Heinz Dieterich
Rebelión
Una vez más, un presidente latinoamericano derrama la sangre del pueblo para
enajenar el patrimonio nacional al capital extranjero. En ese nuevo trueque
neoliberal de "gas por sangre", el presidente Gonzalo Sánchez de Losado, calificado
por el pueblo boliviano como el "presidente matagente", carga sobre su conciencia
con la muerte de 86 civiles y más de 500 heridos en las protestas populares
de los últimos días.
El calificativo popular de "Presidente matagente" del "Goni" contrasta fuertemente
con el aprecio que disfruta entre la elite internacional. En abril de 1996 recibió
el Premio Latinoamericano de Liderazgo, otorgado por la Fundación Panamericana
de Desarrollo (FUPAD) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en
Washington, "por su extraordinario liderazgo en la promoción de cambios sociales
e integración hemisférica".
En noviembre de 1996 fue galardonado con el Doctor Honoris Causa de la Universidad
de Senshu (Japón) "por sus logros extraordinarios como Presidente de la República
de Bolivia", y por la Universidad de Kyoto, Japón, "por sus reformas extraordinarias
implementadas en los campos económico, político y social durante su gestión
gubernamental".
En 1997 se hizo acreedor del Premio "Líder de las Américas", otorgado por el
Instituto de las Américas, de La Jolla, California, "en reconocimiento del extraordinario
progreso logrado por Bolivia, particularmente con las reformas implementadas
durante su gestión de gobierno"; y el Dr. Honoris Causa de la Universidad de
Boston, Massachusetts, "en reconocimiento de las profundas reformas económicas
y sociales logradas en Bolivia durante su gestión gubernamental". En 1998 le
tocó el mismo honor en la Universidad San Francisco de Quito, "en reconocimiento
a uno de los más destacados líderes políticos de América, principal arquitecto
e impulsor del imaginativo sistema de "Capitalización", conocido mundialmente
como el ´Modelo Boliviano`".
En julio del 2000 lo invitó el Instituto Federal Electoral (IFE) de México,
junto con el expresidente estadounidense James Carter, a ser observador de las
elecciones federales. En junio de 2001, su alma mater, la Universidad de Chicago,
le confirió el reconocimiento más alto que concede la Universidad a un ex -
alumno por logros obtenidos en su carrera, "de beneficio de la sociedad".
Comparado con este personaje, su eventual sustituto, el vicepresidente Carlos
Mesa es más bien, un ratón gris. Entre sus mayores contribuciones espirituales
a la cultura latinoamericana cuenta con escritos como, "La epopeya del fútbol
boliviano" y "La aventura del Cine Boliviano". Tiene, sin embargo, un mérito
curricular de peso: ha llamado la atención al subimperialismo español que lo
galardonó con el Premio Internacional de Periodismo "Rey de España", en el año
2000.
Que el pueblo boliviano considere al Presidente un asesino político y no un
destacado "Líder de las Américas", podría atribuirse a su falta de educación
formal --- el analfabetismo total y funcional rondan el 55 por ciento--- que
no le permite apreciar las bondades del "Goni"; o a la enorme conciencia histórica
de este bravo pueblo que no ha olvidado que a la carrera pública de Sánchez
de Losada le acompaña una estela de destrucción nacional y matanzas populares.
En su primer gobierno, 1993-1997, privatiza el petróleo, las telecomunicaciones,
la electricidad y la línea aérea; vende el 50 por ciento de los ferrocarriles
nacionales al capital chileno, trata de criminalizar a los más de 200,000 pequeños
productores de la coca y reprimirlos mediante los batallones del ejército, entrenados
desde 1991 por militares estadounidenses; destruye en gran medida a la Federación
Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) y la Central Obrera Boliviana
(COB) y genera en diciembre de 1996 la llamada "Masacre de Navidad", en que
nuevo mineros son asesinados por la soldadesca del régimen.
Una comisión investigadora enviada por el Secretario General de la OEA, César
Gaviria, no encuentra motivos para responsabilizar al gobierno del "Goni". No
hay responsables de la matanza que no fueran las víctimas mismas.
