Latinoamérica
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24 de diciembre del 2003
Colombia: Entrevista con el comandante Oscar Santos, del ELN
"Las fuerzas armadas buscan la destrucción del tejido social y a las organizaciones sociales"
Armando Kiko Correa
Sistema Informativo Patria Libre
El Comandante Oscar Santos, miembro del Comando Central, máxima instancia del ELN de Colombia, nos concedió esta entrevista vía Internet que ofrecemos a nuestros lectores.
S.- Hay una arremetida militar de las fuerzas del gobierno. Analistas hablan de un repliegue de la guerrilla, otros dicen que la insurgencia está acorralada. En concreto, ¿el ELN cómo está respondiendo a la ofensiva? ¿Es cierto que está acabado?
Oscar. El imperio y la oligarquía buscaron como presidente a quien acometiera la tarea de derrotar o debilitar a la insurgencia colombiana. Con este compromiso llegó Uribe a la presidencia. Dieciséis meses después es muy poco lo que puede mostrar.
La guerrilla sigue intacta en sus acumulados, cuadros y cabezas. Hay bajas, detenciones y pérdidas, pero sin el tamaño y trascendencia que registran los informes oficiales.
El accionar militar de las Fuerzas Armadas está deliberadamente dirigido a la destrucción del tejido y las organizaciones sociales, con la eliminación de sus líderes y el desplazamiento forzado de comunidades enteras. De ahí provienen sus cifras de muertos y detenidos. Estas tareas son realizadas conjuntamente con grupos paramilitares que conviven y coordinan con el Ejército y la policía.
En cuanto al ELN, es mentira que esté acabado. Tal afirmación es el fruto de una campaña virtual dirigida a mostrar éxitos a través de presentarlo debilitado y sin posibilidades. Uribe y sus asesores están vendiendo la idea de que estamos acabados y debemos aceptar su propuesta de rendición. Ocultan nuestras operaciones militares y algunas las registran como resultado de otras fuerzas guerrilleras, para que no aparezcamos.
Operaciones como "Allende Vive" no se pueden tapar por más que se quiera, convirtiéndose en un mentís a su campaña.
S.- La respuesta a la ofensiva militar del gobierno, según se entiende, es de repliegue táctico de la guerrilla. ¿Qué tanto resultado les está dando?
Oscar. Uribe se comprometió con una estrategia de guerra y a ésta le apuesta su capital político, a la vez que pretende involucrar a todo el país en ella. La campaña presidencial la hizo prometiendo un gobierno de mano fuerte y derrotar en corto tiempo a los "terroristas" y acabar con el conflicto interno.
La coyuntura electoral que acaba de pasar refleja un cierto desencanto de muchos que le apostaron al programa guerrerista pensando en resultados inmediatos. Algunos hasta se distancian y son evidentes los síntomas del desgaste presidencial a pesar de las manipulaciones de los medios. Se está desinflando el globo Uribe, la salida militar no se avizora por parte alguna y la solución política no se contempla entre sus prioridades, quedando el país en la sin salida.
Las Fuerzas Armadas con asesoría, tecnología y apoyo gringo cambiaron de estrategia y disponen de nuevos recursos para ganar la guerra rápido.
A estos cambios estamos respondiendo con guerra de guerrillas, con la táctica de golpear por sorpresa, morder, replegarse, en la que se busca debilitar al contrario, preservar la fuerza propia y acumular, evitando enfrentamientos en escenarios y combates de decisión rápida, donde el enemigo puede sacar ventaja con su aviación y las nuevas tecnologías.
El tipo de estrategia y la guerra que desarrollamos no son concebidas para un desenlace a corto plazo. En cambio a Uribe el tiempo se le agota para definir a su favor la guerra. Por eso se desespera y busca el desenlace rápido, pues la costosa maquinaria bélica le desangra sus finanzas y le hace perder el escaso patrimonio político que le resta.
S.- Las comunidades denuncian el incremento de la violación a los derechos humanos y al DIH en el país y de manera especial en las antiguas zonas de rehabilitación y consolidación, ¿qué nos puede decir sobre esta realidad?
