La Jornada
El país era de Colombia, el sombrero de Ecuador y de Panamá la sangre derramada. Los panameños lucharon un siglo entero para que se entendiese que la entidad "soberana e independiente" era una seudorepública, fraguada por Estados Unidos el 3 de noviembre de 1903.
Es por eso que el 14 de diciembre de 1999, cuando el presidente Jimmy Carter dijo en español "es suyo" y la presidenta Mireya Moscoso agradeció con un "thank you" zalamero la devolución de la vía transístmica a la soberanía panameña, algo fétido flotaba en las esclusas de Miraflores.
La deslucida y trascendente ceremonia tuvo como testigos cercanos al rey Juan Carlos de España, y a las organizaciones políticas y sociales acordonadas a dos kilómetros del lugar. Así finalizó el segundo capítulo de una historia de lucha anticolonial que el general Omar Torrijos (1929-81), artífice de los Tratados Torrijos-Carter (1977), justificaba con expresión convincente:
"¡Fíjate…qué vacilón!: Panamá limita al norte con el Caribe, al sur con el Pacífico, al oeste con Costa Rica, al este con Colombia y en el centro con Estados Unidos".
¿Pero cómo llegó doña Mireya, viuda del legendario caudillo Arnulfo "Fufo" Arias (1901-88) y obstinado enemigo de los Tratados, a representar el rol estelar en el magno acto que no hubiese tenido lugar sin el patriotismo, el sufrimiento y las vidas de miles de patriotas en 95 años del siglo veinte?
LUCHA SILENCIADA
Situada en la cintura de América más angosta, la que separa el Atlántico del Pacífico en kilómetros escasos, Panamá fue "descubierta" por Rodrigo de Bastidas (1502) y recorrida por Bartolomé Colón, hermano de Cristóbal. En 1513, Vasco Nuñez de Balboa descubrió "el otro mar", empresa de conquista ante la que los indios opusieron resistencia tenaz. Balboa y Pedro Arias de Dávila (Pedrarias) narran la resistencia de los caciques Cémaco, Quiubo y Urraca.
La Real Audiencia de Panamá recién pudo crearse en 1535, tras el sofocamiento de la rebelión encabezada por los negros Bayano y Felipillo. El Sistema de "Ferias y Galeones", que disponía la partida del istmo dos veces por año de las caravanas cargadas con la plata y el oro de Bolivia y Perú, recién pudo instalarse en 1542.
De 1570 a 1670, Panamá fue sometida al saqueo y pillaje constante de los piratas, bucaneros y corsarios de Inglaterra. Drake, Morgan, Parker, Bradley atacaron e incendiaron las villas panameñas a sangre y fuego. Luis García, mestizo del Darien, dio el primer grito de libertad (1728) contra el gobernador español y en 1740 Panamá pasó a formar parte del Virreinato de Nueva Granada (Santa Fe de Bogotá).
Las cortes españolas aprobaron en 1814 la construcción de un canal interoceánico, iniciativa que no prosperó debido a las luchas por la independencia del continente americano. En 1819, José de Fábrega propuso la incorporación de Panamá a la Gran Colombia bolivariana (Ecuador, Colombia y Venezuela) y Rufina Alfaro lanzó en 1821 el primer grito de independencia que culminó con la unión del país a Colombia, con el nombre de "Departamento del Istmo".
La vida republicana de Panamá arranca en 1827, durante la gobernación de José Domingo Espinar, quien combatió en la batalla de Pichincha (Ecuador) bajo las órdenes del Mariscal Sucre. Tras la frustración del sueño de integración, el general Tomás Herrera proclamó la separación de Panamá de Colombia, autogobierno que duró once meses.
Paralela al ímpetu nacional-independentista, transcurrió la historia relativa a los numerosos tratados, intervenciones militares y maniobras diplomáticas de Washington para apoderarse del canal. Esta historia arranca en 1822, con la visita del coronel estadunidense William Daume al gobierno de Bogotá y con serias propuestas para excavar el estrecho y va del Tratado Bidlack-Mallarino (derecho de tránsito, 1846), al Hay-Buneau-Varilla (1903), mediante el cual Panamá entrega a Estados Unidos "a perpetuidad", la zona canalera.
