pueblos. De ahí que se deba tener claro lo que se conmemora, a quién,
cómo, por qué, etc.4.
En todo caso fue un descubrimiento recíproco. Para el antropólogo
cubano Fernando Ortiz, lo encontrado no fue en realidad un "nuevo mundo" sino
varios mundos nuevos. "Dos mundos que se ignoraban se descubrieron el uno al
otro... No fue tan solo un encuentro de hombres diversos, sino el inesperado
contacto, abrazo material y espiritual de dos civilizaciones o, como quizá
se diría mejor, de dos culturas"5. Pero ya se sabe quién llevó
la peor parte de este descubrimiento recíproco.
Si se piensa en la ocultación que durante siglos se ha hecho de lo genuinamente
americano, de lo que pudiera ser expresión cultural del hombre americano,
de la resistencia continuada de los pobladores autóctonos en tierras
americanas, desde Enriquillo a Atahualpa, desde Caupolicán a Tupac Amaru,
desde Toro Sentado a los habitantes actuales del Quiché y de Chiapas,
habría que hablar más bien de "encubrimiento"6.
Como la conmemoración es tiempo de recuerdo, de des-olvido, de historia
para la acción debería hablarse del des-en-cubrimiento7. Mas,
como bien se sabe, éste es un complejo problema político, económico,
cultural, religioso, ecológico.
Estas y otras consideraciones permiten que algunos, como el mexicano O'Gorman,
hablen de la "invención de América"8 . Otros, en fin, tienen en
cuenta que Colón buscaba una cosa y tropezó con otra. De ahí
que hablen de "tropiezo" o "tropezón"9.
Lo cierto es que al proyectar sobre las nuevas tierras conquistadas la racionalidad
europea se unificó el mundo. Se inventó América porque
se cierra el mundo. Recuérdese que Australia no se descubre, se coloniza.
En palabras de F. Ortiz, "la luz de los años que siguieron evidenció
la inmensidad del descubrimiento y de su transcendencia..... La historia cambió
de rumbo, el mundo fue completado y todo él pudo ir iluminándose
por un ecuménico ideal de cultura igualitaria y fraterna"10. Si así
fuese, esto es lo que daría sentido a la conmemoración.
La discusión terminológica, no exenta de conflictos, ha llevado
a que se hable de "encuentro" entre culturas, como se ha dicho más arriba.
En el sentido de hallazgo, descubrimiento, el panorama que surgió ante
los primeros expedicionarios, ejemplificados aquí en Colón y A.
Vespucci, era el de una imagen idílica de aquellas tierras. El agradable
clima, la exuberante vegetación y la placentera existencia de sus habitantes
llevaron a los recién llegados a creer que habían encontrado un
verdadero paraíso. El diario y las cartas de Colón y A. Verpucci
no sólo reflejan el asombro y el desconcierto ante tantas maravillas,
sino también la imagen de América como refugio para los europeos.
América es un paraíso, una naturaleza virgen, con ingenuos habitantes
y grandes riquezas, donde el cansado hombre de Europa puede encontrar una nueva
residencia. Idea que enlaza con las utopías de Campanella, Moro y Bacon,
sí como con la del buen salvaje del siglo XVIII..
Esta imagen del "buen salvaje" procede del espíritu religioso con que
los primeros europeos contemplaron a los moradores de América. La cosmogonía
bíblica, por un lado, y la vida fácil, adámica, edénica
y de base comunista, por otro, los veía como seres sencillos, bucólicos,
mansos. Es la imagen del hombre natural, bueno, desnudo de vestidos y de perversidad,
el Otro, diferente al hombre occidental corrompido, descontento consigo mismo.
Esta imagen, recogida luego por los enciclopedistas del XVIII y, en particular,
por Rousseau, nació en América11.
Asombro recíproco.
En el terreno de lo concreto cabe distinguir tres aspectos del asombro
y enriquecimiento mutuos como resultado del encuentro y del intercambio de culturas:
el de la fauna, el de la flora y el de la alimentación.