En febrero del 2003, las reformas represivas del "gringo maldito", otro apodo
popular a Sánchez de Losada por su marcado acento estadounidense, llevan a protestas
de la policía. El "Goni" manda a la soldadesca a reprimir no solo a los policías,
sino también a la población civil que se solidariza con ella, dejando un saldo
de 34 muertos y más de 200 heridos.
Nuevamente, una comisión de la OEA de César Gaviria, aterriza en La Paz para
investigar la matanza. Tres meses después, la comisión formada por "expertos
estadounidenses, colombianos y brasileños", publica su veredicto: el Presidente
no tiene responsabilidades en los asesinatos.
Contrariando toda la evidencia empírica, la comisión del amigo del "Goni" encuentra
que "Las Fuerzas Militares actuaron en defensa de la democracia y del estado
de derecho ante el ataque policial, y actuaron de forma contenida y proporcional,
así se haya dado tan alto número de víctimas". Los principales responsables
de la matanza son los policías.
Con la nueva hecatombe de los últimos días, el arquitecto del "Modelo Boliviano"
ha superado ya la secuela de muertos políticos de la dictadura del general Hugo
Banzer, de 1971 a 1977. Organizaciones de Derechos Humanos del país estiman
que la tiranía de Banzer fue responsable de 84 asesinatos políticos y 69 desapariciones
forzadas. En lo que va de este mandato del "Goni", ya han muerto alrededor de
200 ciudadanos bolivianos a manos de las fuerzas de "seguridad" que él comanda.
Ese record represivo no impide que Washington, la OEA y la UE apoyen descaradamente
a un dictador neoliberal que obtuvo en las elecciones anti-democráticas del
2000, apenas el 22.5 por ciento del sufragio, comparado con el 21 por ciento
del líder popular Evo Morales, y el 24 por ciento del General Banzer en 1997,
y que se parapeta detrás de la desgastada demagogia de los "narcoterroristas"
que usan los tiranos del espacio andino.
Cuando la población de Cochabamba se insurreccionó en el 2000 contra la fraudulenta
privatización de su sistema de agua, impulsado por el BID-BM, Banzer declaró
que las protestas eran una "conspiración financiada por los narcotraficantes
buscando pretextos para sus actividades subversivas", con el objetivo de "desestabilizar
el gobierno constitucional democráticamente elegido". El "Presidente matagente"
reedita la misma mentira en todos los foros públicos a los cuales tiene acceso,
autoretratándose como defensor de la democracia y la constitución frente a los
"narcosindicalistas" encabezados por Evo Morales.
Hoy, como en 1996 y febrero del 2002, la OEA de Gaviria le da el apoyo total,
condenando "enérgicamente la violencia" que pone en peligro "el orden constitucional",
rechazando cualquier "quebranto del sistema democrático" y dándole "su pleno
y decidido respaldo".
La Embajada de Washington en La Paz, en cuyas sábanas se refugió Sánchez de
Losada el 12 de febrero del 2000 para protegerse de la ira popular con los marines
imperiales, reafirma su "pleno apoyo a este gobierno, elegido constitucional
y democráticamente", que no debe ser remplazado por uno "impuesto por la violencia
delincuencial", mientras el Departamento de Estado amenaza con que "la comunidad
internacional y Estados Unidos no tolerarán ninguna interrupción del orden constitucional
y no apoyarán ningún régimen que se instaure por medios no democráticos".
Javier Solana, representante de la política exterior de la UE ---que acaba de
legalizar la guerra de agresión en el Consejo de Seguridad--- y de los intereses
de la petrolera española Repsol, lamenta la pérdida de vidas, mientras los patéticos
burócratas de la UE recomiendan a la soldadesca boliviana "respetar los derechos
humanos".
No amedrentarán esas palabras a uno de los pueblos más heroicos de Nuestra América.
El "Goni" tiene sus días contados y aunque no caiga en estos días, no llegará
al final de su mandato.
Esta vez, no lo salvarán ni las sabanas ni los marines de la Casa Blanca.