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Latinoamérica

12 de noviembre del 2003

¿Por qué no triunfó la revuelta en Bolivia?

Raúl Calvo Trenado
Rebelión
Desmintiendo las promesas realizadas el 17 de Octubre durante su toma de posesión, Carlos Mesa anuncia su intención de permanecer en el poder hasta 2007. En sus primeros pasos de gobierno se observa una línea continuista con respecto a las políticas neoliberales de Lozada: se ha comprometido a cumplir los mandatos del FMI e intentará continuar con el proyecto de exportación del gas, motivo que desencadenó la revuelta.

¿Qué ha pasado para que la rebelión no haya triunfado y Bolivia siga bajo el yugo neoliberal?

Una rebelión descoordinada

Cuando comienzan las movilizaciones en septiembre, nadie parece advertir la magnitud que pronto van a alcanzar; rápidamente las organizaciones sociales y políticas populares son sobrepasadas por el pueblo en lucha.

La lucha por la defensa del gas incluía tras de si toda una serie de demandas que golpeaban al neoliberalismo y exigían su abolición.

El PC de Bolivia y el POR no han tenido relevancia en las movilizaciones, son reliquias del pasado; solo se han destacado en las movilizaciones la Central Obrera Boliviana (COB), el Movimiento Al Socialismo (MAS) y el dúo formado por la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y el Movimiento Indígena Pachacuti (MIP)

A pesar de que se la señalaba como obsoleta y sin capacidad de convocatoria la COB ha sido la que más y mejor ha articulado la protesta, si bien corrió y corre el peligro de ser desbordada si no mantiene un planteamiento firme contra las políticas neoliberales.

La CSUTCB y el MIP forman el ala "radical" de la movilización y son los únicos que han hablado de toma de poder por vía armada. Sin embargo sus planteamientos son poco realistas por maximalistas. Las palabras de su dirigente Felipe Quispe, más que a revolución suenan a racismo y odio contra lo no indígena.

Ninguna de estas organizaciones ha tenido un papel protagónico en la movilización popular que ha adolecido de falta de coordinación.

El viernes 17 de octubre La Paz estaba tomada por decenas de miles de manifestantes armados frente a una policía y un ejército dubitativo; la COB pudo hacerse con el poder ese día pero no dio el golpe definitivo. La ausencia de una dirección revolucionaria impidió que se tomase el poder demostrando, una vez más, que la sola movilización de la sociedad civil no es suficiente para realizar una transformación social.

Con el fin de "tranquilizar" la situación, Goni es dejado caer por EE.UU. para evitar que la situación se tense más. Otro neoliberal ocupa ahora su puesto, Carlos Mesa.

Se perdió una gran oportunidad y en las revoluciones las oportunidades son pocas pues el enemigo aprende de sus fallos.

La desmovilización

Pero es tras la llegada de Carlos Mesa al poder cuando se produce un error estratégico catastrófico que quizá pueda ahogar las expectativas de cambio real. Se trata de la desmovilización.

Ante el temor o dificultad por tomar el poder, casi todas las organizaciones sociales aceptan dar un margen de confianza al nuevo presidente. Se comete el desatino de desmovilizar al pueblo como, si en caso de necesidad, fuera fácil volverlo a movilizar. Insisto en decir que las oportunidades no se repiten y que el enemigo aprende.

A quien le concedieron un voto de confianza es un individuo nada de fiar. Mesa fue vicepresidente del sanguinario Goni y un más que probado lacayo del imperialismo y de las políticas neoliberales.

Sus primeros pasos son prudentes para así favorecer la desmovilización: ofrece la creación de una Asamblea Constituyente, elecciones anticipadas pues se considera un presidente de transición, pide una tregua al pueblo de Bolivia y sus organizaciones. Tregua que en principio aceptan el MAS y la COB.

La COB decide un "repliegue táctico" y suspende la huelga indefinida. Quizá en esos momentos ya no podía hacer otra cosa pero eso no la exime de haber realizado una política demasiado conciliadora con el presidente Mesa.

El MAS ha tomado una posición mucho más moderada. En boca de su dirigente, Evo Morales, declaró que apoyaría la nueva gestión estatal desde el parlamento y que levantaría toda la presión contra el nuevo ejecutivo. Evo sabe que si intentase ahora tomar el gobierno, las masas exigirían mucho de él, así que prefiere esperar a que caiga el frágil gobierno de Mesa o alzarse con la presidencia en 2007; el MAS se balancea entre una tibia oposición parlamentaria y un "apoyo crítico" al gobierno.

La CSUTCB y MIP se mantienen al margen de la negociación. Han ofrecido 90 días de plazo al nuevo gobierno para que atienda sus demandas y en caso negativo se dice dispuesta a retomar la sublevación con el fin de hacerse con el poder. No están a favor de la Asamblea constituyente sino de refundar Qullasuyo, la nación aymara.

Mesa ha formado su gobierno de tecnócratas y va rompiendo los compromisos de su investidura. Es un gobierno débil pero que lentamente está apaciguando al pueblo boliviano. Perder tiempo como se está haciendo por parte de los revolucionarios en "repliegues tácticos" es una locura.