Oscar. La Corte Constitucional acaba tumbar las normas que crearon las zonas de rehabilitación y consolidación por ser violatorias a los elementales derechos de los ciudadanos. A pesar de esto continúan la mayoría de las medidas represivas implementadas.
Las medidas aplicadas son diversas: restricción a la libre movilización, detenciones y allanamientos arbitrarios, persecución y en general militarización de la vida cotidiana. En estas zonas se ha detenido un número considerable de ciudadanos acusados de pertenecer al ELN y las FARC y de realizar acciones terroristas. La inmensa mayoría de los detenidos tienen que ser liberados pasados unos días por falta de cargos reales.
Las comunidades han respondido oponiéndose y denunciando los diferentes casos de represión y arbitrariedades violatorias de los derechos humanos y el DIH especialmente en Arauca y con menor fuerza en Sucre y Bolívar. Las respuestas no logran tener fuerza suficiente debido a que las comunidades viven bajo el régimen del terror que imprimen las Fuerzas Armadas en contubernio con los paramilitares que impide cualquier expresión visible de protesta o inconformidad de parte de las comunidades. Quien se atreva a protestar lo matan o es acusado de terrorista. Esta realidad es evidente.
Sería conveniente para hacerse a una idea más real que la prensa y la comunidad internacional visiten el país y en particular las zonas de rehabilitación que siguen siendo lo mismo, pero desprovistas de ese nombre.
S.- En distintos informes sobre derechos humanos se afirma la vinculación de los militares y policías colombianos con los paramilitares y el narcotráfico. ¿ Cómo es esa relación? y por favor ilustre algunos hechos concretos que se puedan verificar en la actualidad.
Oscar. En Colombia son pocas las zonas campesinas que están libres de cultivos de coca o amapola. El gobierno colombiano y la DEA dicen que han disminuido las hectáreas de cultivos ilícitos, cuando la verdad es que están aumentando, promovidas las siembras por militares y paramilitares.
Los vínculos entre Fuerzas Armadas, paramilitares y narcotraficantes son evidentes. En muchas partes del país y en la vida cotidiana es de público conocimiento la convivencia y la coordinación entre ellos.
Los paramilitares ubican sus bases en sitios públicos, en corregimientos y veredas, a la vista de todo el mundo, donde permanecen doscientos o trescientos hombres acantonados, sin que supuestamente los vean el Ejército y otras autoridades; ejercen control con retenes en carreteras y en pueblos donde existen bases del Ejército y puestos de policía, la fiscalía y el DAS. A veces la distancia entre uno y otro retén no supera los 500 metros y tampoco son vistos.
De acuerdo a las tareas que coordinan se intercambian o patrullan juntos, con el brazalete de las AUC o con el del Ejército colombiano. Es frecuente que los campesinos identifiquen a soldados que entran a su zona como integrantes del Ejército y después llegan como paracos o viceversa.
Uribe, en uno de los frecuentes regaños públicos a los militares por falta de resultados, denunció que en muchos pueblos la policía se la pasa ingiriendo licor con los paramilitares y no cumplen con su deber. El contubernio y matrimonio de la fuerza pública con los paramilitares es tan descarado que el mismo presidente lo denunció.
Los vínculos entre paramilitares y narcotraficantes son estrechos porque son lo mismo. Los grandes capos como Carlos Castaño, Mancuso y Don Berna, son patrones narcotraficantes y jefes paramilitares a la vez, articulados a la estrategia contrainsurgente, con franquicia para consolidar territorios para el negocio, abrir rutas y controlar puertos para exportación de la droga.
Del dinero del negocio de la droga la fuerza pública recibe su parte. Son cada vez más frecuentes los escándalos en la costa norte donde resultan involucrados generales y coroneles del Ejército y la policía, con cargamentos de droga para la exportación pertenecientes a paramilitares.