Por el lado cristiano, la presencia de tanto animal extraño planteaba
un problema teológico. ¿Cómo es que Dios no dejó noticia
de esas tierras? ¿De qué compartimento del arca de Noé salen todos
esos bichos? San Agustín había embarcado en ella a una pareja
de los que se conocían en Europa, Africa y Asia. ¿De dónde proceden
entonces los de América? ¿Cómo nombrarlos y describirlos? ¿Cómo
representarlos gráficamente para los europeos? El primero en sospechar
de la capacidad del arca de Noé fue el avispado florentino Amerigo Vespucci.
En una carta dirigida a Lorenzo de Médici en 1500 dice lo siguiente,
¿Qué diremos de la cantidad de pájaros y de sus plumajes y colores
y cantos, y cuántas especies y de cuánta hermosura: no quiero
alargarme en esto porque dudo no ser creído.
Quién podrá enumerar la infinidad de los animales silvestres [...]
y vimos otros tantos animales que creo que dificultosamente tantas especies
entrasen en el arca de Noé [...]12 ¿Cómo
reacciona un recién llegado de otro mundo ante tamaña confusión?
Pues improvisando, recurriendo a los animales conocidos y mezclando especies
para darse a entender. Antes que de hechos espectaculares y heroicos, que los
hubo, la crónica de la conquista y colonización de América
está fabricada a partir del estupor, la sorpresa, la incredulidad y,
como una consecuencia poética de todo ello, de la fantasía.
Se trata de un mundo olvidado de Dios, cuyos habitantes no se sabe bien de dónde
salen, de qué parte del Génesis. Su desconocimiento, por parte
de los europeos, les hace ver a éstos una flora y una fauna fantásticas:
plantas que comen animales, gallinas con lana en vez de plumas, sirenas feas
chapoteando en los manglares, perros mudos, caníbales cuya dieta se refleja
en su gesto deformado, etc.
Todo es maravilloso y asombroso, como los venados, que no se asustan de los
cazadores porque los moradores autóctonos los tenían por dioses
y nunca les habían hecho daño. En un primer momento se admira
la belleza de las nuevas tierras, que se describen en términos superlativos,
hiperbólicos. Su utilidad queda relegada a un segundo plano. Ningún
fruto es semejante a los conocidos en Europa. Todos los árboles son olorosos
y terapéuticos.
Fauna Americana: el problema de las
especies
Plantas que comen animales. |
La enorme diversidad de aves es de bellísimo plumaje.
Los habitantes van desnudos, tienen cuerpos proporcionados, bien plantados.
, Las mujeres son hermosas y limpias. Estas gentes no trabajan, carecen de Iglesia
y de Ley, cada uno es señor de sí mismo, viven según la
naturaleza. Son más epicúreos que estoicos, reconoce Vespucci.
No conocen la propiedad privada sobre las cosas y mucho menos sobre las tierras.
Se deleitan pescando. Ofrecen todo lo que tienen, no son comerciantes. En suma,
que aquello era el Paraíso, o éste no debía estar muy lejos
de allí.
La admiración se extiende también a los trabajos, la artesanía,
construcciones, algunos manjares, etc. Se admira, pero no se comprende, porque
no se reconoce al Otro plenamente como sujeto. Esta incomprensión subordina
el saber al poder, y se utiliza para fines de explotación, para "tomar"
del Otro lo que éste tenga de útil13.
Surgen problemas de comunicación. Ante la ignorancia de la lengua del
Otro se exagera el gesto. Pero la mímica no podía solucionar las
dificultades de comprensión e intercambio. Para los cristianos europeos,
la incomprensión de los "indios" es prueba suficiente de que estaban
alejados de Dios y, en consecuencia, se les encadena, se les priva de libertad,
por no entender lo que se les leía.