Cuando en 1878 el francés Ferdinando de Lesseps, constructor del Canal de Suez, inicia la excavación del canal de Panamá, el presidente Rutheford Hayes declara: "La política de este país requiere de un canal interoceánico, del Atlántico al Pacífico, bajo nuestro control y no es posible que consintamos en su abandono y lo dejemos al dominio de potencias europeas".
En 1885, tropas de Estados Unidos entran en ciudad de Panamá, detienen al presidente Rafael Aizpuru e incendian la ciudad de Colón con el fin de sofocar la insurrección popular dirigida por Pedro Prestán, mulato cartagenero de 33 años.
Los yankis ahorcan a Prestán y Santander Galofre, alcalde de Colón (ciudad ubicada en una isla comprada en mil dólares por la compañía estadunidense del ferrocarril a Daniel George, agricultor cubano de origen inglés), renuncia al cargo diciendo que su deber como patriota le impedía "…servir a un gobierno que se considera impotente para vengar la afrenta y no ha empleado ningún medio para rechazar la invasión".
Diez años más tarde, el secretario de Estado Richard Olney afirma que Estados Unidos "es soberano en el continente y que sus deseos son órdenes". En 1898, el presidente William McKinley pontifica: "La seguridad nacional… exige que esta obra (la del canal), sea dominada por nosotros", mientras al año siguiente un funcionario del Departamento de Estado, Robert Hutchinson, sentencia:
"Los gobiernos débiles y la civilización incipiente de América Central deberán desaparecer con el tiempo. Con la terminación del Canal del Istmo entraremos en contacto con aquellos pueblos…y tendremos más que decir sobe su destino futuro que cualquier otra potencia".
El siglo XIX panameño terminó con el estallido de la "Guerra de los Mil Días" (1899-1903), guerra bananera ganada por el conservador José Manuel Marroquín, presidente de Colombia. En Panamá, los liberales de Belisario Porras depusieron las armas. Pero así como en la Nicaragua de Sandino dos decenios después, el indio Victoriano Lorenzo rechazó esta solución y enarboló la causa del "Partido Liberal en Armas".
Con apoyo de los "marines", Lorenzo fue derrotado el 15 de mayo de 1903. Las tropas de ocupación ordenaron su ejecución inmediata. Tomás Herrán, gobernador de Panamá, firmó entonces con Washington la concesión de una zona en el istmo para la construcción del canal, acuerdo rechazado por el Congreso de Bogotá.
CELEBRACION DE LA IGNOMINIA
En ese contexto, en la mañana del 3 de noviembre de 1903 Estados Unidos ancló una escuadra naval en aguas panameñas, depuso al gobernador y, en horas de la tarde, los "patriotas" proclamaron la "independencia" de Panamá.
Acto anómalo, delictivo y de franco carácter pirata en el que no participó panameño alguno, la "independencia" fue calco y copia de los tratados que en 1898 llevaron a la rendición de España en Cuba. El farmacéutico Manuel Amador Guerrero, colombiano naturalizado estadunidense y abogado del ferrocarril de los gringos, fue ungido como primer presidente de Panamá.
El nombramiento fue considerado un tecnicismo, pues Panamá era Colombia y Colombia era Panamá. Mas si algo sobra en América Latina son transas de la jurisprudencia. De modo que a espaldas de lo irregular del procedimiento y "atendiendo a los méritos" de Amador, la Asamblea resolvió que "por esta única vez", un extranjero fuera presidente.
En suma, que ante los festejos encabezados por la presidenta Mireya Moscoso, la oligarquía panameña enjuga lágrimas de emoción y el pueblo de indignación. No obstante, recordemos que cuando vivía su esposo la doña (licenciada en "Diseño de interiores" en el Miami Dade Community), se quejaba con sus amigas que el "Fufo" no la dejaba participar en política pese a que estaba "llena de sensibilidad social".
Junto a los invitados estrella, el actor Sean Connery y el secretario de estado Colin Powell, Mireya encabezó el par de actos más relevantes de una "independencia" alineada con el espíritu del Plan Puebla-Panamá: la peregrinación a la tumba donde descansan los restos del fantoche Manuel Amador y la inauguración un gigantesco centro comercial, levantado en los terrenos donde los huesos y las cenizas de siete mil 500 civiles asesinados por las tropas yankis en 1989, claman justicia.