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Latinoamérica

Lucio, el Coronel Bolivariano (I).

por Martín Cerri

Apenas llegado a Quito, me reuní con la gente de la "Sociedad Patriótica", quienes rastrearon hasta encontrar al Coronel Lucio Gutiérrez en un teléfono celular. Hablé con él: me dijo que en esos momentos estaba en Guayaquil y que esa misma noche salía para Manabí. Quedamos en encontrarnos en Portoviejo, así que tomé inmediatamente el trolebús, llegué a la estación y saqué un boleto para salir en ese mismo instante. Viajé durante diez horas recorriendo unos cuantos cientos de kilómetros y atravesando los Andes ecuatorianos. El micro se detuvo más de lo previsto, así que llegamos a Portoviejo a las 23.00 horas. Busqué donde dormir y al día siguiente salí "disparado" a encontrarme con Lucio Gutiérrez, con quien me reuní a las 9.00 de la mañana en el Centro Comercial de Portoviejo.
El Coronel llegó en camioneta, con afiches de la "Sociedad Patriótica " y altavoces, en pleno trabajo de campaña proselitista. En esos momentos, su objetivo era juntar alrededor de 150.000 afiliaciones para institucionalizar a su organización como partido político y así poder presentarse a elecciones presidenciales en el 2002. Esa misma noche, nos fuimos con él, con Patricio y con Acosta a la ciudad de Guayaquil, donde participé junto a ellos de una importante reunión con Antonio Vargas y otros protagonistas de los sucesos del 21 de enero del 2000. De hecho, era la primera vez que se reunían las principales figuras de aquella histórica jornada. Lucio me dijo: "Tú vienes como mi asesor político." Ahora bien: ¿qué fue lo que había ocurrido el 21 de Enero del año 2000? Lo siguiente: las manifestaciones populares en rechazo a la presencia militar de Estados Unidos en Ecuador (base norteamericana de Manta), a la dolarización de la economía y a las privatizaciones de las empresas públicas desembocaron en un levantamiento en el cual confluyeron las masas aborígenes y la joven oficialidad del ejército ecuatoriano.
En el marco de un "régimen" que perpetuaba la injusticia social, la corrupción y la impunidad de los poderosos, el mandatario Jamil Mahuad recibió instrucciones, a fines de 1999, de implementar la dolarización de la economía ecuatoriana.
Dichas órdenes le fueron dadas por el Fondo Monetario Internacional y por el Banco Interamericano de Desarrollo, instituciones que responden a los intereses de Estados Unidos.
La dolarización de la economía constituye un plano de la anexión que Estados Unidos nos está imponiendo de hecho y con la complicidad traidora de la oligarquía local y sus politiqueros. La dolarización ataca nuestra independencia económica, política, y también nuestra identidad nacional.
Además, de que es una potencia extranjera la que tiene la máquina para fabricar billetes (con lo cual pueden controlar nuestro circuito financiero y dar un golpe de Estado cuando lo deseen sin disparar un solo tiro), también nos encontramos en la siniestra situación de ver todo el tiempo, en los billetes y monedas que utilizamos habitualmente, figuras y referencias a los dirigentes históricos de Estados Unidos y los principales hechos protagonizados por ellos, en lugar de ver a los nuestros.
El 9 de enero del 2000, Mahuad anunció públicamente su intención de eliminar el Sucre como moneda nacional en Ecuador y sustituirlo por el dólar norteamericano. La Patria cuenta con anticuerpos que defienden su organismo y la respuesta popular no se hizo esperar: miles de personas encuadradas bajo la conducción de la "Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador" (CONAIE) marcharon hacia Quito y a ellos se sumaron trabajadores petroleros y de la electricidad, estudiantes y militares.