Todo hay que aprenderlo. La gran realidad el mundo nuevo es el hambre. Para
alimentarse han de sumergirse en una botánica desconocida y en una fauna
que no pocas veces les repugna. Las dificultades del abastecimiento, los frecuentes
matrimonios mixtos, etc., obligaron a los recién llegados a vivir en
el lugar y adaptarse a los alimentos encontrados. Españoles y portugueses
se familiarizaron pronto con los productos locales y establecieron rápidamente
un intercambio con los americanos.
Intercambio desigual.
En este encuentro desigual América dio la patata, el maíz,
los frijoles, el tomate, el pimiento, el chocolate, el cazabe, el pavo, etc.
A cambio de todo esto Europa llevó el trigo, el azúcar, la sal,
el vinagre, y también el hierro, la pólvora, la rueda, el caballo,
el buey, la moneda, el salario, el libro, la esclavitud, Jesucristo, etc. Ambas
partes salieron enriquecidas, pero una más que otra.
Desde el punto de vista de la sanidad, los cristianos aportaron, entre otras
cosas, la gripe, la malaria, la tosferina y la viruela, causas principales de
la terrible mortandad entre los habitantes de América. A cambio se llevaron
a Europa toda una variedad de sífilis y de enfermedades gastrointestinales.
Los habitantes del lugar contemplan a los invasores desde una perspectiva enfrentada.
Las armas de fuego, los caballos y los perros estremecen y asombran. Tardarán
algo en comprender cuál es su papel entre aquellos seres que lo mismo
caminan en extrañas casas sobre aguas que formando cuerpo con otro ser.
Ellos, que no conocían animales domésticos, no entienden cómo
era posible que aquellas fieras que comían hierro y carne se mostrasen
dóciles a las órdenes de sus amos, de que sólo les mordiesen
a ellos. No había duda de que hombres capaces de tamañas hazañas
eran algo divinos y estaban llamados a hacerse obedecer. Caballos y perros contribuyeron
a derrotar a los americanos y a facilitar el acceso a nuevos mares14. Ya lo
dijo Colón: "Son buenos para mandarlos y hacerlos trabajar, sembrar y
hacer todo lo otro que fuere menester"15.
El
conquistador victorioso.
|
Los
perros como arma de la conquista.
|
Pero encuentro significa también acercamiento mutuo en
libertad y con afecto, relación igualitaria entre dos personas, presencia
simultánea, fraternal, en un espacio social.
Este tipo de encuentro entre los dos mundos, las dos culturas, apenas sobrevivió
a la estupefacción y asombro recíprocos del primer viaje. La segunda
expedición llevaba ya a religiosos y escribanos (notarios públicos)
para convertir a los infieles y tomar posesión legal de sus tierras.
Fueron forzados a venerar imágenes distintas a las suyas. Y como no siempre
se mostraron dispuestos a ello, surgió rápidamente el "desencuentro",
dando así paso a la conquista y colonización, a la violencia física
y psíquica.
Choque de imágenes y de culturas.
Cuando el encuentro es desigual, cuando uno va con la intención
de explotar al otro, el encuentro se traduce en encontronazo, en choque violento,
en enfrentamiento, o sea, darse de frente, afrentar, humillar, agraviar.
Desde el lado americano se vive la intrusión (del latín intrudo:
meterse violentamente en el interior), la penetración en el mundo del
otro, sin derecho ni permiso, o sea, la intromisión. El recién
llegado irrumpió agresivo, arrogante, violento. Los moradores americanos
vivieron esta intrusión como desconcierto, terror y servidumbre. Un mismo
hecho con dos sentidos y dos efectos contrapuestos16. Para el cristiano colonizador,
una tierra que no figura en la Biblia es del primero que se la encuentra. Por
eso se lanzan inmediatamente a su conquista, aunque al principio plantee algunas
cuestiones de legitimación. Pero Europa vive en la ilusión de
que le pertenecen.
Con la conquista de América empieza a consolidarse la idea de que el
hombre es propietario de la naturaleza. Se modifica así la relación
con la tierra y con el espacio.
Engreído por su superioridad absoluta, y a partir de los siglos XVI y
XVII, el europeo se convierte en depredador del espacio, de la naturaleza y
de quienes la habitan17.
