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Latinoamérica

22 de octubre del 2003

"Somos actores y constructores de una nueva pedagogía de la tierra "
Marçia Mora Ramos, dirigente nacional del área educación del MST
El Movimiento Sin Tierra y su visión propositiva de futuro

Sergio Ferrari
Rebelión
Si sus luchas son arduas y sus logros significativos, dos aspectos hacen la diferencia del Movimiento de Trabajadores rurales sin Tierra (MST) del Brasil con respecto a otras organizaciones sociales latinoamericanas. La mística y la formación de sus integrantes. Así lo enfatiza en entrevista exclusiva Marçia Mora Ramos, 28, quien se presenta, en primer lugar como « sin tierra » y , sólo en segundo, como educadora. Ramos es miembro del colectivo nacional del área de formación e integra la coordinación estadual de San Pablo del MST.

LA LUCHA POR LA ESCUELA

« Tan pronto que el movimiento ocupa una tierra improductiva e instala un campamento, una de las primeras y más inmediatas reivindicaciones a ejecutar es la escuela...El MST no autoriza que ningún niño de ese campamento deje de estudiar » señala Marçia Mora Ramos, centrando la trascendencia de lo educativo para los sin tierra brasileros.

De lo local a lo global no hay más que una cuestión de dimensión y proporciones. « Cuando hacemos los encuentros nacionales de dirigentes, congresos o actividades regionales, se prioriza la participación de todos, de las familias, incluso de los niños.

Y el espacio donde están los niños no es un simple « depósito » sino que debe reunir ciertas cualidades. Allí deben aprender porqué sus padres participan en la lucha. Allí, juegan educativamente y construyen colectivamente...y , adicionalmente, se enriquecen por el encuentro con muchachos de otros lugares »

Marcia, madre de un varón de 9 años « que se cría en el asentamiento donde vivimos en el estado de San Pablo » es hija de *sin tierra*. Se ha formado como educadora en escuelas del MST, reivindica el aporte rector del pensamiento del « maestro Paulo Freire », proyecta comenzar en el 2004 una formación universitaria en el área educativa y resume con extrema claridad algunos de las concepciones esenciales de su movimiento que son propositivamente novedosas, pedagógicamente innovadoras.

UNA PEDAGOGIA DIFERENTE

« Cuando en el MST hablamos de * la* escuela nos referimos a algo que excede ampliamente el mero recinto donde se aprende a leer y escribir », lanza con seguridad la joven dirigente con una argumentación tan humana como provocadora.

« Para nosotros la escuela es todo el campamento o el asentamiento. Son escuela las formas en que las familias se organizan para obtener el agua, la luz; también la comunicación y las relaciones entre unos y otros; las actividades y reuniones de programación; el trabajo concreto...

Construimos una pedagogía diferente a partir de nuestra historia. Somos un movimiento pedagógico porque el solo hecho de confrontar el latifundio produce una ruptura en la concepción más profunda de cada persona. Romper el cerco del latifundio es un acto pedagógico por excelencia » continúa enfatizando Marçia Ramos en un extraño ejercicio de abstracción donde, paradójicamente, nada parece abstracto.

La tierra, las semillas, la realidad cotidiana, aparecen entonces en la esfera inmediata del análisis de la educadora *sin tierra*. « Nuestra vivencia pedagógica está marcada por una serie de matrices construidas con los años. Es la pedagogía de la tierra, de la lucha por la tierra, de la sobrevivencia en y de la tierra...y la escuela no puede dejar de elaborar e incorporar todo esto. ¡Cuando nosotros hablamos de luchar y de construir a partir de la tierra sabemos que es absolutamente posible! Y una escuela es tal, solamente, cuando incorpora esta dimensión ».

Los conceptos desbordan y pedimos ejemplos, como para encontrar un tiempo imprescindible de digestión de esos conceptos innovadores. « Es muy sencillo », responde con simpleza Ramos. « Por ejemplo, si estudiamos la geografía, es mucho mejor comenzar de lo cercano, de aquí al lado, más que con mapas complicados. En cuanto a las ciencias naturales, lo mismo. ¿ Cuándo vamos a poder contar en las escuelas brasileras con laboratorios adecuados? Y hay tantas realidades simples, alrededor de nosotros, en el paisaje cercano que permiten ese aprendizaje. Ni que hablar de las matemáticas: ¿porqué comenzar con memorizaciones o fórmulas y no con el cálculo de lo que gana o gasta un trabajador en su parcela, por día, por mes, por año? Y de ahí extender el cálculo a la zona, al municipio, al Estado y a la Nación »

Tal pedagogía de la simpleza y de la profundidad, integra dos principios esenciales que rápidamente desarrolla en el diálogo la joven dirigente. En primer lugar, - herencia directa de Paulo Freire y su pedagogía de los oprimidos- « hay que entender que el educador debe estar también dispuesto a aprender. Debemos romper con el esquema clásico de las escuelas estatales de Brasil donde existen un maestro y un montón de alumnos y todo se entiende como transferencia vertical de arriba hacia abajo.

