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Latinoamérica

El último día de Goni en el poder empezó a correr en Patacamaya


Manfred Reyes Villa terminó de precipitar el alejamiento del Presidente. A Sánchez de Lozada le costó admitir que debía dejar su mandato. Incluso llegó a plantear que podía gobernar desde Santa Cruz. Luego dirigió la transición para Mesa.

 

La Razón

Un abrazo entre un coronel del Ejército y un dirigente minero determinó, la medianoche del jueves, la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Ocurrió a 109 kilómetros de la plaza Murillo. En realidad, la declaración de Manfred Reyes Villa, ocurrida 10 horas después en puertas de la residencia presidencial, confirmaban que la crisis no tenía solución alguna. Que Goni no tenía otro camino que renunciar.
Seis semanas después del inicio del conflicto, el Jefe del MNR y dos veces Presidente de la República cedió finalmente a la presión de una movilización social que se concentró en las ciudades de La Paz y El Alto. Firmó una carta enviada al Congreso en contra de su voluntad, ante una inminente agudización de la convulsión, debido a la amenaza de los cooperativistas mineros.
Lejos de las grabadoras y filmadoras periodísticas, a 3.789 metros sobre el nivel del mar, en el camino La Paz-Oruro, el coronel y el sindicalista, cuyos nombres aún no se conocen, se habían puesto de acuerdo para que cientos de personas avancen desde Patacamaya hacia La Paz en 58 camiones para demandar la renuncia del Presidente.
Anoche, en la casa de San Jorge, el grupo de ministros encargados de analizar el conflicto terminó de enfrentarse y dividirse en dos. Uno, liderado por el titular de Defensa, Carlos Sánchez Berzaín, consideraba que la convulsión desatada en La Paz y El Alto aún tenía solución. Otro, dirigido por el ministro de Gobierno, Yerko Kukoc, sostenía que la multitudinaria marcha no tenía otro mensaje que la crisis ya era insostenible. La polémica adquirió más cuerpo cuando el ministro de la Presidencia, Guillermo Justiniano, llegó a admitir que "ya era tarde".
Con esas posiciones y análisis en el tablero, Sánchez de Lozada había identificado dos caminos: la renuncia o mantenerse en el Gobierno, pero cambiando de sede, probablemente Santa Cruz, según confió un ex colaborador suyo a este medio. Así se despidió el día jueves de la residencia.
En el camino a Oruro, el jefe militar no tuvo otra que retroceder en la orden que había recibido desde la sede de gobierno: la de no permitir el avance de los mineros cooperativistas y gremialistas de Oruro. Eran miles y dos de ellos murieron el miércoles en un enfrentamiento con las Fuerzas Armadas en Patacamaya. Es decir, estaban armados y furiosos.
Goni pasó de jueves a viernes —casi sin dormir— con la idea de que la crisis estaba en su etapa más dura, pero sin pensar en la renuncia. Tanto es así que en una entrevista con una cadena de radios de la región, ayer a primer hora, insistió en que no dimitirá, que el narcosindicalismo quería desestabilizar la democracia.
Y la línea dura del gabinete, en una nueva reunión en la residencia, recomendó que podía resolverse la crisis. "Esa gente no tiene ninguna probabilidad de ganar o de triunfar en el planteamiento inconstitucional que están haciendo para la renuncia del Presidente", había dicho Sánchez Berzaín a radio Fides, el jueves.
"La cosa cambió cuando supimos que los militares habían levantado el control en Patacamaya y luego se precipitó después con el anuncio de Reyes Villa (la de pedir la transición al Presidente", confió otra fuente.
Eran 58 camiones compuestos por gremialistas, pero principalmente mineros como los de Huanuni, que el jueves 9 se enfrentaron con fuerzas militares en Ventilla, El Alto.
A media mañana de ayer se terminaban de caer los dos pilares —la social estaba rota, por su credibilidad dañada— que aún sostenían a Goni. La militar, con lo de Patacamaya, y la política, con más pugnas en el MNR y la ruptura con NFR, de Manfred Reyes Villa.
La madrugada del viernes, el vocero Presidencial, Mauricio Antezana, ya optó por el silencio, pese a que acompañó a Sánchez de Lozada. Era parte de la corriente que pedía una solución política, la que hace varios días sugirió un "referéndum vinculante" sobre el gas, y que el Mandatario lo propuso a medias el miércoles, cuando ya cuatro ministros creían que era tarde.