Los teólogos le ofrecen una doble coartada para solucionar sus posibles
dudas morales: una civil, el Derecho de Gentes; otra religiosa, la evangelización
de infieles. Por eso la cruz y la espada van inseparablemente unidas. La Iglesia
del siglo XVI "no tuvo carácter humanitario, sino conquistador, rapaz,
brutal. Bautizaba y después mandaba al Paraíso con la hoguera
y la tizona"18. Hubo destacadas excepciones, claro está, como Fray Bartolomé
de Las Casas o Fray Bernardino de Sahagún. Pero fueron eso, excepciones.
La expansión espiritual va indisolublemente unida a la conquista material.
Los conquistadores dan la religión y se llevan el oro y las riquezas.
Como cultura dominante, el eurocentrismo ha menospreciado las otras culturas
y ha destruido las expresiones ajenas. En relación con América,
la violencia material y simbólica de los invasores se tradujo en la destrucción
del imaginario autóctono, de sus mitologías, sus culturas, sus
templos, etc. Y todo ello "para el más efectivo dominio y la más
efectiva explotación de las riquezas naturales"19. En esto, los conquistadores
europeos se comportaron como todos los demás: se destruyen libros y monumentos
para erradicar el recuerdo, la memoria histórica, y reescribir la historia
a su manera20.
Cuando el que se considera superior no entiende el comportamiento del inferior,
deduce que su actitud se debe a la vileza y ruindad de su carácter. Se
cuestionaba que tuvieran alma. La imagen dominante, e interesadamente propagada,
de los "indios" era la de desnudez, de vestidos, de cultura y de moral, o sea,
de pecado y desenfreno sexual.
A partir de ese momento se le aplica el látigo y toda clase de epítetos
despectivos: bárbaros, viciosos, impíos, siervos de los demonios,
violadores de la naturaleza (precisamente a ellos), blasfemos, idólatras,
etc. El cristiano europeo considera como un igual al "indio" americano. Pero
se trata de un igual malo, pecador y, por tanto, merecedor de castigo21 . A
los 60 años del "descubrimiento", América estaba ya cubierta de
cruces, desde el Mississipi hasta el Río de la Plata y el Mapocho, cruces
de cementerios y de templos, con sus correspondientes ciudades, Los moradores
han quedado diezmados. Un siglo y medio después de la conquista habían
desaparecido casi 100 millones de seres humanos. De los 25 millones que había
en México en 1500 sólo quedaba un millón en 160022.
El poeta chileno Pablo Neruda describe esta situación en su Canto
General (1948) con estas palabras:
"El obispo levantó el brazo, quemó en la plaza los libros
en nombre de su Dios pequeño
jaciendo humo las viejas hojas gastadas por el tiempo oscuro
Y el humo no vuelve del cielo"
...............................................
"Sólo quedan huesos
rígidamente colocados
en forma de cruz, para mayor
gloria de Dios y de los hombres"
El discurso colonizador.
Sí, cristianización implica considerar al otro como igual.
Pero si se niega a trabajar de esclavo o a entregar gratuitamente sus riquezas,
entonces se le somete por la fuerza, se le reduce a una situación de
inferioridad. Esta contradicción se supera mediante el discurso colonizador,
mediante la violencia simbólica que acompaña y justifica la física.
Los rasgos distintivos de este discurso son:
Aplicación masiva del terror. Entre las formas aplicadas, todas
las cuales condujeron a la rápida disminución de la población,
se destacan las siguientes: a) la muerte directa, además de las guerras;
b) los malos tratos, sobre todo el ritmo extenuante del trabajo, que redujo
la esperanza de vida de un minero, por ejemplo, a 25 años, y la consiguiente
baja de natalidad; c) las enfermedades, el choque microbiano producido por la
viruela, por ejemplo.
"Quemar pólvora contralos paganos equivale a quemar incienso ante el
Señor", sentencian algunos frailes.23.
Justificación de la superioridad propia y de la inferioridad del sometido.
