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Latinoamérica

 

5 de diciembre del 2003

Exclusivo para la Revista Electrónica Rebelión
Veinte años del Frente Patriótico Manuel Rodríguez

José Uribe, Redactor de la página Web FPMR.
http://www.fpmr.org

El FPMR no nació un 14 de diciembre de 1983, esa es apenas una fecha de referencia que señala el comienzo y reconocimiento público de la existencia de la organización. El origen del FPMR se pierde entre las complejas contradicciones que se van generando al interior del Partido Comunista de Chile (PCCh) posterior al golpe militar de Septiembre de 1973 donde muere Salvador Allende legando una lección imperecedera para todos los chilenos.

En el primer "Pleno de 1977" (reunión ampliada de sus máximos dirigentes) que realizó el PCCh posterior al golpe militar se reconoce sin ambigüedades la ausencia histórica de una política en el terreno militar que hubiera posibilitado -al menos- otra respuesta ante la avasalladora violencia de las Fuerzas Armadas de Chile. "Vacío histórico" le llamaron a tan inconcebible carencia. Un análisis sesgado acerca del fracaso del proyecto de la Unidad Popular, la ausencia - hasta hoy- de un reconocimiento explícito acerca de las responsabilidades políticas ante tan plena y categórica derrota, el cómo "llenar" ese vacío histórico fueron causa -entre otras razones- de un complejo y lento proceso que se vive al interior del PCCh hasta arribar en 1980 a la Política de Rebelión Popular que en una de sus definiciones contenía la decisión de asumir "todas las formas de lucha, incluso la violencia aguda" como "amplias" o "imprecisas" bases que servirían para llenar tal "vacío".

Cinco años antes de aquellas definiciones, desde abril de 1975 un numeroso contingente de jóvenes comunistas se preparaban en las escuelas militares cubanas, años más tarde esta preparación se extendería a otros países del desaparecido campo socialista. Habían transcurrido apenas dos años del golpe militar y el PCCh solo podía dedicarse a resistir la feroz cacería de la dictadura que provocaría la caída de sus principales dirigentes. Es así que tan temprana decisión de preparar a tan numeroso contingente de profesionales en el terreno militar, -sin tener ninguna política definida al respecto-, iba a recaer en contados cuadros de dirección que en ese momento se encontraban en el exterior.

Los bisoños militares comunistas chilenos percibían a diario el auge de casi todos los movimientos revolucionarios guerrilleros de Centro América donde sandinistas, salvadoreños y guatemaltecos vivían diversas etapas de crecimiento y consolidación de sus proyectos revolucionarios. La Revolución Cubana se institucionalizaba, crecía y se consolidaba prestando un franco respaldo a la lucha de estas organizaciones además de practicar una permanente política de solidaridad militante en las luchas por la independencia y la liberación nacional de numerosos países de África y Asia. La ex URSS aún boyante en perspectivas y planes para un comunismo temprano brindaba -junto a casi todos los países del ex "Campo Socialista"- un sólido respaldo a los exiliados chilenos y particularmente a la reorganización de los comunistas.

Mientras tanto en Chile desde 1978 la dirección del PCCh se reconstruye en clandestinidad e inicia un lento proceso de reorganización general. En 1979 comienza una incipiente proceso de formación de pequeños grupos para- militares que formarían parte de las propias estructuras del partido y que recibirían el calificativo de "Frente Cero". En ese mismo año el contingente de militares profesionales en el exterior por iniciativa cubana participa en la lucha contra la dictadura nicaragüense hasta la derrota del dictador Anastasio Somosa. (Entrevista de Gianny Miná a Fidel, 1988). Inmediatamente terminada la guerra el grupo colabora en la organización e instrucción del naciente y ya desaparecido Ejercito Popular Sandinista y más adelante nuevos grupos se incorporarían a la guerra irregular que desata la "contrarrevolución". Un número de ellos participaría en la lucha junto al FMLN en El Salvador. Mientras tanto en Chile en 1980 se producía el primer "apagón" de consideración debido a un corte de la energía eléctrica por sabotaje a las redes conductoras junto a un crecimiento constante de sabotajes menores ejecutados por pequeños grupos combativos formados principalmente por militantes de las Juventudes Comunistas.