En San Pablo, Bolívar, por ejemplo, el Ejército cobra un impuesto para dejar pasar la gasolina y otros insumos para el procesamiento de la hoja de coca. Cuando supuestamente tienen la función de combatir el narcotráfico, se benefician de él por permitirlo.
S.- La intervención de EE.UU. en el conflicto interno cada vez es más intensa y descarada. ¿Qué piensa el ELN de los planes del gobierno gringo para Colombia y Sudamérica?
Oscar. La injerencia norteamericana en el conflicto colombiano es evidente y creciente. En un período de tiempo corto pasaron por Colombia representantes y funcionarios de muy alto rango del gobierno de Bush, lo que indica el especial interés que tiene el imperio sobre nuestro país y sobre su conflicto interno. Primero llegó Colin Powell, posteriormente el general Richard Myers, jefe del estado mayor conjunto y por último Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa.
La ayuda económica está siendo incrementada, lo mismo que la ayuda en asesoría, recursos militares y técnicos.
La intervención directa de tropas norteamericanas aunque no se puede descartar totalmente, parece no está entre sus prioridades. La lección de Vietnam, ahora la de Afganistán y especialmente la de Irak le resulta tan costosa que seguramente pensará más de una vez en comprometerse con otra guerra de ocupación.
La administración Bush, en el caso colombiano, le apuesta a una fuerza multilateral, disponible para desplegarla y ocupar el país en el momento que lo considere necesario, con ese fin está presionando a los países vecinos para que comprometan sus Ejércitos en tal aventura. Claro que esta variante se le está complicando con la nueva realidad del mapa político suramericano menos proclive a recibir este tipo de órdenes.
El ALCA es otra carta que se juega el imperio con la que pretende convertir a las naciones latinoamericanas y del Caribe en nuevas colonias. Al quedar amarradas las economías a los intereses norteamericanos, como pretende dicho acuerdo, los países verán perdida la soberanía y por añadidura sometidos políticamente.
Y en respuesta las chispas que están prendidas en varios países encenderán la pradera, multiplicarán la resistencia y unificarán millones de manos luchando por la segunda y definitiva independencia.
S.- Sectores sociales y organizaciones políticas vienen hablando de unidad para enfrentar al régimen autoritario de Uribe. El ELN entiende la unidad como un eje estratégico, en este momento ¿qué propone?
Oscar. Un régimen agresivo y prepotente como el que lidera Uribe Vélez termina golpeando a muchos sectores y con el unanimismo que intenta implantar, excluye. Esta política favorece la convergencia de grupos políticos y sectores sociales y en general de todos los que rechazamos el mandato guerrerista, ajeno al bienestar de las mayorías y entregado a los intereses imperiales.
El rechazo al modelo neoliberal, la exigencia para que se prioricen la inversión social y la solución política, se reduzca el gasto militar y la crisis humanitaria que están viviendo las comunidades, despierta solidaridad con regiones como la Sierra Nevada de Santa Marta, el Sur de Bolívar, Arauca, el Oriente antioqueño, el Sur occidente colombiano, entre otras.
Estamos en un momento muy especial y favorable para aglutinar en contra de la guerra y del intervencionismo del imperio, para poner nuevamente al centro la solución política al conflicto interno. El cuarto de hora creado con la derrota de Uribe hay que aprovecharlo en la unificación de una alternativa democrática amplia y popular que se enfrente al guerrerismo oligárquico.
Las corrientes políticas opositoras en el ámbito nacional y regional que aparecieron en las últimas elecciones y que están representadas en algunas gobernaciones, alcaldías y escaños parlamentarios, se deben incluir en el proceso unitario. Este fenómeno, que constituyó un nuevo mapa político, no se puede ignorar pues puede incidir en la vida del país.
Es sobre la base de esta lectura que consideramos un deber trabajar por potenciar los procesos unitarios en el movimiento guerrillero, en el movimiento social y popular, adelantarlos en torno a luchas en que nos sintamos recogidos e identificados las mayorías.
Creemos que se han generado condiciones para unificar a todos los que estamos por un nuevo país y en función de otras alternativas para la nueva Colombia.
Noviembre 10-03