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Latinoamérica

8 de octubre del 2003

Uruguay: Izquierda modelo 2004
La política del guiso

Marcelo Pereira
Brecha
La mayoría de los dirigentes frenteamplistas lucen decididos a ser y parecer moderados en el año electoral, pero la ejecución de ese propósito afronta escollos.También el Tribunal de Cuentas, cuyos esfuerzos por maquillar los desaguisados resultaron estériles.

Los más notorios fueron, en las últimas semanas, el que excluyó de la Mesa Política del Frente Amplio a la Corriente de Izquierda (CI); y el que llevó a la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) a separarse del Partido Comunista Uruguayo (PCU). Esos episodios prueban hasta qué punto pasó de moda aquella cómoda clasificación, y hasta qué punto las apariencias son, en la política de ahora, una cuestión de fondo.

HORROR AL VACÍO Desde cierto punto de vista, podría decirse que la contienda entre ambas corrientes está superada desde hace tiempo, debido al amontonamiento de muchos grupos relevantes en una zona intermedia. Sectores como el Movimiento de Participación Popular (MPP) y el PCU, que suman un considerable peso en términos electorales y de militancia, se muestran menos proclives a la confrontación y más alineados tras el liderazgo de Tabaré Vázquez, mientras en el Partido Socialista (PS), poderoso en los dos terrenos mencionados, se produjo, a la inversa, una especie de radicalización, tras el fracaso del intento de reconversión encabezado por Ernesto Laguarda y el retorno al timón del senador Reinaldo Gargano.

Ese proceso del PS fue crucial para la definición del Encuentro Progresista-Frente Amplio sobre la cuestión de ANCAP, y luego Asamblea Uruguay quedó sola en la defensa, hasta hoy, del acuerdo en que participó sobre ese asunto con colorados y blancos, dado que la Vertiente Artiguista, el otro socio de aquel entendimiento, optó por una forma de acatamiento a la mayoría encuentrista que implica no reivindicar la ley que sus senadores ayudaron a redactar.

Pero dicen que la naturaleza tiene horror al vacío, y parece evidente, entre los encuentristas, que cada lugar ideológico es ocupado apenas alguien lo abandona, lo cual parece sobre todo un síntoma de que faltan debates en profundidad.

La senadora y secretaria general del PCU, Marina Arismendi, dijo en una entrevista publicada por el diario La República, el 21 de setiembre, que la actual crisis de esa fuerza política es parte de "un proceso cíclico que se da en todos los partidos comunistas", en los cuales "de repente hay un flujo de tendencias a descafeinar y hoy la tendencia es inversa". Puede ser, pero en otro sentido de lo cíclico se han cambiado los papeles. A comienzos de los años noventa, eran Arismendi y otros de los actuales dirigentes comunistas quienes reivindicaban el café cargado, y con ese discurso encabezaron la resistencia interna a los cambios que derrotó a la dirección partidaria de entonces. Una década después, le toca a los radicales de ayer ser acusados de moderados, y también de cosas peores, como ellos acusaron a sus predecesores.

Una extensa nota publicada en