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Latinoamérica

15 de noviembre del 2003

Chile: Nuestro 11 de septiembre


Punto Final
Nosotros somos parte de la historia que se reconstruye en este 30º aniversario del golpe militar. "Punto Final" nació hace 38 años, en septiembre de 1965. Hemos sido testigos -y en cierta medida actores- de este intenso y doloroso período de la historia nacional. Si seguimos de pie -como permanece firme la esperanza del pueblo en un futuro mejor-, se debe al compromiso y solidaridad de muchos lectores que se identifican con nuestra forma de hacer un periodismo independiente de gobiernos, partidos y empresas privadas. Muchas veces lo hemos explicado y lo repetimos: "Punto Final" es una tribuna del pensamiento revolucionario y democrático. En cuanto tribuna admite la expresión de diferentes voces y formas de pensar. Sin embargo, la revista no es neutral. Tiene su propia línea editorial, que se identifica con las luchas históricas del pueblo chileno y de los pueblos de América Latina por la emancipación social. Desde esa perspectiva, que recoge el pasado y el presente para proyectarlos al futuro, PF apoya todo esfuerzo que se oriente a construir una alternativa de poder del pueblo.

Entendemos por ésta la que surja desde el propio movimiento social para hacer realidad la democracia política, económica y social, la igualdad y solidaridad entre los seres humanos. Esta es la línea de la revista desde su fundación. Y esa política editorial explica una de las primeras órdenes de Pinochet, desde el puesto de comando del golpe en Peñalolén: allanar y destruir las oficinas de "Punto Final" y tomar prisioneros a sus redactores. La primera parte de esa instrucción transmitida por radio a sus hombres -como registran las grabaciones del estado mayor golpista que hoy se conocen- se cumplió al pie de la letra. La redacción de PF fue destruida e incendiada. Lo segundo no se cumplió en ese momento, porque ningún redactor estaba en ese lugar el 11 de septiembre. El trabajo había concluido el fin de semana anterior: el número 192 de PF apareció el mismo martes 11 de septiembre. Alcanzó a circular en algunos quioscos en las primeras horas, cuando aún no se desataba toda la fuerza represiva que al mediodía vació las calles de Santiago. Nuestra portada era un postrer e inútil llamado a la conciencia de los militares sobre la magnitud del crimen que se incubaba en los altos mandos de las Fuerzas Armadas: "Soldado: la patria es la clase trabajadora". No volveríamos a circular hasta agosto de 1989, cuando Pinochet todavía usurpaba el cargo de presidente de la República, pero negociando su retiro del gobierno aunque permanecería ocho años más en la jefatura del ejército.

El mismo día del golpe dos miembros del equipo de "Punto Final" cayeron en La Moneda. Augusto Olivares Becerra, director de Televisión Nacional, asesor y amigo del presidente Allende, se quitó la vida pocas horas antes que el mandatario tomara igual decisión para evitar que la dignidad de su cargo fuera humillada por la soldadesca golpista. Asimismo nuestro compañero Jaime Barrios Meza, economista y gerente general del Banco Central, fue apresado junto con otros veinte funcionarios del gobierno que se habían rendido en La Moneda creyendo en el honor militar de respeto a los vencidos. Fueron llevados al Regimiento Tacna donde se les sometió a crueles torturas. El día 13 de septiembre se les trasladó a la unidad de fuerzas especiales de Peldehue, donde los fusilaron y sepultaron en "un hoyo inmenso", según el testimonio de un ex suboficial del Tacna. Años más tarde, los restos de esos mártires fueron exhumados de esa fosa común y arrojados al mar desde un helicóptero para borrar las huellas del horrendo crimen, testimonio de la cobardía y deshonor del ejército.

En La Moneda fue también detenido otro antiguo miembro del consejo de redacción de "Punto Final", el periodista Carlos Jorquera Tolosa, asesor de prensa del presidente Allende. Jorquera fue enviado al campo de prisioneros de la Isla Dawson y más tarde al exilio en Venezuela.

Otro de los ex redactores de PF obligado a exiliarse fue el periodista Hernán Uribe Ortega, que al momento del golpe era director del vespertino "Noticias de Ultima Hora", propiedad del Partido Socialista.

El secretario de redacción, fundador y primer director de PF, Mario Díaz Barrientos, murió en el exilio en Buenos Aires. La dictadura le negó en repetidas oportunidades la petición de volver al país. Incluso el traslado de sus restos a Santiago tuvo que vencer una prolongada y cruel tramitación de las autoridades dictatoriales.

También murió exiliado en México el redactor y miembro del consejo de redacción de la revista Jaime Faivovich Waisbluth, abogado socialista que en el gobierno de Allende fue intendente de Santiago y que como subsecretario de Transportes enfrentó el paro de los camioneros.

El gerente de PF, Alejandro Pérez Arancibia, abogado, ex militante comunista, tuvo que exiliarse en Cuba y murió años más tarde en Santiago, donde pudo volver terminada la dictadura.