Los conquistadores necesitaban justificar, tanto para sí mismos como
para su ordenamiento sociopolítico, la explotación y servidumbre
de los conquistados. La argumentación discurría en torno a la
superioridad de los dominadores y la inferioridad de los dominados. Como es
sabido, la tesis de la superioridad de un grupo étnico sobre otro se
apoya en la mitología.
Aristóteles, por no mencionar a los espartanos, decía ya en su
Metafísica que el mito es para convencer al vulgo y para fines
legislativos y utilitarios. Los conquistadores y colonizadores de América
recurren también a Aristóteles, y no sólo al Evangelio,
para defender lo indefendible. Como los griegos, trazan una analogía
entre pueblos bárbaros y esclavos.
Aplicado este argumento a los pobladores de América, el "indio" ocupa
el peldaño más bajo de la escala de valores, por debajo incluso
de los pobres. Y eso es así, aducen, porque son diferentes, opuestos.
Se razona y se comprende para tomar y destruir. La diferencia se degrada en
desigualdad.24.
Degradación del "indígena", negación de su identidad,
de su humanidad. Los barcos que llevan a América animales vuelven
cargados de esclavos, produciéndose así una analogía entre
indios y bestias. Así, la imagen que se tiene de los indios los sitúa
a mitad de camino entre seres humanos y animales. Se contaban historias y mitos
y se creía en seres monstruosos. Muy pronto empezaron a circular fábulas
de hombres de un solo ojo, con rabo y hocico de perro, que se alimentaban de
seres humanos, de mujeres con patas de rana, etc.
Aspecto
extraño de los habitantes.
|
Destrucción de su subjetividad y personalidad, estigmatización
y ridiculación de todo lo autóctono. En consecuencia, aplicación
de categorías deshumanizadoras, como nativos, primitivos, aborígenes,
naturales, etc., que remiten a asociaciones de antropoides y no de seres iguales.
Mantenimiento del término "indio" con toda su carga negativa.
Imposición de un nuevo imaginario a través del discurso de
un "nuevo orden" superior.
Por último, está también la imagen del indio holgazán.
Frailes y cronistas informan constantemente acerca de que los pobladores autóctonos
de América se resisten a trabajar para los invasores extranjeros, por
lo que deducen que son vagos, e incluso dicen que enferman con el trabajo. Esta
actitud de los "indios" no sólo se debía a su falta de codicia,
sino que era también consecuencia lógica de las condiciones de
explotación y esclavitud a que fueron sometidos. Todos los dominadores
han utilizado el discurso difamador contra los insumisos y dominados. En los
siglos XVI y XVII se aplicaba esa misma imagen de holgazanes y vagos a los españoles
de la península. Luego se utilizaría contra los negros, mexicanos,
latinos, etc. Pero la realidad es que rehusaban los trabajos que se les ofrecían
por ser los peores y, como afirma F. Ortiz, porque la cosmovisión que
dirigía sus actos y su cultura no concordaba con la realidad que se les
imponía, desgarrándolos de ella. La holganza no era sino la tendencia
natural al menos esfuerzo físico, una reacción contra el sobretrabajo
opresivo. Cuando los negros sustituyeron pronto a los indios como esclavos,
también se hacían cimarrones, o se evadían del agotador
trabajo esclavo mediante el suicidio. Así que la holganza era una especia
de huelga de brazos caídos, una huelga biológica contra las leyes
del ritmo vital.25.
Las crónicas enviadas por los primeros conquistadores excitan la imaginación
de los que quedaron en casa. Todo el mundo quiere enriquecerse rápidamente.
De esa época perdura aún en España la imagen de: hacer
las América", o la del sueño americano", tan arraigada en el Norte
del continente. Fray Bartolomé de Las Casas describe con la imagen del
"hipo del oro" el afán y la avaricia de riquezas de aquellos segundones
e hidalgos hambrientos. Esta codicia se refleja en las constantes menciones
del oro: "no encontramos oro"; "encontramos, pero muy poco"; "nos dijeron que
había oro más lejos"; y así sucesivamente. Por todas las
rutas terrestres y fluviales se afanan hombres harapientos, famélicos,
los "rostros pálidos", de piel amarilla, color que tal vez se deba a
la sed de oro26. Esta enloquecida persecución del oro culmina con la
leyenda de El Dorado.