Para nosotros la idea vital es la de proceso. Hay un educador y educandos que comparten y socializan. Todos tienen algo que aprender y que enseñar. Nadie sabe todo y todos saben algo. Se comparte un conocimiento existente »

La pausa, la construcción conceptual y el segundo pilar o marco de referencia. « El proceso educativo nace en la realidad concreta, pero no se queda en eso. Avanza, se extiende y llega a lo global, a lo mundial » Es interesante pensar , por ejemplo, la gran diferencia que hay entre aprender las matemáticas desde la perspectiva de los que acaparan -*lógica del latifundio*- o de los que exigen distribución -lógica de los sin tierra-, susurra Ramos.

« Y es este ejercicio , que no acepta la escuela oficial brasilera -que es *bancaria* y tradicional- y que nosotros defendemos a muerte como principio esencial : la dimensión conscientizadora y política, el aspecto realmente pedágogico de la educación », afirma.

LA PEDAGOGÍA DEL TRABAJO

Esa contradicción de visiones tiene un correlato bien directo. « Dentro de nuestras matrices innovadoras ubicamos también la pedagogía del trabajo. La escuela oficial no enseña a trabajar. Apenas enseña, y muy mal, a leer y escribir.

La escuela que defendemos es la que enseña a los niños el trabajo cotidiano, las tareas agrícolas, las pecuarias. Y por eso estamos convencidos que la comunidad, el colectivo, debe ser escuela. Todo se facilita a la luz del conjunto: es más fácil vivir lo cotidiano, asegurar los servicios, reunirse, encontrarse. Que la gente viva en comunidad es un hecho extremadamente importante para nosotros en tanto trabajadores », sentencia, saliendo al cruce de la visión individualista, de puertas cerradas, barrios-fortaleza, llaves y candados.

DESAFIOS DE FUTURO

Criada en un asentamiento, *hija de sin tierra*, analista tan pragmática como aguda... ¿cuáles han sido los puntos débiles de la educación que recibió en estos últimos 13 años de vivir en el seno mismo del MST?, preguntamos.

Un breve silencio, el intento de recapitular casi tres lustros en medio minuto, una experiencia de vida que brota y la certitud de una mirada que no ahorra autocríticas. « Como pasa generalmente en el campo brasilero, me casé muy joven, apenas con 16 años, tuve mi hijo a los 18 años y puede decir que no viví mi adolescencia. Me faltó en ese momento un colectivo educativo que fuera más integral, que me ofreciera la posibilidad de expresarme artísticamente, ejercitar el canto y la danza que me gustan tanto. Muchas veces las y los jóvenes del campo no tienen muchas opciones de actividades creativas los fines de semana »

Y de su revisión de vida, de su crítica sin miramentos, la fuerza de la búsqueda de alternativas. « Por eso es tan importante lo que acabamos de definir en el colectivo nacional del MST como prioridad para el 2004. Para el año próximo vamos a masificar el arte como parte esencial de la educación. Vamos a potencializar las actividades culturales, como el teatro, la pintura, la música.

De la misma forma que la mística del movimiento tiene mucho de expresión popular, artística, hay que reconocer que el pueblo brasilero tiene grandes potencialidades en la música y el ritmo, en el teatro...somos un pueblo muy expresivo.

Hay mucha gente que pinta, pero no está acompañada. Todo el mundo canta, pero tampoco se lo potencializa como actividad sistemática. Nuestras escuelas no lo optimizan. Y por eso el MST lo acaba de definir como prioridad para el futuro. Queremos ayudar a organizar la vida de los jóvenes, darle opciones artístico-culturales, asegurar que haya colectivos que las estimulen y las promuevan. En poco tiempo ¡lo masificaremos hasta que explote! », concluye exultante la joven dirigente sin tierra.