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Latinoamérica

Divorcio "a la chilena"

Arnaldo Pérez Guerra
aperezguerra@yahoo.es

El 7 de octubre era el plazo fatal para que los legisladores presentaran indicaciones al proyecto de nueva ley de matrimonio civil. Uno de los objetivos de la Iglesia Católica, luego de su derrota en la intención de no aprobar el divorcio, era evitar que los parlamentarios redujeran los plazos establecidos en el proyecto para solicitar el divorcio. La nueva ley de divorcio "a la chilena" aún está en discusión. Más de cien indicaciones fueron presentadas. Finalmente sólo cuatro parlamentarios de la ultraderechista UDI votaron contra el divorcio. La Iglesia no pudo concretar el lobby, en el que los controvertidos spot publicitarios fueron sólo una jugada más en la desesperación.
Los sectores ultraconservadores aún intentan imponer sus puntos de vista. Uno de ellos es, a sabiendas de que el divorcio finalmente será aprobado, introducir el que los matrimonios "puedan optar" por casarse "con o sin divorcio". Las presiones de la Iglesia y la UDI han ido directas a la Democracia Cristiana (DC) y Renovación Nacional (RN). Por su parte, parlamentarios del Partido Por la Democracia (PPD), Partido Socialista (PS) y Partido Radical Social Demócrata (PRSD) presentaron 36 observaciones "progresistas" al proyecto, entre ellas "reducir el plazo de 5 a 2 años, para el divorcio unilateral" y, si es por mutuo acuerdo, "reducir el plazo de 3 a 1 año", además de incorporar como causales la "constancia ante Carabineros de violencia intrafamiliar o el abandono de hogar". La jugada de la Iglesia y los sectores más conservadores de la sociedad chilena es imponer ahora, ad portas de la aprobación de la ley, restricciones al divorcio, aprobando una ley "a la chilena". Peor es nada, afirmar algunos. El problema –señalan otros- es que no es posible que la Iglesia intente imponer a toda la sociedad sus puntos de vista y sus creencias. Según las últimas encuestas de varias empresas especializadas en los sondeos de opinión pública, más del 70% de los chilenos quiere una ley de divorcio, pero ¿querrán una ley que sólo ponga más trabas o establezca plazos absurdos para poner fin a una situación insostenible? Incluso es más fácil continuar con el actual "sistema de divorcio", las famosas nulidades de matrimonios.
Perla Wilson, presidenta de la Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada, señala: "El proyecto que se está discutiendo nos parece un avance ‘civilizatorio’. Que Chile, en el siglo XXI, tenga una ley de divorcio, o la posibilidad de tenerla. Respecto del contenido de la ley, se están discutiendo en el Senado algunas modificaciones que intentan mejorarla, porque tal como está me parece engorrosa, dificultosa y generará enormes gastos económicos a las parejas. Es un sistema completamente engorroso esperar 5 años para tener la posibilidad de divorciarse después de que de hecho una pareja ha decidido vivir separada. Me parece un exceso. Además, es vergonzoso lo que hace la Iglesia Católica. Es cierto que han pedido perdón, pero se han llevado 2.000 años pidiéndole perdón a la humanidad. Me parece una vergüenza que estigmaticen a generaciones de hijos de padres divorciados. No creo que la Iglesia y los sectores ultraconservadores sean un referente moral para la sociedad chilena. Con el 1% que les aportan sus fieles estigmatizan a un sector importante de la población, niños además. No dan cuenta de la realidad de nuestra sociedad, donde más del 40% de los hijos nacen fuera del matrimonio".

Los spots de la discordia

La Iglesia se vio obligada a recular en su primera intención. Los controvertidos spots del Arzobispado se ganaron incluso críticas de sectores jesuitas y laicos de la Iglesia. En la publicidad, se afirmaba que "el consumo de cocaína entre los hijos de divorciados era mayor que entre los hijos de padres que continúan casados". Según expertos, no es posible precisar que el divorcio sea determinante en esas conductas. El tremendismo de la Iglesia no consideró que es posible señalar precisamente que una de las causas del "desajuste de los hijos" son los problemas de "matrimonios mal avenidos".

El spot antidivorcio superó el 60% de rechazo. Sicólogos, psiquiatras, pediatras y sociólogos, entre otros, cuestionaron el estudio utilizado que vincula el divorcio con "alcoholismo, drogadicción y delincuencia". El propio sacerdote Felipe Berríos solicitó que la publicidad fuera eliminada de la TV. Muchos fieles se sintieron "agredidos y estigmatizados". Además, las cifras provenían de una "investigación" efectuada por el asesor de George W. Bush en materias de la familia, Peter Fagan.

La criminóloga Doris Cooper rechazó la supuesta relación entre divorcio y delincuencia: "La relación más directa de la delincuencia es con la pobreza y la droga". Según sus estudios sobre delincuencia juvenil, en Chile el 52% de los delincuentes proviene de familias de padres "casados o convivientes", mientras un 40%, de "familias separadas", generalmente a cargo de la madre. La sicóloga educacional Catalina Zerega afirma que "los matrimonios que viven juntos sólo por compromiso constituyen un factor de riesgo igual e incluso mayor que los divorciados".

El 13 de agosto el Senado había aprobado la idea de legislar por una amplia mayoría: 33 votos contra 13. El lobby de la Iglesia Católica no había logrado el efecto esperado. Para nadie es un misterio que la Conferencia Episcopal conformó un equipo de sacerdotes y laicos para manejar comunicacionalmente los "temas valóricos". En ese equipo está Joaquín Alliende -sacerdote schoenstattiano-, Silvia Pellegrini –periodista y decana de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica-, monseñor Christián Precht, Pablo Zalaquett -alcalde UDI- y Enrique Palet, diácono, periodista y ex directivo de la Vicaría de la Solidaridad. La UDI asegura la presencia de los ultraconservadores del Opus Dei.

La postura de la Iglesia varió tras las críticas a su campaña, pero sólo de táctica. Recientemente, el vicario de la Familia, Jaime Fernández, insistió en "la necesidad de avanzar en el reconocimiento del matrimonio religioso como una demostración del pluralismo que caracteriza a una democracia". El clero pretende que se reconozca legalmente el "matrimonio por la Iglesia" y que las parejas puedan casarse expresamente "sin opción de divorcio". Si se impone ese reconocimiento, se olvida que cualquier pareja podrá casarse por las más de 200 sectas y confesiones que tienen reconocimiento legal. Los sectores ultraconservadores rechazan el que el divorcio favorezca a parejas que acrediten más de 5 años de separación. También se oponen a que baste con que una de las partes solicite el divorcio para que sea efectivo, a pesar de lo extendido de los plazos. Según la UDI y el Opus Dei, el divorcio posee "un impacto negativo en los hijos". Un estudio de la académica Tania Donoso demuestra la falsedad del argumento: "No es el divorcio en sí, sino los problemas conyugales y parentales los que provocan daño en los niños. Mantener la familia unida no siempre es un factor protector para un niño". El experto norteamericano Joan Kelly señala: "Cuando los niños viven en matrimonios caracterizados por conflictos intensos y frecuentes, el divorcio puede promover ajustes más positivos en el largo plazo, particularmente si los padres reducen sus conflictos o resuelven sus disputas, evitando poner a los niños en medio".

La discusión en el Congreso continuará.

El Siglo / La Insignia

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