Es en medio de ese cuadro general que se va gestando con lentitud la Política Militar del PCCh donde un "sector" y nunca organizado grupo de militantes y dirigentes impulsan y crean tales diseños en medio de contradicciones y francas oposiciones a tales derroteros. La resultante fue una política consensuada de formar una "Comisión Militar" quién conduciría un Fuerza Militar Propia, -nunca reconocida públicamente-, que tendría la misión de "apoyar con acciones más especializadas la lucha de las masas". También se le subordinaría una estructura militar un tanto más pública y popular como fue el poco conocido "Trabajo Militar de Masas" inserto en las propias orgánicas del PCCh. La Fuerza Militar Propia tendría su propia estructura, funcionaría de forma independiente y se subordinaría a la Dirección de Partido Comunista a través de su "Comisión Militar". El dejar en manos de un grupo de "especialistas" tan decidor asunto daba cuerpo a las contradicciones que repercutirían cuatro años mas tarde con la separación del FPMR de su partido de origen.

En Julio de 1983 entra a Chile Raúl Pellegrín, el "futuro" Comandante José Miguel traía la misión planteada por la "Comisión Militar" de organizar la Fuerza Militar Propia. Un reducido número de cuadros profesionales secunda a Pellegrín junto a una "infra-estructura" inicial más los principales jefes y cuadros que se habían destacado en las tareas de sabotaje. En Santiago comenzaron con apenas 6 pequeñas unidades de combate divididos en dos zonas, dos o tres grupos en Valparaíso e igual cantidad en Concepción.

Contaban además con un reducido número de armas cortas, sub-ametralladoras, granadas caseras y explosivos, fruto de un logística centralizada que ya existía en el propio partido. Es evidente por el origen de esta estructura que la totalidad de las jefaturas y la inmensa mayoría de los combatientes del FPMR eran jóvenes comunistas. Solo pasado el tiempo, años después, se irían incorporando de forma independiente jóvenes del mas diverso origen político.

El FPMR vive un breve período de relativo éxito hasta el año 1987. El carácter novedoso y audaz del accionar era inédito en la lucha de clases en Chile. Eran momentos de identidad con el estado de ánimo de las masas, las acciones combativas estaban en perfecta sintonía con la situación política chilena. El enemigo principal estaba demás nítido y todas o casi todas las acciones combativas respondían a lo que la mayoría identificaba como su máximo problema o su enemigo principal: la dictadura. 1983-1987 fueron los años de las grandes y más connotadas y espectaculares acciones combativas del FPMR.

Es el año 1987 donde se termina de organizar la salida negociada a la existencia de la dictadura. Con rapidez extraordinaria el país cambia. Se veía con nitidez que de continuar los acontecimientos como los dejó la última gran protesta del 2 y 3 de julio de 1986 la solución a la dictadura habría sido otra. Dos operaciones fracasadas, el espectacular y sorprendente intento de ajusticiamiento contra el dictador junto a la nunca reconocida internación de armas por el norte del país unidas al creciente movimiento de masas le indicaron a las élites chilenas y a EEUU que la situación se tornaba peligrosamente incontrolable y el sistema podría estar en peligro.

A mediados de 1987 para la dirección del PCCh el FPMR se divide, algo así como una organización independiente que tiene sus problemas internos. En honor a los hechos es una estructura de ese partido que casi en su totalidad asume una vida independiente. Allí comienza a llamársele "Autónomo". La Dirección del PCCh con un nuevo grupo reducido de militares profesionales de las otras estructuras intenta formar otra Dirección Nacional del FPMR hasta que pasado un tiempo le cambiarían de nombre. La esencia de la división está en las contradictorias posturas frente a la coyuntura que a fines de 1986 se dibujaba en el país. La Dirección Nacional del FPMR propiciaba profundizar la idea de Sublevación Nacional por el camino de la insurrección, el PCCh replegar las fuerzas ante un evidente reflujo en la lucha. El FPMR en última instancia podía postergar su accionar combativo pero se resistía a la virtual destrucción de todo el andamiaje militar que hasta entonces se había construido. El desmantelamiento total de estructuras por el PCCh no anunciaban un "repliegue táctico" más bien indicaban un decidido retorno a las formas tradicionales de hacer política. Las conductas que se asumieron en esa división hasta hoy laceran la memoria de los protagonistas.