El oro de esos primeros años contribuyó de forma decisiva a la
acumulación primitiva del incipiente capitalismo en Europa. Pero ese
oro, esas riquezas naturales, fueron, y lo son aún, arrancadas violentamente
a los pobladores originarios de América. Como ya apuntó W.
Benjamin, no hay acto de civilización o de cultura que no sea al mismo
tiempo un acto de barbarie.
Esta fiebre del oro se dio también en el Norte del continente tres y
cuatro siglos más tarde, tan admirablemente descrita por Chaplin en "La
quimera del oro".
Visión de los vencidos.
Apenas se ha oído la voz de los vencidos, la de quienes sufrieron
la conquista y la destrucción, la colonización y el imperialismo
después. Sus protestas y sus imágenes se han acallado y encubierto,
aunque las hubo siempre. Al poco tiempo del desembarco inicial ya circulaban
por toda América presagios e imágenes de unos hombres barbudos
que venían a poseer la tierra.
Los americanos perciben y explican la conquista como un hecho sobrenatural.
Así, los incas creen en la naturaleza divina de los invasores, igual
que los aztecas y los mayas, aunque éstos hablan también de "extranjeros".
La imagen del tiempo de estos últimos es la rueda, o sea, una concepción
cíclica, mientras que la cristiana es la flecha, la progresión
lineal hacia la felicidad última, hacia la utopía celestial o
terrenal.
Los americanos se dan cuenta muy pronto de que los europeos cristianos quieren
someter sus tierras y hacerlos trabajar para ellos. Su experiencia les dice
que cristiano es sinónimo de embustero, hipócrita, falso. Las
crónicas y relatos "indios" los describen como gente mala, que usurpan
sus tierras y casas, siembran la discordia y el dolor. La reacción de
los conquistados contiene "un dramatismo comparable al de las grandes epopeyas
cl·sicas"27.
A los invasores que llegan montados en una especie de venados sólo se
les ilumina el rostro y se les alegra el corazón cuando se les ofrece
oro. Estos salvajes toman el oro de sus dioses y lo funden en barras.
Los vencidos califican a "los hijos del sol", a los conquistadores, de monos,
puercos hambrientos, bestezuelas, cobardes. Los libros mayas de Chilam Balam
los describen así: "Llegaron los extranjeros... los bárbaros,
los hijos del sol..
°Ay! °Entristeceos, porque llegaron! ... Vienen los cobardes... los blancos
hijos del cielo... °Ay! °Entristezcámonos porque vinieron!... los grandes
amontonadores de piedras..., los falsos, los opresores de la tierra que estallan
fuego al extremo de sus brazos, los embozazos... Ser· la muerte de los grandes
linajes.. Perdida ser· la ciencia, la sabiduría verdadera."28 Y así
sucesivamente.
Los conquistados no comprenden las ideas ni el comportamiento de los conquistadores.
Las siguientes palabras del cacique Quilalebo pueden resumir la reacción
de todos los pobladores originarios de América: "¿Por qué los
españoles nos tienen por tan malos como dicen que somos? Pues en las
acciones y en sus tratos se reconoce que son ellos de peores naturales y crueles
condiciones, pues a los cautivos los tratan como a perros, los tienen con cormas,
con cadenas y grillos, metidos en una mazmorra, y en un continuo trabajo, mal
comidos y peor vestidos, y como a caballos los hierran en las caras quemándolos
con fuego.
Si acá hiciésemos eso con vosotros... No habremos querido imitaros
en esto, por parecernos crueldad terrible y no digna de pechos generosos ni
de valientes soldados...
