Efectos colaterales
por Etcétera
Empiezan a aflorar los efectos de la derrota fascista en las elecciones por el referendo. Llevamos casi doscientos años construyendo nuestra nación, y un puñado de gringos ignorantes no nos van a decir lo que tenemos que hacer.
La caída del referendo fascista que por "orientación" del FMI se disponía a imponer el presidente Uribe, y su superministro Londoño puede ser más grande de lo que normalmente se esperaba. Por lo pronto, en el congreso de la república se unde con más pena que gloria el proyecto de ley que proponía la reelección presidencial; un proyecto que quizá hubiera salido avante en caso que la propaganda gubernamental hubiese tenido éxito con el referendo. Adiós al Fujimori colombiano, adiós a la reelección, adiós a la esperanza norteamericana de cultivar un lider regional, quien hace poco hacía gala de su fidelidad al imperio traicionando a los países pobres en Cancún.
Uribe no es un fenómeno nuevo. Surge de un esfuerzo denodado del fascismo criollo, aun desde que él era pequeño. El presidente anterior, Andrés Pastrana, hijo de Misael, heredó de su padre las amistades de los más granado de grandes homicidas internacionales, como la familia Bush, los "crios" de la Thacher, y Aznar su íntimo amigo. Pastrana tenía dos objetivos que dijera públicamente: desprestigiar la oposición al imperio, y militarizar el país. Cada vez la historia demostrará con mayor claridad que el gobierno Pastrana no tenía interés en negociar la guerra con la guerrilla en el Caguán. Cada vez es más claro que Pastrana tenía el papel de llevar toda la opinión pública a cambiar la imagen de ser una guerra entre insurgencia y Estado, a ser una guerra entre bandidos y sociedad. El éxito de Pastrana se encuentra en el ascenso de Uribe a la presidencia.
Uribe tenía el irrestricto apoyo de Enrique Gómez Hurtado, hijo de Laureano, expresidente fascista, quien declaraba que el mayor problema del país era su mestizaje, y soñaba con un país de blancos, hispanoparlantes y católicos. Laureano, creador de los paramilitares de hace cincuenta años fue el artífice de la masacre nacional llamada "la Violencia", muy seguramente implicado en la muerte del lider liberal Jorge Eliecer Gaitán, aparece hoy representado en su hijo Enrique, quien asesora con paciencia y saña al presidente Uribe.
La figura política más fuerte del gabinete ministerial, Londoño, conocido a nivel nacional por ser un exitoso abogado de multinacionales que ganaba pleitos millonarios contra el Estado, o que sacaba de la cárcel a cualquier político corrupto, ese mismo señor, es hijo de uno de los líderes de camisas negras que hace cincuenta años, y antes que Alemania perdiera la guerra, conformara un partido fascista de corte colombiano. Hoy su padre estaría orgulloso, de no ser porque la misma derecha pide a gritos su renuncia.
La caída del referendo, no solamente quiere decir la derrota del desatino de un pichón de dictador. Quiere decir un alto inesperado de un proyecto cincuentenario en donde se mezcla el fascismo tradicional, con la colonización norteamericana. La caída del referendo es una estocada contra un monstruo construido con papel periódico y cámaras de video que está a punto de acabar con la vida de todos los colombianos y colombianas, y de instaurar en Sudamérica una punta de lanza para esclavizar al continente.
A nivel nacional quienes hasta hace una semana se pavoneaban de su poder ilimitado, hoy gritan sin control, se culpan unos a otros, toman sedantes a montón, dicen que el pueblo es ignorante, estúpido y poca cosa, hacen llamados urgentes para que no haya desbandada, lo que a uno lo hace pensar en que hay desbandada. El senador Vargas Lleras, nieto y sobrino de expresidentes, llama a cerrar filas contra la izquierda, aun a costa de desmoronar su propio partido porque le quedó grande. ¡Pobre Lleritas! quiere ser presidente dentro de tres años, pero lo más recomendable es que se vaya para Miami con toda la corte virreinal, para pasar el resto de sus días suspirando su desgracia de no ser gringos.
El gringo guarda silencio, quizá espera a que sus encomenderos resuelvan el conflicto, espera quizá que pase el alboroto para arremeter con saña y alevosía. El gringo, ese robocop que aguarda en su embajada las órdenes de Washington, guarda silencio. Los medios, con la prudencia propia del arrodillado, acolitan su silencio. El gringo calla porque sabe que no tiene fuerza ya para dominar el mundo, el gringo calla porque sabe que a su lider Bush también se le acabaron las pilas, el gringo calla porque sabe que una invasión en este momento, sería un harakiri, pero a lo gringo, es decir: sin honor.
Han fallado los señoritos y señoritas gringos y gringas que nos han estudiado con minucia desde las universidades gringas, y que con estadísticas miran la sangre, el hambre y el desespero de un pueblo, mientras ellos planifican una mayor ganancia a menor costo a costa de nosotros. Han fallado todos esos doctores que nos estudian como en un juego de computador y que le dicen a los encomenderos colombianos lo que tienen que hacer. Han fallado y seguirán fallando, porque nuestra nación, la que se crece desde el centro del mundo, no va a dejar de construirse por la ignorancia académica de un puñado de yupis intelectuales aposentados en las letrinas de la Casa Blanca.
Uribe continuará imponiendo las medidas que le dicta su patrón, pero ya no podrá nadie decir que se trata del presidente con mayor apoyo popular de los últimos tiempos.