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Latinoamérica

5 de diciembre del 2002

Chavistas, los dos muertos durante los disturbios del viernes en Caracas

Arturo Cano
La Jornada

Culpan de los crímenes a la Policía Metropolitana de la opositora alcaldía capitalina
Marcha de 20 mil personas en apoyo de Hugo Chávez; tiros en funeral de una de las víctimas
Demandan al presidente venezolano decretar el estado de excepción para detener la violencia

ARTURO CANO ENVIADO

Caracas, 4 de enero. Oscar Gómez ca-mina por delante, en medio de la nube de gases lacrimógenos y los tiros. Cada tres pasos grita "¡papá, papá!" De pronto, el grito cambia: "¡Ramiro!". Y entonces Ramiro Antonio Gómez Carrillo levanta la vista y ve a su hijo bañado en sangre. El joven, de 24 años de edad, camina hacia su padre. Cuando se topan, éste lo recuesta y pide ayuda a gritos.
Un día después, a unos pasos del ataúd con los restos de su hijo, Ramiro recuerda que en medio del caos alguien preguntó: "¿Nadie tiene un arma?" Nadie, jura Ramiro, la tenía entre los chavistas.
"Si yo hubiera tenido un arma hubiera respondido, pero sólo tenía, para qué lo voy a negar, una piedra en una mano y una bandera en la otra", recuerda.
Ramiro Gómez es dirigente del gobernante Movimiento V República en San Antonio Los Altos, un poblado en las inmediaciones de Caracas. Su hijo Oscar, que era oficial de seguridad en el Ministerio de Educación, deja una viuda y un huérfano de un año de edad.
Ayer los chavistas pusieron los muertos y, sin embargo, en las encuestas instantáneas de la televisión privada venezolana más de 80 por ciento de los consultados culpa a los "círculos de la violencia" de lo sucedido.
Luto activo de la oposición
La Coordinadora Democrática, amplia coalición que busca la salida de Hugo Chávez, convocó a "tres días de luto activo" y expresó sus condolencias a los familiares de las víctimas. En las pantallas aparecieron de inmediato figuritas en señal de luto y la población ha sido conminada a vestir ropa oscura en los días venideros.
Los chavistas, por su lado, cierran con un velorio su día de regreso a las calles, a donde salieron a medir fuerzas con la oposición. Unos 20 mil marchan por el suroeste de Caracas, en un afán de demostrar que los opositores no les han ganado la batalla callejera.
En la funeraria donde ruedan lágrimas sobre los féretros de los dos muchachos caídos en los choques del viernes durante la "gran batalla" de la oposición, Aristóbulo Istúriz, ministro de Educación y representante del gobierno en la mesa de negociación, menea la cabeza de un lado a otro y resume el ánimo chavista: "Somos una re-volución pacífica, democrática, tranquila, estamos jodidos".
Rodeado de varios ministros del gobierno, Istúriz se refiere a la desconfianza de los chavistas en el aparato de justicia y al "envalentonamiento" opositor.
Una muchacha se le acerca y rompe en llanto cuando él pide calma: "Pero los esconden y los absuelven", dice.
Otro hombre se acerca con una demanda más directa: "Dígale al presidente Chávez que ya decrete el estado de excepción".
Aristóbulo Istúriz aprieta los párpados y niega con la cabeza: "No, no, eso no cambia nada".
El ministro pide paciencia y fuerza para resistir. "Si los jodimos con el paro general, si los jodimos con el paro de PDVSA (Petróleos de Venezuela), ¿qué les queda? La violencia".
¿Elecciones a la vista? ¿Referéndum el 2 de febrero? Hoy el órgano electoral venezolano informa que de no recibir los recursos el próximo miércoles, el referéndum, máxima apuesta opositora del momento, podría posponerse.
¿Elecciones? "Si teniendo el gobierno estamos jodidos, imagínate sin el gobierno. No, a mí que me maten peleando", suelta el se-cretario de Estado.
Las balas "vinieron de arriba"
La mañana del viernes 3, al ver que su padre demoraba cuando ambos habían acordado ir a Caracas a la concentración oficialista, Oscar dejó con su esposa un mensaje: "Dile a mi papá que yo tengo que hacer algo por mi país; él tiene miedo".