Y el quemarles las caras con hierros ardiendo y otros instrumentos, capitán,
¿por qué lo hacen?.... Nosotros, ¿qué es lo que hacemos? ... Defender
nuestras tierras, nuestra amada libertad y nuestros hijos y mujeres".29 Surge
así lo que se ha dado en llamar el "dolor del indio", en cuyas manifestaciones
culturales, como la música quechua, por ejemplo, y en sus rostros se
quiere percibir "la expresión de un dolor profundo, considerado como
típico de la raza, y, por tanto, incurable, .... dolor llamado cósmico".30
Aparece entonces la soledad, pero no la de un individuo, sino la de los pueblos
vencidos, mas no derrotados aún, en todas partes de América.
Abandono del eurocentrismo.
La conquista y colonización de las tierras americanas que españoles
y portugueses llevaron a cabo en cinco o seis décadas no tiene parangón
en la historia. Y, sin embargo, esa epopeya de agresión y resistencia
apenas se ha llevado al cine. En comparación con ella, la conquista del
Oeste norteamericano lleva ya 100 años produciendo películas y
beneficios a Hollywood, alimentando al mismo tiempo el imaginario del mundo
entero con ideas falsas de libertad e individualismo. Las 13 colonias de la
costa atlántica de los Estados Unidos tardaron 300 años en ponerse
en marcha hacia el Oeste. Con whisky, colts, winchesters y enfermedades venéreas
exterminaron en 25 años a dos docenas de tribus nómadas y a unos
cuantos millones de búfalos, base de su sustento. Y este es el imaginario
dominante en lo que se llama cultura occidental.
A este respecto tal vez valga la pena recordar que, en Europa y Asia, los yanquis
nunca han llevado a cabo guerras contra un pueblo o una clase social, sino contra
personas: Hitler, Sadam, Milosevic. Su propaganda se basa en la personificación
y demonización de los dirigentes. En América Latina, en cambio,
sí han efectuado guerras coloniales, apoyándose en el famoso lema
de Monroe "América para los americanos", del Norte claro está.
Ahí están, por ejemplo, las guerras contra México, al que
arrebataron más de la mitad de su territorio, contra los países
de América Central, el Caribe, etc.
A la hora de las conmemoraciones conviene aplicar el pensamiento crítico
y saber qué es lo que se festeja. , como decíamos al principio.
Desde la perspectiva de este seminario, el abandono del eurocentrismo parece
ser una demanda justa. Hasta ahora, la versión y el imaginario predominantes
del "descubrimiento", conquista y colonización de América han
sido los europeos. A los cinco siglos de estos acontecimientos es hora ya de
incorporar la versión americana, o mejor dicho, las versiones, dada la
diversidad cultural y étnica, el mestizaje, la inmigración, etc.,
de América. El abandono del eurocentrismo implica también el del
concepto de que cultura es sinónimo de cultura occidental. El re-encuentro
y el diálogo de este V Centenario tienen que suponer el reconocimiento
de las diferencias, de las cultura indo y afroamericanas, pues la cultura es
universal y no sólo occidental o europea y entre los componentes de la
cultura americana hay que tener muy en cuenta el africano, habida cuenta que
entre los siglos XVI y XIX llegaron a América, y no voluntariamente,
20 millones de africanos, que aportaron no sólo su fuerza de trabajo
barata, sino también valores culturales que, en su mestizaje o pureza,
han enriquecido el acervo cultural de América.
Créditos
Ainhoa Martín Emparan ha ayudado a sacar fichas bibliográficas,
a obtener las ilustraciones con el escáner y trasladarlas al texto.
Las ilustraciones están tomadas el libro de Emilio García
Mer·s Caballo contra Jaguar.
1 Cf. Romano, Vicente: "Empleo político
del calendario", en: El tiempo y el espacio en la comunicación. La razón
pervertida, Hiru S.L., Hondarribia (Guipúzcoa), 1998, pp. 332-345.
2Pross, Harry. íWessen gedenken, wann, wie und warum. Einleitung zun
seminarthemaî, mimeo, Weiler 1989.