Ayer, la reunión de Reyes Villa, con el todavía Primer Mandatario, se produjo a media mañana. El eneferista salió aproximadamente una hora después diciendo que las ofertas de Sánchez de Lozada –constituyente, referéndum y aumento de impuestos petroleros–, que él mismo había apoyado el miércoles, resultaron extemporáneas.
Reyes Villa le había pedido la renuncia al Presidente, porque "hay grupos anárquicos" que pueden acabar con la democracia, según el líder eneferista.
"Por eso, hay que hablar de una transición", dijo en las puertas de la Residencia.
Coincidió con la posición de la Embajada de Estados Unidos en sentido de que "no deberíamos esperar un gobierno de presión, por eso deberíamos plantear un gobierno de unidad donde se garantice la paz". Hay que recordar que la noche del juves, el embajador de ese país, David Greenlee, visitó al entonces vicepresidente Carlos Mesa, para hablar sobre la crisis y el único espacio para la solución política: el Congreso Nacional.
Sin el apoyo de NFR en el Congreso y el Ejecutivo —los tres ministros posesionados en agosto le presentaron su renuncia—, Sánchez de Lozada decidió no exponer más a los militares.
"No tengo otro capital que la renuncia. Ojalá sirva para la pacificación del país", habría dicho el jefe de Estado, poco después de las 12.30 del viernes.
Sin embargo, poco antes, a las 12.00, la primera dama, Ximena de Sánchez de Lozada, irrumpió en la sala donde estaban los periodistas para decir "estoy aquí, en carne y hueso. Estoy a lado del Presidente". Luego se entró.
A esa misma hora, los ruidos en la parte trasera de la residencia indicaban que el personal de servicio empacaba para una inminente salida de la familia.
A las 14.40, habló Jaime Paz,. Dijo que notó al Presidente sereno, pero preocupado y que más allá de una gestión de gobierno "estamos preocupados por los valores trascendentales de la democracia".
Paz Zamora dijo que le habló a Sánchez de Lozada en su calidad de ex presidente. "Le dije que nuestro movimiento y mi propia persona hemos dado todo por la democracia, hemos derramado sangre por la democracia y por lo tanto los que tienen que estar por encima de todo son los valores de la democracia, su institucionalidad y las perspectivas de Bolivia".
Pese a las contradicciones en el discurso, Sánchez de Lozada quedó agradecido con el líder del MIR porque él y su equipo de colaboradores le guardaron lealtad. "Lo hicieron bien hasta el final", dijo una fuente del MNR.
Tras la conferencia de prensa de Jaime Paz, desde Brasil llegaría un cable de la agencia AFP, cuya fuente es el enviado de Lula da Silva a Bolivia, Marco Aurelio García, quien habría informado a radio CBN que el Presidente boliviano renunció a su cargo. García habría conocido esa información de boca de Paz Zamora.
Desde las 12.30, Goni dirigió el operativo para que la sucesión presidencial sea constitucional, es decir por el Congreso. Lo hizo personalmente, porque —según se supo hasta anoche— no restableció su relación rota con el Vicepresidente, desde la mañana del lunes.
En ninguna de las reuniones, Goni dejó de sostener que su renuncia se debía a una estrategia llevada adelante por la "dictadura sindical" y que por eso le preocupaba el futuro del país. Ese convencimiento le llevó a preguntarse si Carlos Mesa, ya como Presidente, podría lograr la estabilidad, sin apoyo político, sin aparato partidario.
Aún así, Sánchez de Lozada —según cuenta una fuente cercana él— ordenó a Carlos Morales, ministro de Obras Públicas, que traslade en diferentes tipos de aviones a los parlamentarios hacia la sede del Congreso, en la plaza Murillo. El operativo empezó después del mediodía y terminó a duras penas, con éxito, después de las 20, con los senadores y diputados sentados en sus curules.
La tensa gestión de Sánchez de Lozada termina, en realidad, a las 17.00, cuando deja la Residencia Presidencial, como resultado de varios factores que incluye la desatención a grupos marginados, la polarización política del país, corrientes internas del Gobierno que no se pusieron de acuerdo y la ausencia de una estrategia informativa, analiza un testigo y protagonista de esta historia que dejó heridas en el proceso democrático.