Sánchez de Lozada insiste: "no renunciaré, quieren imponer una narcodictadura"
Marcha multitudinaria en La Paz al grito de "¡que se vaya Goni!"
Allanamientos del ejército casa por casa en El Alto Protestan
por hambre, dice politóloga
El presidente acusa de "terroristas apoyados por guerrillas externas" a líderes
de la oposición
AFP, REUTERS, DPA Y PL / LA JORNADA
La Paz, 16 de octubre. "Que caiga Goni, que se vaya", fue una
de las consignas en la multitudinaria manifestación de este jueves en
La Paz, donde las huelgas de hambre, marchas y barricadas se extendieron, al
igual que en otras ciudades de Bolivia, para exigir la renuncia del presidente
Gonzalo Sánchez de Lozada, quien insistió en que no dimitirá
y calificó de "terroristas" a los líderes de la oposición,
quienes según él quieren imponer una narcodictadura o una
anarcodemocracia.
Anoche, Sánchez de Lozada había ofrecido un referendo sobre el
tema de la exportación de gas -una operación que sólo beneficia
a las multinacionales petroleras, y que fue detonante de la rebelión
hace un mes-, pero además de que la propuesta no significa que la operación
sea anulada, no hizo mención a los más de 80 muertos que ha dejado
la represión.
Sigue la mano dura
Además, el mandatario no ha abandonado la opción de mano dura,
según reportó desde La Paz -sede del Ejecutivo- el periodista
Manuel Robles Sosa. Esa opción "asomaba anoche en allanamientos militares,
casa por casa, en El Alto, y en la voladura de las antenas de transmisión
del canal universitario y la radio sindical Pío XII de la sureña
ciudad de Oruro, aunque en opinión del analista Róger Cortez el
gobierno contempla como alternativa agotar por cansancio a la protesta".
En El Alto, reportó a su vez la agencia alternativa Econoticias, "no
han pegado los ojos. Han sufrido y penado toda la noche, sometidos a tortura
sicológica emprendida por militares carapintadas que hacían
explotar dinamita y bombas, lo mismo que disparaban metralla al aire para amedrentar
a los vecinos".
"La represión hasta ahora sólo ha conseguido hacer crecer el conflicto,
pues aplicada con virulencia en el vecino distrito de
El Alto -el más pobre y el más rebelde del país- causó
la paralización total de La Paz y propagó la protesta a la mayoría
de las ciudades. Hoy, una multitud jamás vista en Bolivia, indignada
pero pacífica, pidió a voz en cuello la salida del presidente,
aunque fue desalojada del centro a punta de gases y balines de goma", con saldo
de varios heridos, señaló Robles Sosa.
La multitud, más de 50 mil personas según prensa citada por Afp,
se concentró en el centro de La Paz gritando consignas contra Sánchez
de Lozada. Muchos provenían de los barrios miserables de las laderas
de la ciudad y también de El Alto, donde al menos una cincuentena de
personas murieron el pasado fin de semana a manos del ejército.
"No son subversivos, son el pueblo", comenta un comerciante mestizo al paso
de la columna de indígenas expulsados por la pobreza del altilplano a
El Alto, la ciudad más poblada del país y también la más
pobre.
"Goni asesino, Goni al paredón", gritaban los manifestantes
al converger en la céntrica Plaza San Francisco, convertida en epicentro
del descontento popular contra el mandatario, conocido por ese apodo.
En una entrevista con el Grupo Latinoamericano de Radio, Sánchez de Lozada
dijo: "yo no asumo la responsabilidad por los actos vandálicos, pero
la responsabilidad por los muertos siempre cae en el presidente".
Se justificó: "nos hemos visto obligados a mantener el orden en el marco
de la Constitución.
"No voy a renunciar, vamos a mantener la democracia y la unidad de la nación",
insistió el mandatario, impulsor de una ola de privatizaciones, para
quien sólo un acto "de Dios" lo hará abandonar el cargo.
"Si tiene éxito este movimiento subversivo, la droga será la única
y principal exportación de Bolivia, y el país se convertirá
en un campo de batalla", insistió Sánchez de Lozada, cuyo discurso
acusa a los opositores de "sediciosos" y "terroristas" apoyados por "guerrillas"
y sectores externos.
El mandatario habló incluso de la presencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia, en un "rol de entrenamiento y preparación y capacitación",
y más tarde, en declaraciones a la cadena CNN, insistió en que
las protestas están dirigidas por "elementos que están en el cultivo
de la coca", y que "tienen lazos con Sendero Luminoso".