Horas más tarde, cuando se encontraron en Caracas, y enterado del motivo del retraso ("la policía municipal arremetió contra nosotros"), Oscar le pidió perdón. Padre e hijo se sumaron a un grupo de chavistas que pretendía "rescatar" a uno de los suyos en manos de los opositores.
Ellos estaban en la autopista y comenzaron a subir hacia la avenida Los Próceres, donde marchaba la oposición. Ya para entonces habían ocurrido enfrentamientos entre ambos bandos y las diferentes corporaciones de seguridad.
Cuando estaban a punto de llegar a la avenida, la Policía Metropolitana lanzó una carga de bombas lacrimógenas y los chavistas huyeron en distintas direcciones. Ramiro dice que entonces comenzaron a perseguirlos.
"Yo me quedé atrás porque iba asfixiado", y admite que en el bando chavista había palos y piedras, pero asegura que las "balas vinieron de arriba".
Antes de que su hijo cayera, Ramiro "sentía el zumbido de las balas y veía personas caer cerca de mí aunque no escuchaba las detonaciones".
Otro 12 de abril
"Es algo planeado con la idea de que haya muertos. ¿Por qué no hubo muertos cuando la Metropolitana estuvo intervenida? Esa policía está del lado de la oposición", se lamenta Elvira Becerra, cuyo hermano, Jairo, de 33 años, también murió el viernes a consecuencia de una herida de bala.
El año pasado el presidente Hu-go Chávez intervino por un corto periodo ese cuerpo policiaco, pero un tribunal le ordenó devolver el control al alcalde mayor de Caracas. Hoy "el gobierno debe insistir en la intervención", dice el ministro Istúriz.
Jairo -quien deja dos huérfanos, de 13 y cuatro años- se dedicaba a hacer collares y pulseras. Del gobierno de Chávez había recibido, como pequeño comerciante, algunos créditos y "tenía su carné del movimiento".
Aunque no milita en ningún partido ni asiste a las marchas, Elvira se declara partidaria del mandatario venezolano. Piensa que él ha dado a los pobres la oportunidad de educarse, cosa que los de oposición rechazan "porque siempre nos quieren tener abajo".
¿Culpa Elvira a la oposición? "Todos queremos que este problema se solucione. Pero el oficialismo y los opositores se sientan, tienen una mesa de diálogo y todos los días hay muertos. Están aparentando diálogo, pero en realidad no lo hay. Parece que quieren otro 12 de abril (día del fracasado golpe de Estado)".
El viernes de su muerte, Jairo iba en compañía de su amigo Freddy Pérez, quien lo vio caer herido. "Vi disparar a los de la Policía Metropolitana y a otros hombres vestidos de negro y con cascos negros, que no sé de qué policía eran".
Jairo y Freddy llegaron a la zona del enfrentamiento ya entrada la tarde y quedaron en medio de la batalla campal de pedradas y bo-tellazos. Cuando la Policía Metropolitana lanzó gases ellos intentaron huir. A medio camino, Jairo cayó con un tiró en la espalda.
En medio de una balacera, Freddy se ocultó detrás de un árbol y tuvo que esperar unos quince minutos, a que cesaran los tiros, para auxiliar a su amigo. "Disparaban a la gente que ya estaba en el suelo".
Con ayuda de otras personas lo subió a un automóvil, al lado de otro herido de bala, y lo llevó al Hospital Universitario. Horas después Jairo murió.
Guerra por las calles
Unas 20 mil personas, convocadas por el chavista Bloque Popular del Suroeste de Caracas, marchan por esa zona de la ciudad entre consignas de apoyo al presidente Chávez y demandas de justicia para los dos jóvenes asesinados la víspera.
Los chavistas son menos que los opositores que ayer tomaron las calles, pero eso no los amilana. Tampoco lo hacen algunos vecinos que, desde sus balcones, muestran su rechazo al chavismo golpeando sus cacerolas y ondeando banderas venezolanas acompañadas de un paño negro.
"¡Locas!, ¡brujas!, ¡vendepatrias!", gritan los oficialistas a algunas mujeres que les dedican un cacerolazo. Una marchista ha-ce, divertida, la observación: "Mira ese balcón, hay una señora chavista y los demás de su familia son antichavistas".
Algunos jóvenes bolivarianos, más alebrestados, simplemente lanzan cohetes a los edificios en los que escuchan golpetear las cacerolas. Por lo demás, la marcha chavista transcurre sin incidentes.