3 Para las utopías de la Antigüedad cf. G¸nther, R / Muller, R.,
Suzialutopien der Antike, Leipzig, 1987.
4 Como se sabe, el primer descubrimiento lo realizaron los pueblos cazadores
que desde Asia cruzaron el estrecho de Bering hace más de 40.000 años
y se dispersaron por toda América. El 2º descubrimiento, según
lo planteó Paul Rivet en 1908, fue el efectuado por los navegantes melanesios
a través del Pacífico. Según el brasileño Méndez
Correa, hubo un tercer descubrimiento llevado a cabo por los australianos vía
Tasmania y a lo largo de la Antártida. El 4º descubrimiento sería
el realizado por los vikingos hacia el año 1000 de n. e. Luego vino el
de Colón en 1492. Pero existen muchos autores que defienden el descubrimiento
de América por egipcios, cartagineses, chinos e incluso los protonautas,
que, como Alonso Sánchez de Huelva, descubrieron casualmente América
antes de que llegase Colón.
Para Luzia véase la revista Veja, año 32, nº 34, de 25 de agosto
de 1999.
5Cf. Ortiz, Fernando. Estudios etnosociológicos, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1991, p. 6.
6 Cf. Romano, V.: Loc. Cit. P. 337.
7 AA.VV.: Nuestra América contra el V centenario. Emancipación
e identidad de América, Txalaparta, Tafalla, 1989, p. 84.
8 Ibídem ,p 187.
9 Cf. Romano V. Loc. Cit. P. 238.
10 Ortiz, Fernando. Loc. Cit. P.5.
11 Ortiz, Fernando. Loc. Cit. p.45.
12 Vespucio, Americo: Cartas, Anjana ediciones, Madrid, 1983. Pp. 30-31.
13 Todorov, Tzvetan: La conquista de América, Siglo XXI de España
editores, Madrid, 1982, p. 143.
14 Cf. García Meras, Emilio: Caballo contra jaguar, Kaydeda ediciones,
Madrid, 1988.
15 Colón, Cristóbal: Diario. Relaciones de viajes. Sarpe, Madrid,
1986.
16 AA.VV.: Nuestra América contra el V centenario. Emancipación
e identidad de América, p. 73-87 17 Zumthor, Paul: La medida del mundo,
Cátedra, Madrid, 1993.
18 AA.VV.: Nuestra América contra el V centenario. Emancipación
e identidad de América, p. 42 19Ibídem, p. 37/38.
20 Los ejemplos de quema y destrucción de libros en los tiempos modernos
son abundantes, desde la Inquisición hasta Hitler, desde los generales
fascistas argentinos hasta la destrucción de los libros de la RDA por
parte de las "civilizadas" autoridades de la RFA después de 1989.
21 A últimos de febrero la Iglesia brasileña ha pedido perdón
por los abusos de la evangelización. A mediados de marzo también
lo ha hecho el papa de Roma por crímenes parecidos. En 1972, en una visita
a la reserva de los Micmacs de Nueva Escocia, Canadá, el autor de este
trabajo pudo comprobar personalmente el desprecio que sentía el sacerdote
católico encargado de su bienestar espiritual cuando decía de
ellos que ni siquiera sabían plantar patatas, como hacía él
en su huerto. Pero no se había molestado en enseñarles.
22 AA.VV.: Nuestra América contra el V centenario. Emancipación
e identidad de América: p. 204-206.
23 Todorov, Tzvetan: La conquista de América, p. 162.
24 Ibídem, p. 137 y 157.
25 Ortiz, Fernando, loc. cit., pp. 44-53.
26 García Mer·s, Emilio, loc. cit., p. 13.
27 Lipschutz, Alejandro: El problema racial en la conquista de América
y el mestizaje, Austral, Santiago de Chile, 1962. p. 4.
28 Chilam Balam de Chumayel, edición de Miguel Rivera, Historia 16, Madrid,
1986.
29 Lipschutz, Alejandro, loc., cit., p. 124.
30 Ibídem, p. 121-122.