Otros compañeros de la revista sufrieron un terrible destino. Máximo Gedda Ortiz, cineasta y poeta, militante del MIR, fue detenido por agentes de la Dina y torturado hasta causarle una muerte cruel mediante múltiples fracturas en todo el cuerpo. Por su parte Augusto Carmona Acevedo, miembro del consejo de redacción de PF, jefe de prensa y presidente del sindicato de trabajadores del Canal 9 de televisión de la Universidad de Chile (hoy Chilevisión, propiedad de un consorcio venezolano), fue asesinado en una emboscada que le tendió la Dina en diciembre de 1977. Carmona era dirigente del MIR. La misma suerte corrió en 1986 el ex redactor de PF José Carrasco Tapia, que al momento de morir trabajaba en la revista "Análisis". Carrasco era miembro del comité central del MIR, y había pasado por la prisión y el exilio en México y Venezuela. En Ciudad de México colaboró con Mario Díaz en la edición internacional de PF, que circuló durante algún tiempo.

La ex secretaria de la revista, Jane Vanini, una revolucionaria brasileña, fue asesinada en Concepción en 1974 por efectivos de la Infantería de Marina. Sus restos aún no han sido encontrados. Haydée Moreno, también secretaria de PF, tuvo que pedir asilo en una embajada y permaneció varios años en el exilio.

El director de la revista, Manuel Cabieses Donoso, fue detenido en la calle el 13 de septiembre de 1973. Fue trasladado al Ministerio de Defensa y enviado al Estadio Chile y al Estadio Nacional. Más tarde estuvo en los campos de prisioneros de Chacabuco, Puchuncaví y Tres Alamos. Fue expulsado del país en 1975, gracias a una vigorosa campaña internacional que desplegaron organizaciones de periodistas de todo el mundo. Fue acogido en Cuba junto con su familia. En 1979 regresó a Chile en su condición de dirigente del MIR, y permaneció en la clandestinidad hasta el final de la dictadura.

Los lectores que poseían colecciones de "Punto Final" tuvieron que destruirlas, ante el temor a los allanamientos que se multiplicaron durante los 17 años de dictadura. La posesión de ejemplares de la revista era prueba suficiente para detener y torturar a cualquier persona. Hemos publicado durante los últimos años varios testimonios de personas que sufrieron vejámenes y ultrajes por el solo hecho de habérseles encontrado ediciones antiguas de la revista. Algunos lectores pudieron esconder esos PF y en los años 90 los trajeron a nuestra redacción. Esto nos permite disponer de una colección -muy incompleta- de la revista anterior al golpe. Juntos, como se ve, lectores, periodistas y trabajadores de PF, hemos enfrentado los años terribles de la dictadura y juntos sufrimos sus consecuencias.

¿Por qué tanto odio contra una publicación? La respuesta, sin duda, se encuentra en la línea editorial de "Punto Final".

Hoy afrontamos otro tipo de amenaza: la asfixia económica mediante la negación de publicidad estatal y privada. La actitud de los grandes avisadores privados en su mayoría transnacionales, la comprendemos perfectamente. Sin embargo, desde hace unos años venimos luchando -junto con otros medios independientes- por el derecho a acceder a la publicidad estatal. Afirmamos que el Estado tiene la obligación de proteger el pluralismo informativo, mediante una distribución equitativa de la publicidad y otras formas de apoyo que permitan a los medios independientes disponer de créditos blandos para modernizar sus equipos y adquirir tecnología para desafiar -en el caso de la prensa escrita- al duopolio que controla el mercado. Sin esto la libertad de expresión se convierte en un sarcasmo. Tal como informamos en su oportunidad - porque estas gestiones las hemos hecho en forma pública- dos sucesivos ministros de la Secretaría General de la Presidencia del actual gobierno, Heraldo Muñoz y Francisco Vidal, nos han asegurado que el presidente Ricardo Lagos ha impartido instrucciones para que la publicidad estatal llegue a los medios independientes, y no sólo a los consorcios "El Mercurio" y "La Tercera", a fin de proteger el pluralismo en la información y opinión. Sin embargo, han pasado largos meses y en lo que respecta a "Punto Final" esas promesas no se han cumplido. Esto demuestra que sólo fueron palabras amables pero engañosas, o que las instrucciones del presidente de la República no se obedecen en los ministerios y servicios públicos -lo cual también es muy posible debido a la trenza de intereses y corrupción que existe en esos ámbitos-.

Es por eso que estamos llevando adelante una nueva campaña de finanzas, apelando a la solidaridad de los lectores y amigos de PF. La respuesta a nuestro llamado ha sido excelente. En el próximo número seguiremos dando cuenta de los aportes recibidos. Miramos con optimismo el futuro. Si la brutalidad de la dictadura no fue capaz de eliminarnos, tampoco lo harán métodos más sutiles de estrangulamiento como los que emplean el mercado y los administradores institucionales del modelo. La revista y sus lectores pueden derrotarlos una vez más.

- Puesto Uno: Correcto, represento eso al (inentendible)… por favor. De parte de comandante en jefe, además de las medidas que existen sobre radio y televisión, ehhh, no se aceptan, repito, nin… publicación de prensa de ninguna especie. Y aquella que llegara a salir, además de ser requisada, motivará la destrucción de las instalaciones en las que fue editada. Cambio… Ehhh, justamente el personal que trabaja allá en "Punto Final", todo el mundo ahí debe ser detenido. Cambio.
(Del libro "Interferencia secreta" de Patricia Verdugo que reproduce las comunicaciones radiales del comando golpista el 11 de septiembre. El Puesto Uno correspondía al comandante en jefe del ejército, Augusto Pinochet).