Evidentemente los vecinos de la zona El Paraíso están también divididos políticamente. La mitad de los que salen a sus balcones no portan cacerolas, sino banderas rojas, símbolo del chavismo.
Los carteles, gritos y arengas desde los carros de sonido resumen el espíritu del arranque de año entre los partidarios del "comandante en jefe": "Chávez forever"; "¡Alerta, alerta, alerta que camina, el pueblo de Bolívar por América Latina!"; "Aquí tenemos comandante para el año 2021 y mucho más"; "¡Limpieza, limpieza, limpieza en PDVSA!"
Abundan las camisetas y carteles que muestran a los "héroes de la revolución": Bolívar, Chávez y el Che Guevara. Y la consigna a tono: "Y venga camarada, estamos construyendo la resistencia armada".
Al llegar a la plaza Madariaga, lugar del mitin, un grupo de manifestantes se desplaza hacia la guarnición de la Guardia Nacional, que queda enfrente, a entregar un documento de apoyo y reconocimiento a las fuerzas armadas: "¡Guardia, amigo, el pueblo está contigo!"
Frente a la instalación militar se forman en varias hileras unos 200 "reservistas" -hombres curtidos, muchos viejos, todos con ropas ajadas- y cantan un himno que alude a la defensa de la patria, para después lanzar la consigna: "¡Los ricos lo saben, aquí el que manda es Chávez!"
Los dos bandos en el conflicto venezolano insisten, en todos los tonos, que su batalla no tiene ningún tinte clasista. Acotación obvia: las ropas gastadas, los autos viejos que acompañan la marcha y la reivindicación explícita de esta marcha indican, por así decirlo, un menor nivel de ingresos entre los chavistas con respecto a sus contrapartes de la oposición.
"A los ricos sí les afecta el paro, a nosotros en nada. Ellos están acostumbrados a sus bebidas importadas, nosotros nos hacemos una guarapita (bebida de frutas), que es bien rica, y la pasamos de maravilla", dicen los hermanos Alexander y Marisa Oropeza, cuarentones, dos de los convencidos chavistas que marchan esta tarde.
"Diles a nuestros hermanos mexicanos que el presidente Chávez no cae", dicen como despedida.
Patria o muerte
Al caer la noche, las inmediaciones de la funeraria son un verdadero mitin chavista: "¡Ellos no están muertos, ellos nos escuchan, y dejan con nosotros su espíritu de lucha!", truena la consigna, seguida del llanto y el himno nacional venezolano.
Los chavistas insisten en la responsabilidad de la Policía Metropolitana y lo resumen en un grito: "Maldito el policía metropolitano, que se gana la arepa matando al soberano".
Y la arepa debe andar escasa, porque cerca de las 8 elementos de ese cuerpo policiaco disparan armas de fuego y lanzan bombas lacrimógenas a los chavistas concentrados frente a la funeraria Vallés.
Según los primeros testimonios, transmitidos en vivo por la televisora estatal, unos ocho elementos de la Policía Metropolitana -bajo el control del alcalde mayor de Caracas, Alfredo Peña, opositor a Chávez- intervinieron para dispersar a los chavistas que se enfrentaban a algunos vecinos.
La televisora venezolana mostró imágenes de la sala de velación llena de gases e indignación de los oficialistas ahí reunidos, quienes hablaban de dos heridos de bala.
Al filo de las 22 horas, tiempo de Caracas, el vicepresidente José Vicente Rangel anuncia que los incidentes criminales serán investigados, pues "estas gentes ni respetan a los muertos".
Ante estos hechos, líderes del chavismo hacen planes para llevar este domingo los féretros de Jairo y Oscar al hotel Meliá, donde se hospeda César Gaviria, secretario general de la Organización de Estados Americanos y mediador en el conflicto entre oficialismo y oposición.
Elvira dice que está de acuerdo. Que su hermano lo hubiera estado de haber caído ella. Es una convencida de que el fondo de la crisis venezolana es que "muchos perdieron sus privilegios con este gobierno", por eso se resisten a los cambios.
Y sí autorizaría que el ataúd de su hermano hiciera escala en el Meliá. "Jairo y yo, patria o muerte con Chávez", dice.