28 de octubre del 2003
Mentiras bonitas
Francisco Mieres
Soberania.info
Las que nos sirven para trazar planes petroleros bien bonitos:
• Venezuela es el país con mayores riquezas petroleras del mundo; nuestras
reservas son prácticamente infinitas, por tanto inagotables;
• Las necesidades de petróleo y de gas en el mundo son crecientes hasta
el infinito, por los siglos de los siglos, por lo que tenemos asegurada la venta
de nuestra producción sin ninguna limitación;
• Lo único que tenemos que hacer es seguir produciendo y refinando cada
vez más para asegurarle al país ingresos crecientes, sin preocuparnos
tanto por los precios;
• No hay contradicciones entre los países exportadores de petróleo
y las potencias importadoras, sino complementaridad: unos y otros se necesitan,
y sus necesidades pueden armonizarse en los diálogos de productores y
consumidores;
• Por ende, no hay ningún antagonismo entre la OPEP y la Agencia Internacional
de Energía creada por Kissinger; lo que está habiendo es un entendimiento
creciente para una planificación conjunta del futuro energético
de la humanidad;
• No hay ningún propósito imperial anti-OPEP en el Programa Nacional
de Energía de USA lanzado por Bush, sino una búsqueda de seguridad
energética, petrolera ante todo, de ese país, lo que refuerza
la posibilidad de un acuerdo de largo plazo entre nuestros dos gobiernos, para
garantizarle por nuestro lado el abastecimiento de petróleo y gas;
• Esa posibilidad ya había sido abierta por la propuesta de ALCA energética
formulada por Clinton para formular un pacto hemisférico en materia de
hidrocarburos;
• Los proyectos de internacionalización nos dan garantía de colocación
de refinados en los mercados del norte para los crudos más pesados, y
son beneficiosos, aunque nos den pocas ganancias; debemos corregirlos, mas no
eliminarlos;
• Los incentivos de impuestos y otros para asegurar la presencia de las compañías
extranjeras, y la asociación con ellas dentro y fuera del país,
es vital para obtener capital, mercados y tecnología para la expansión
de nuestra producción y comercialización de hidrocarburos;
• Debemos evitar los excesos de privilegios que dimos a las transnacionales
en la apertura petrolera, mas tampoco deberíamos volver al exceso de
estatización pautado en la Ley de Nacionalización; en lugar del
100% para el Estado fijado en esa ley, nos basta con el 50%, para buscar una
solución fifty-fifty como en la ley de 1943;
• La única nube en el horizonte brillante de la demanda petrolera podría
venir del protocolo de Kyoto, fruto de la obsesión ecologista de limpiar
la atmósfera del planeta; pero afortunadamente tenemos en Bush un gran
aliado para liquidar esa amenaza.
Por tanto, no hay de qué preocuparse: el mundo seguirá siendo
de nosotros, los petroleros!.