Dos mineros bolivianos murieron ayer por disparos del Ejército en la localidad de Ventilla, a unos 20 kilómetros de La Paz, en el undécimo día de una huelga general por la renuncia del presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada.
Los dos mineros muertos participaban en una marcha hacia La Paz de los trabajadores del yacimiento de Huanuni en demanda de reivindicaciones sociales, declaró Miguel Zubieta, secretario general de la federación minera.
En medio de desesperados llamamientos a la Cruz Roja para que asistiera a al menos otros seis heridos de bala, el párroco de Senkata confirmó la gravedad de los enfrentamientos. «En este momento hay una resistencia impresionante de los mineros, de los pobladores» contra los militares, describió el sacerdote.
Dos aviones del Ejército sobrevolaban la zona. situada a una decena de kilómetros de El Alto, convertida en un campo de batalla, según un portavoz de la Central Obrera Departamental (COD), Roberto de la Cruz.
Con estas dos nuevas víctimas mortales ascienden a siete los civiles muertos por la represión del levantamiento popular boliviano.
Hace dos semanas, y en la ruta hacia Perú, en las cercanías del lago Titicaca, morían por disparos de los soldados cinco civiles, entre ellos una niña de trece años. En el enfrentamiento posterior perdió la vida un soldado.
El miércoles, dos estudiantes de la Universidad pública de El Alto, «ciudad» de chabolas desde la que se domina la capital, La Paz, resultaron heridos por disparos de bala durante la represión conjunta policial y militar de una manifestación convocada por la Central Obrera Boliviana.
Bolivia vive desde hace varias semanas un levantamiento indígena, campesino y obrero contra la política neoliberal del Ejecutivo.
La gota que colmó el vaso, la exportación de gas boliviano a EEUU a través de Chile.
Los movimientos populares exigen la nacionalización de los recursos naturales y el respeto a la dignidad de la mayoría indígena.