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Latinoamérica

TREINTA AÑOS Y UN DIA

Por Máximo Kinast

Han pasado uno tras otro los días y los meses y los años y ayer, treinta años y un día después de ese mes de septiembre, estuve con la directiva de la Corporación Pisagua. Viejos como yo, algunos mayores y otros no tanto, pero casi todos sobre los sesenta y ahí están, como siempre, recordando para que no haya olvido, porque todo eso ocurrió allá en el norte árido de Chile como a lo largo de todo el país.
Que quede claro como la luz del día. No hubo guerra, sino matanza. No hubo Plan Zeta ni nada parecido. Eso fue un invento de los militares y de sus asesores para justificar lo injustificable. No hubo quince mil cubanos armados hasta los dientes. ¿Si los hubo, que pasó con ellos? ¿Dónde estaban el día después? Y lo más fuerte, ¿dónde estuvieron el once? No, señores, ni fue una guerra, ni hubo quince mil cubanos, ni Plan Zeta.
Hoy todo el mundo sabe que hubo un complot organizado por el Departamento de Estado, por la CIA, el Presidente de los Estados Unidos y su asesor, Kissinger, de infausta memoria.
Hoy todo el mundo sabe que los 'generales rastreros' les sacaron las castañas del fuego a los ricos de entonces. Hoy todo el mundo sabe que no se trató de 'liberar a Chile de las garras del comunismo internacional'. Fue algo mucho más simple. Un robo con fractura. Había que apoderase de los bienes nacionales, de los bienes del área de propiedad social y de los que el Estado tenía en el área de propiedad mixta. Se trataba de un botín de cien mil millones de dólares y de introducir doctrinas foráneas para justificar esta expoliación.
¿Eso fue todo? No lo se, no estoy seguro. Es muy posible que haya algo mas, algo muy sucio. Me pregunto esto por el silencio cobarde. Por ejemplo, nuestros 'valientes marinos' se niegan a reconocer los crímenes cometidos a bordo de la Esmeralda. Si tuvieron valor para secuestrar, torturar y asesinar a sacerdotes, mujeres y niños, además de a sus prisioneros inermes, ¿cómo es que no tienen valor de decirlo? ¿Cómo es que no se atreven a enfrentar la Justicia? ¿Qué tenebroso secreto sella sus bocas? Es lícito, en estas circunstancias pensar en cualquier cosa. ¿Drogas? ¿Tráfico de armas? ¿Secuestro y tráfico de niños? Algo muy grave ha ocurrido, además de los asesinatos, torturas, violaciones de tumbas secretas, cuerpos arrojados al mar, hay algo más. Algo que movilizó al Presidente Frei a implorar por la libertad del Genocida Vitalicio en Londres. Algo que ha 'obligado' a nuestra Corte Suprema a aceptar los alegatos de Pablo Rodríguez y negar el derecho a tomar las huellas dactilares del susodicho y declararlo loco e impune a perpetuidad.
¿Qué temen los Poderes Públicos? ¿Qué sabe el Loco Vitalicio que no desean que se sepa? ¿Qué han hecho los marinos y los militares, además de los delitos contra la Humanidad? Algo muy sucio ha de ser lo que ha ocurrido, para que nuestro Presidente de la República intente 'colar' una Ley de Olvido y Perdón; para que reconozca validez a la Ley de Amnistía que se auto otorgaron los uniformados; para que quiera 'cerrar el problema de los Derechos Humanos' con motivo de cumplirse treinta años, como ya lo intentó con esa parodia de Mesa de Diálogo, bien nombrada por las gentes de todas partes, la Mesa del Cahuín.
Y entonces, ayer, conversando con personas mayores como yo, con los directores de la Corporación Pisagua, me dicen que van a conmemorar lo ocurrido y rendir homenaje a los desaparecidos y a los ejecutados y que hoy, un día después de los 30 años, es el primer día de los próximos treinta años de lucha, y que EL ÚLTIMO DOMINGO DE OCTUBRE SE REUNIRÁN EN PISAGUA, COMO CADA AÑO, y como cada año invitan a las personalidades y a los defensores de los Derechos Humanos a que asistan o envíen sus saludos, para que no haya olvido ni perdón, para que se sepa toda la verdad y para que los genocidas reciban, algún día, UN JUICIO JUSTO, NADA MAS, PERO NADA MENOS.