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Latinoamérica

27 de enero del 2003

Cuba y nuestro petróleo

Domingo Alberto Rangel
Quinto Dia. Venezuela

Si existiera un premio Nobel de la Ignorancia es posible que la casi totalidad de los políticos venezolanos fueran candidatos a recibirlo. Son contados entre nosotros aquellos políticos que leen un libro con ánimo de captar en él las realidades de nuestra época o conocer los últimos giros del pensamiento universal. El político venezolano más típico o representativo es el que va desenvolviéndose en la vida con el bagaje de conocimientos percibidos en el bachillerato y la universidad ya lejanos. Al salir de las aulas, nuestros políticos se divorcian del libro, de la revista ilustrada, del debate teórico y de la indagación sistemática de las realidades en cuanto ellas guarden giros nuevos o desenlaces inesperados..
Nada ilustra mejor la ignorancia de nuestros políticos que el tema de Cuba cuando se convierte en manzana de la discordia entre nuestros tirios y nuestros troyanos. Hay un sector de la oposición, de tinte fascista bastante acusado, que considera infame al señor Chávez, como lo llama Carlos Ortega, porque envía petróleo a Cuba. Nos resistiremos a la venta de Venezuela a Cuba, claman los señores de la plaza Francia de Altamira. Ninguno de ellos se ha tomado la molestia, empero, de leer los acuerdos internacionales suscritos por Venezuela con otros países latinoamericanos, uno de ellos Cuba, para suministrarles petróleo a precios excepcionales. Las condiciones en que reciben ese petróleo las naciones centroamericanas son más benévolas, por ejemplo, que las de Cuba. En la oposición nadie ha levantado una pancarta pidiendo luchar contra la entrega de la riqueza venezolana a El Salvador o a Honduras, beneficiarios de aquellos convenios, o mejor todavía, nadie ha decidido retirar las impertinencias que se dicen a propósito del petróleo y de Cuba sin fundamento alguno..
Cuba y el petróleo Cuba ha hecho en el petróleo uno de los esfuerzos más saludables de los últimos tiempos latinoamericanos. Viviendo una de las crisis más devastadoras de su historia cuando la URSS se evaporó como humareda que dispersa el viento, comenzó Cuba, hacia 1990, la búsqueda de petróleo en su plataforma submarina. No tenía Cuba en aquel momento experiencia alguna en lo concerniente a exploraciones petroleras ni contaba, como cualquiera adivinaría, con capitales suficientes o siquiera aproximados. Pero tenía Cuba imaginación y dos manos inquietas..
Contando con la asistencia técnica de la Total de Francia y de la Petrobrás de Brasil, no tardaron los cubanos en localizar mantos de petróleos en las zonas submarinas del golfo de México que forman parte de su territorio. Hoy, a poco más de diez años de iniciadas aquellas faenas exploratorias, Cuba satisface 92% de la demanda de petróleo emanada de sus plantas electrónicas y 52% de su demanda total de petróleo. Es una hazaña para un país de modestos recursos, sitiado por un bloqueo implacable y sentenciado al ahogo, carente de tradiciones en el ámbito del petróleo y acosado, en 1990, por la catástrofe del mundo socialista de Europa Oriental. Es que los pueblos crean sólo cuando los amenazan o los acorralan..
El gobernador de Minnesota y Bush El renacer de Cuba, cómo ese país en diez años o poco más ha superado el cataclismo que significó el derrumbe de la URSS, constituye uno de esos milagros callados, más valiosos entre más discretos sean. La economía cubana ha crecido, desde 1995, año en que arranca la recuperación tras el desastre soviético, a ritmos anuales muy superiores a los vigentes en el resto de América Latina. No lo dice Fidel Castro, lo registran publicaciones tan acreditadas como el Anuario Estadístico Mundial de las Naciones Unidas o los Informes del Programa sobre Desarrollo Humano de las mismas Naciones Unidas. Mientras Venezuela, sobrancera de petróleo, no ha crecido nada o casi nada desde 1998, Cuba cada año, desde entonces, crece al 6% en un caso y entre 2 y 3% en otros. Este proceso no pasa inadvertido para los observadores internacionales. De allí que intereses y sectores norteamericanos muy influyentes promovieran hace meses una feria agrícola de Estados Unidos en La Habana. A ella concurrió el señor Ventura, gobernador de Minnesota, quien, cuando Bush lo censuró por tal conducta, le dio una respuesta elocuente: "Voy a donde haya un mercado para nuestros granjeros y Cuba es, señor Presidente, el mejor mercado del Caribe para nuestros productores de trigo". La verdad es que la respuesta parece digna de un varón romano..
¿Cómo salir del bloqueo? Estados Unidos, en la preocupación de sus gentes más esclarecidas o en los planes de sus sectores más laboriosos o emprendedores, ve el progreso de Cuba, su resurrección tras el colapso de la URSS, y busca cómo eliminar el bloqueo sin daño a su reputación o perjuicio a su decoro. Hoy, quien necesita la suspensión del bloqueo, aunque parezca mentira, es Estados Unidos. Cuba se ha recuperado y produce hoy bastante más que en 1990, como lo demuestra el aumento increíble de la producción interna de petróleo. Estados Unidos, en cuanto tiene de sagaz o de previsor, ve cómo el mercado cubano es abastecido por empresas europeas o asiáticas en detrimento de sus similares norteamericanas. ¿Cómo salir del bloqueo, se preguntan en Washington, sin aboyar en algo el prestigio de la única superpotencia? En Brasilia se rumoraba hace quince días, que Lula negociará con Estados Unidos el ingreso de Brasil a un ALCA muy modificado al cual pudiera incorporarse Cuba. Ya dentro del ALCA, Cuba, no resultaría tan humillante para Estados Unidos suspender el bloqueo. El ALCA proporcionaría el subterfugio honorable. Son rumores, pero toda noticia importante comienza siendo rumor. A nosotros nos puede pasar lo mismo que a Estados Unidos. Por mojigatos o por mediocres, quedaríamos condenados a no participar en un floreciente mercado cubano. Hasta que venga un gobernador Ventura y nos abra los ojos. En esta materia hay que distinguir entre los intereses de Venezuela como nación y los de pequeños grupúsculos opositores que comadrean en torno a la plaza Francia de Altamira.