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Latinoamérica

Aparecen pruebas fehacientes, a 11 años del descubrimiento de los Archivos del Horror
Militares brasileños colaboraron en la Operación Mesopotamia, de Cóndor

Durante 15 años "negocios y dictaduras" funcionaron a la par en la zona de Itaipú

STELLA CALLONI
La Jornada

A 11 años del descubrimiento en Paraguay de los Archivos del Horror de la dictadura de Alfredo Stroessner, miles de documentos archivados por la Policía Federal de Foz de Iguazú, la zona brasileña de la llamada Triple Frontera con Argentina y Paraguay, muestran la participación de militares de Brasil en la entrega de datos, secuestros y desapariciones de disidentes políticos, en la Operación Cóndor.
Para colaborar mejor con sus pares argentinos, los militares brasileños que estaban al frente de los servicios de inteligencia de la hidroeléctrica de Itaipú elaboraron la llamada Operación Mesopotamia, que bien podría calificarse de "suboperación" dentro de Cóndor, la coordinadora criminal de las dictaduras de Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay, Chile y Bolivia en la década de los 70 y parte de los 80.
La Operación Mesopotamia estuvo comandada por el general Costa Cavalcanti, el coronel Roberto Henrique Helbling y Bruno Castro da Graia, según un informe de organismos humanitarios que investigan estos archivos, enviado ahora a esta corresponsalía. Mediante esa operación se investigaba a los latinoamericanos que trabajaban en la construcción de la hidroeléctrica binacional de Itaipú.
Muchos trabajadores sospechosos de ser disidentes y calificados de "subversivos" fueron entregados a sus países de origen. Se cita el caso de Carlos Roberto Albarracín, entregado a los militares argentinos. Otros trágicos ejemplos son los suicidios de los argentinos Lilian Inés Goldemberg y Eduardo Gonzalo Escabosa, cuando al ir de Foz de Iguazú a Puerto Iguazú, en Argentina, vieron que iban a ser entregados a los represores argentinos.
Otro de los documentos que ahora se hacen públicos confirma la participación de militares brasileños en la entrega de informes sobre el médico paraguayo Agustín Goiburú, asilado en Argentina. Goiburú fue secuestrado el 9 de febrero de 1977 en Paraná, capital de la provincia argentina de Entre Ríos, y entregado por los militares a Paraguay, donde fue desaparecido.
Si los archivos descubiertos en Paraguay hace 11 años habían abierto una puerta a la verdad sobre lo sucedido a miles de víctimas de la dictadura de ese país, y permitieron conocer documentación oficial sobre la Operación Cóndor y el intercambio de prisioneros entre un país y otro, los Archivos de la Delegación de Foz de Iguazú de la Policía Federal de Brasil demuestran que negocios y dictaduras funcionaron juntos en la zona de Itaipú.
Durante 15 años la llamada Asesoría Especial de Seguridad y de Informaciones (AESI) de esa delegación espió y envió documentos a los organismos represivos de toda la región. "De 1973 a 1988, Itaipú fue un reducto de militares y policías torturadores, algunos de los cuales actuaron en un aparato paralelo mantenido por el consorcio de Constructoras Unicón", revela el informe enviado desde Brasil. Además cita el documento 031/76, que data de diciembre de 1976, enviado por los brasileños a los paraguayos y firmado por el general Costa Cavalcanti, que se refiere a la autorización a agentes para perseguir a Goiburú. Dos meses después de este informe, éste fue secuestrado.
Al descubrir los Archivos del Horror en Paraguay en 1992, el abogado y maestro paraguayo Martín Almada, víctima de la dictadura, estaba precisamente acompañado por algunos de los familiares de Goiburú, y el trágico camino de este médico, particularmente odiado por el dictador Stroessner, pudo ser reconstruido desde Argentina hasta Asunción, donde fue torturado hasta morir en el regimiento de la Escolta Presidencial. Hasta ahora la familia sigue buscando sus restos.
Según el informe de los organismos humanitarios de Brasil, los archivos de Foz de Iguazú demuestran fehacientemente la participación de militares brasileños que actuaban en el centro de informaciones del ejército, en una asesoría especial de formaciones de Itaipú, en el secuestro y muerte de Goiburú. Tambien se señala que tanto la AESI como la estructura clandestina de espionaje tenían similares en Paraguay y en diversas ciudades de la región. Las principales bases de operaciones estaban situadas en Brasilia, Rio de Janeiro, Curitiba y Foz de Iguazú, y en Asunción y Ciudad del Este, en Paraguay, cuando gobernaba Stroessner, quien está refugiado en Brasil.
La AESI mantenía comunicación permanente con los organismos de represión de las dictaduras del Cono Sur: en los archivos se encuentran diversos pedidos de informaciones de un país a otro, y de los militares argentinos sobre militantes de las guerrillas Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo.
Pero también -y como surgió en los archivos de Paraguay- había numerosas listas de quienes trabajaban en la construcción de la hidroeléctrica de Itaipú.
Estos documentos salen a la luz poco después que Brasil reconociera oficialmente la desaparición de dos argentinos en ese país, entregados luego a la dictadura argentina, y está en curso el juicio que investiga otras "entregas". Una nueva esperanza surge para los familiares de los miles de desaparecidos con esta documentación, pero se necesita también la voluntad política de los gobiernos de la región para terminar de armar este rompecabezas de la coordinadora de la muerte. Y todo esto también es descubierto cuando Estados Unidos, al que nunca le preocupó el terrorismo practicado en la Triple Frontera en las décadas pasadas, ahora intenta militarizar esa estratégica región bajo la excusa del presunto terrorismo islámico.