Kolectivo Lientur
Con una masiva participación de organizaciones sociales, políticas, sindicales y estudiantiles se desarrolló el pasado 12 de octubre en las calles de Santiago la "Marcha por la Resistencia Mapuche" convocada por diversas agrupaciones mapuche de la capital en rechazo a la conmemoración del 12 de octubre y por la libertad de los prisioneros políticos mapuche recluidos en distintos penales de la zona sur del país. A eso de las 11:30 de la mañana, más de tres mil personas comenzaron a marchar desde Plaza Italia con destino al Cerro Huelen (Santa Lucía), liderados estrictamente por las demás organizaciones convocantes, entre las que destacaban Meli Witran Mapu, el Comité por la Liberación de los Presos Políticos Mapuche, la Agrupación Odiokratas de Cerro Navia y el Hogar de Estudiantes Universitarios Mapuche ubicado en calle Suecia de Providencia.
Diversas fueron las motivaciones para organizar esta marcha, señalaron los organizadores, aun cuando todas ellas de una u otra forma daban cuenta de una misma realidad de abusos y atropellos que no sólo se ha mantenido inalterable por ya más de 500 años, sino que además parecieran irse incrementando con el paso del tiempo y bajo nuevas formas al interior de las fronteras del Estado chileno. El fin de la discriminación contra los pueblos indígenas; la libertad de los presos políticos recluidos en las mazmorras de la zona sur; la salida de las multinacionales forestales y energéticas del territorio mapuche; la no aplicación de leyes políticas -como la N° 18.364 sobre Conductas Terroristas- en contra de dirigentes y miembros de las comunidades en conflicto; y el fin de la impunidad hacia efectivos policiales involucrados en graves casos de atropellos a los derechos humanos, constituyeron la tónica de una jornada cargada de ancestrales reclamos todavía vigentes.
De todos ellos, destacaron este 12 de octubre los gritos de justicia para el caso de la muerte del joven mapuche Alex Lemún, asesinato policial perpetrado a mansalva en los campos de la zona de Ercilla en noviembre del año 2002 y cuyo principal inculpado -el mayor de Carabineros Marco Aurelio Treuer- fue dejado en libertad por parte de la justicia militar en un fallo apestante de racismo e impunidad. También los reclamos de libertad para los lonkos Pascual Pichún y Aniceto Norin, figuras emblemáticas de la prisión política impuesta por los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia. Ambos líderes tradicionales fueron recientemente condenados en Angol por amenazas "terroristas" contra el latifundista y ex ministro de Estado, Juan Agustín Figueroa, en un fallo que -tal como aseguró en Temuco el abogado de la Corporación NorAlinea, Jaime Madariaga- debería "avergonzar" ante los ojos del mundo al sistema judicial chileno.
Por cierto, la multitudinaria marcha no solo estaba conformada por miembros del movimiento mapuche establecidos en la capital tras emigrar del empobrecimiento y la falta de tierras aun existente en el Wallmapu. Representantes del pueblo aymara, grupos de minorías sexuales, organizaciones de izquierda, sindicatos de trabajadores, grupos ecologistas, colectivos anarquistas, miembros de las barras bravas y agrupaciones artísticas y culturales respondieron también entusiastas a la convocatoria, pasando a formar parte de este abanico de expresiones críticas de los 511 años del denominado "Descubrimiento de América" que tanto celebran por estos días las oligarquías nacionales y extranjeras. Se trató sin duda de una marcha cargada de simbolismos. Y dentro de estos últimos, los más aplaudidos resultaron las ya tradicionales "quemas" de banderas chilenas y estadounidenses, además de una demostración de palin que -para sorpresa de los huinkas transeúntes- un grupo de jóvenes palife pertenecientes a las agrupaciones convocantes realizó en medio del asfalto santiaguino.
"Con ropajes distintos y bajo los mandatos del capitalismo, la conquista continúa interminable en nuestros territorios", señalarían con insistencia varios de los delegados indígenas presentes en la manifestación, todos ellos hermanados esta vez bajo el rostro aun adolescente de Alex Lemún, "mártir de la liberación nacional mapuche", según consignaban la mayoría de los lienzos, pendones y pancartas utilizados en la multitudinaria marcha, la misma que culminaría más tarde su multicolor recorrido en las faldas del histórico Cerro Huelen. Allí y más precisamente en la calle Miraflores, tendría lugar el tradicional Acto Político-Cultural, donde los discursos en contra del "colonialismo" del Estado chileno y sus reiteradas acciones represivas en contra del movimiento mapuche fueron vitoreados como una sola voz, como una sola fuerza, por todos los manifestantes reunidos.
Un par de horas más tarde y cuando ya los bailes tradicionales, la presentación de los grupos musicales y la declamación de los poetas habían finalizado, la manifestación se disolvió ante la mirada expectante de las fuerzas policiales apostadas en los alrededores del sector y encargadas de los tradicionales apaleos y persecuciones ordenados por el democrático gobierno para este tipo de ocasiones. Sin embargo y contrario a lo sucedido en otras manifestaciones públicas, esta vez los guardianes de la ley no tuvieron más alternativa que observar impotentes como las miles de personas -hombres, mujeres, jóvenes y niños, mapuches y no mapuches- retornaban pacíficamente a sus respectivos lugares de origen, llevando consigo no solo la satisfacción del deber cumplido, sino que también la esperanza intacta de un futuro cada vez más cerca de libertad y de justicia para nuestros pueblos.