En esos momentos el FPMR, sin política ni proyecto propio, decide sin éxito profundizar la política heredada de Sublevación Nacional del PCCh. Al poco tiempo pretendió impulsar una nueva política llamada de Guerra Patriótica Nacional, sin contar con una organización política para ello, era apenas un aparato armado tratando por medio de acciones combativas revertir un retroceso general de la lucha combativa popular en momentos que se impone el plebiscito. En Octubre de 1988 el triunfo del No y el torrente de alegría popular ante tal hecho fueron el marco del fracaso político de un conjunto de operaciones simultáneas desarrolladas por el FPMR a lo largo del país donde muere el líder histórico de la organización. En los años venideros 1990-1992, otras operaciones combativas no menos espectaculares y lejanas al estado de animo popular no incidirían en el curso de la política nacional pero si provocarían una crisis general de la organización que la puso ante una virtual desaparición física. Coincidiría su crisis con la crisis del mundo comunista y revolucionario en general.

Un camino que no debe repetirse.

La crisis del FPMR -al menos de forma consciente- no comenzó en octubre de 1988 cuando muere su principal jefe y la organización quedaba absolutamente descolocada en un país que festejaba el triunfo en el plebiscito en contra del dictador. El Frente no estaba preparado para desarrollar cinco acciones simultáneas de carácter rural y mucho menos para sostener un "frente guerrillero" de manera permanente. Se trató de combatientes urbanos que incursionaron en el terreno rural para después continuar la lucha clandestina en la ciudad. El voluntarismo fue el rasgo principal de ese conjunto de acciones. Posterior a estos hechos comienza la involución de la organización pero es recién a fines de 1992 que se reconoce la crisis política y orgánica del FPMR. Desde ese entonces la Dirección Nacional intentó con increíble perseverancia salir de la crisis, pero las acciones combativas de 1991-92 como fue el secuestro del hijo del dueño de la cadena de prensa El Mercurio y el ajusticiamiento de un connotado político pinochetista nunca serían evaluadas en su relación con la casi desaparición de la organización ni en las repercusiones políticas que esas acciones tuvieron para la vida misma de un aparato clandestino desarraigado de las masas. Desde entonces todas las variantes política adoptadas provocarían un efecto absolutamente contrario. La crisis se agudizó y como resultado de casi diez años de involución quedaron descarnadas y rigurosas autocríticas y una diáspora de la inmensa mayoría de los fundadores de la organización. Prácticamente la totalidad de los miembros de la Dirección Nacional hasta el reciente año 2000, responsables de estos hechos, abandonaron al FPMR bajo las más diversas argumentaciones.

Desde entonces una joven Dirección Nacional del FPMR intenta construir, diseñar un nuevo proyecto político, una nueva forma de organización democrática. El nuevo proyecto que pronto será debatido en el primer congreso de los Rodriguistas no debe reiterar los mismos esquemas del fracaso. La violencia, sus formas de expresión y acumulación en la sociedad serán temas de principal orden. Es imprescindible que no se confunda la intrínseca violencia consustancial al sistema de dominación y la necesidad de contar con ella, con las disímiles formulas de expresión práctica que ésta pueda tener en cada etapa de los conflictos sociales. El reconocimiento a la derrota política en el pasado reciente donde la lectura del estado de ánimo de la sociedad se realizaba a partir de los deseos y sueños de pequeños grupos revolucionarios debieran ser superados. El nuevo FPMR no debería reiterar el esquema de organización urbana clandestina con grupos operativos como su fuerza principal y una "extensión político-pública" de masas que indefectiblemente adquirirá un carácter secundario y sin arraigo popular, pretendiendo con aisladas acciones combativas -independiente a cualquier realidad- jugar un papel catalizador de las mayoría populares.

El mundo y el país son distintos al de los años 80. Los pueblos en América Latina han ido buscando y encontrando nuevos y sorprendentes derroteros para luchar contra los efectos de los modelos dominantes. Ante esto los movimientos revolucionarios y populares han tenido que buscar nuevas formulas de acumulación política y de organización para participar dejando atrás los esquemas vanguardistas. La conducción y organización son imprescindibles en la lucha de los pueblos, su éxito y eficiencia nacen de ser parte de ellos. Quienes persisten en la imposición de esquemas preconcebidos desaparecen o se pierden en medio de las iniciativas y combates de los pueblos organizados.