El jueves 20 de enero, alrededor de 10.000 personas se concentraron en Quito exigiendo la renuncia de Mahuad, mientras en otras ciudades grandes manifestaciones populares se expresaban en respaldo al movimiento y Antonio Vargas, presidente de la CONAIE, ingresó junto a otros dirigentes al Ministerio de Defensa y solicitó al titular de esa repartición, general Carlos Mendoza, su apoyo para tomar el gobierno y conformar una Junta de Salvación Nacional. Al día siguiente, 21 de enero, aproximadamente a las 10.00 de la mañana, los indígenas, un grupo de alrededor de 300 oficiales del ejército encabezados por el Coronel Lucio Gutiérrez, además de sindicalistas y estudiantes, tomaron el Congreso y conformaron la "Junta de Gobierno de Salvación Nacional" integrada por el Coronel Lucio Gutiérrez, Antonio Vargas y el ex-presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Solórzano.
Inmediatamente, la Junta desconoció a los titulares de los tres poderes del Estado, ordenó una exhaustiva investigación por prácticas de corrupción y suspendió el proceso de dolarización de la economía. Es en este punto en que comenzó la intervención directa de Estados Unidos para retomar el control de la situación: el Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y Ministro de Defensa del Ecuador, general Carlos Mendoza, declaró que "la institución" haría cumplir "la voluntad del pueblo". Mahuad abandonó entonces el gobierno y la posición del "régimen" pasó a ser defendida directamente desde Washington: César Gaviria, Secretario General de la O.E.A., condenó el "rompimiento del orden constitucional" en Ecuador; los empresarios de Guayaquil rechazaron lo que ellos denominaron "intentos de golpe" y León Febres Cordero amenazó con secesionar a Guayaquil del resto del país para el caso de que éste fuera "gobernado por indios y militares". Atrás de esto, Estados Unidos amenazó con un "bloqueo peor que el de Cuba" y presionó para lograr su objetivo estratégico en esa situación: que Lucio Gutiérrez renunciara a su lugar en la Junta de Salvación Nacional.
El Coronel aceptó ceder su puesto al general Mendoza dado que éste se juramentó expresamente a seguir adelante con el proceso revolucionario. Sin embargo, desde un comienzo, el general Mendoza actuó como agente enemigo y fue introducido en el movimiento a modo de "caballo de Troya". Esto marcó el éxito de la maniobra norteamericana: una vez que estuvo dentro de la Junta, Mendoza directamente renunció al cargo y pidió su disponibilidad a las Fuerzas Armadas. Así, le quitó al gobierno revolucionario el componente militar y generó un vacío de poder. Consumada esta traición, Estados Unidos movió su siguiente pieza: Gustavo Noboa, quien a las 3.00 horas del día 22 de enero anunció que iba a asumir como nuevo mandatario.
Algo más de cuatro horas después, ocupó el cargo y a las 10.00 de la mañana, el Congreso, reunido en Guayaquil, lo ratificó.
Nuevamente, el "régimen" tenía la situación bajo control y no perdió tiempo en consolidar la posición: se iniciaron persecuciones y procesos judiciales contra los principales protagonistas del 21 de Enero (entre ellos el Coronel Lucio Gutiérrez, quien fue a parar a prisión). Cuatro meses después, con la dirección del país encausada según sus intereses, el "régimen" hizo otorgar la amnistía a los dirigentes del movimiento popular. ¿Por qué? Porque no convenía que se transformaran en mártires.
Junto a Lucio y su núcleo de confianza, recorrimos varios pueblos en campaña proselitista; trabajé como uno más, llenando tarjetas de afiliación, hablando con la gente sobre Lucio y su proyecto, y también me tocó agarrar el micrófono.
Con otro compañero, nos metíamos por las calles y yo iba a los gritos convocando a los ecuatorianos, a quienes no llamaba la atención mi acento de argentino.
Lucio me comentó que su objetivo es refundar al Ecuador.
Particularmente, destacó la importancia que él otorga a la reconstrucción de la Gran Colombia como paso previo para unificar a toda nuestra América. Él es un hombre de una visión panorámica singular; sabe mantener la calma y analizar con mente fría; ama profundamente a su país y creo que su gran virtud es la fuerza espiritual. Nuestros hermanos ecuatorianos tienen ahora un Presidente que honrará su condición, y América se acerca cada vez más a la unidad.
Martín Cerri.
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