Esta noche agregó -a la misma cadena noticiosa- que los líderes
de las protestas lo que buscan es un "golpe de Estado" para instalar una anarcodemocracia
o narcodemocracia. Mencionó haber convocado al Congreso para que
examine la crisis social y retó a la oposición a que traslade
a ese foro "el debate y el enfrentamiento" que mantiene en las calles.
En relación a su oferta de anoche, el mandatario dijo a estaciones de
radio que "el líder Evo Morales (de cocaleros) y Felipe Quispe (de campesinos)
manejan los sindicatos de La Paz en aras de mantener su dinámica de terroristas,
son los enemigos que vienen escudándose en las demandas sociales, a las
cuales yo he respondido".
Morales y Quispe habían calificado de burla la propuesta presidencial:
"Después de la cantidad de compañeros acribillados, la posición
del pueblo boliviano es dejarlo fuera del gobierno", dijo el primero, diputado
del Movimiento al Socialismo (MAS), la primera fuerza de oposición en
el Congreso.
"Si la represión es la única respuesta a sus reivindicaciones,
temo de verdad que se llegue a la lucha armada. Para evitar llegar a estos extremos
terribles y para que los indígenas no pierdan la esperanza, hemos decidido
jugar la carta de la acción política", sostuvo Morales al diario
francés Le Monde.
La oposición pidió al vicepresidente Carlos Mesa que asuma el
poder, pero éste, un intelectual independiente que se alejó del
gobierno el martes en desacuerdo por la violenta represión, dijo hoy
que no está "dispuesto a servir como instrumento en un proceso creciente
y peligroso de polarización de la sociedad boliviana".
"Es tarde para concesiones"
Otros sectores rechazaron la propuesta de Sánchez de Lozada: "Desde el
radical dirigente campesino aimara Quispe hasta la moderada ex defensora del
Pueblo, Ana María Romero, promotora del movimiento de ayuno de la clase
media, el criterio unánime es que ya es muy tarde para concesiones que
durante meses las organizaciones sociales y los partidos políticos habían
hecho al mandatario, sin ser escuchados", dice el periodista Robles Sosa.
"Lo que pasa ahora es que sobre las espaldas del presidente pesan muchos muertos",
apuntó por su lado el sacerdote católico Eduardo Pérez
Iribarne, director de la cadena de radios Fides.
La propuesta "parece una burla a los muertos" en las ciudades de La Paz y El
Alto, consideró el analista Alvaro García, "cuando medios locales
denuncian acoso" a los vecinos de esas localidades y "cuando han silenciado
la radio Pio XII".
La politóloga Ximena Costa, de la universidad pública de La Paz,
estimó a su vez que el mantenimiento de la represión militar policial
contra los manifestantes en calles y caminos "no hará otra cosa que desembozar
al gobierno que acusa a todos sus opositores de sediciosos, narcotraficantes
y terroristas, cosa que no es así, porque se marcha por hambre, por pobreza".
Sánchez de Lozada, apoyado firmemente por Estados Unidos, sostuvo, no
obstante, en su charla con las radios, que "la gran mayoría del país,
sus plantas, sus minas y sus fábricas están funcionando normalmente".
Sin embargo, a las marchas y barricadas impulsadas por sindicatos y organizaciones
indígenas y campesinas, se suma una huelga de hambre que casi un centenar
de intelectuales, artistas, empresarios, antiguos miembros del gobierno y sacerdotes
realizan en 38 lugares diferentes de Bolivia, según la ex Defensora del
Pueblo Ana María Romero.
"El presidente ya no tiene credibilidad y su propuesta no fue oportunamente
planteada, por lo tanto lo que corresponde es que renuncie", afirmó el
viceministro de Microempresa, Samuel Soria, quien renunció y se sumó
a la huelga de hambre.
Por su lado, el secretario ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB), Jaime
Solares, dijo que el embajador de Estados Unidos, David Greenlee, debe abandonar
el país, ya que violó la soberanía boliviana al intervenir
para mantener en el cargo al presidente.
El dirigente de la Federación de Trabajadores de la Prensa de La Paz,
Arsenio Alvarez, denunció a su vez que el embajador reunió en
días pasados a los directores de diversos medios de comunicación,
a quienes advirtió que su país no reconocerá a ningún
presidente que no sea Sánchez de Lozada.
En tanto, en Sucre, capital oficial de Bolivia, el comité cívico
regional mantiene una huelga indefinida desde el lunes, mientras una marcha
de campesinos avanzaba hacia Santa Cruz, polo económico en el este boliviano,
aunque a última hora decidieron regresar sobre sus pasos para evitar
un choque con grupos de civiles que no quieren su presencia en esa ciudad.
En Oruro y Potosí, en el sur andino, las manifestaciones de descontento
persistían y tendían a recrudecer, según versiones de medios
locales.