Latinoamérica
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29 de enero del 2003
¡Viva Brasil!
Ignacio Ramonet
Le Monde Diplomatique
Traducido para Rebelión por Rocío Anguiano
El nuevo presidente de Brasil, elegido en octubre de 2002, Luiz Inacio "Lula" da Silva, ex dirigente sindical, candidato del Partido de los Trabajadores, asume sus funciones en un momento en que Latinoamérica se encuentra en pleno proceso de cambio. Por primera vez, el inmenso Brasil -170 millones de habitantes, décima potencia industrial del mundo- se dispone a ser gobernado, de forma democrática, por un líder que procede de la izquierda radical y que está en contra de la globalización liberal. Se trata de un acontecimiento de primer orden. En un contexto muy diferente, recuerda lo que supuso, en 1970, la elección como presidente de Chile del socialista Salvador Allende..
El uno de enero de 2003 marca, de este modo, el principio de un nuevo ciclo histórico en América Latina. Precedido a su vez por un periodo de dictaduras militares, de represiones y de revueltas armadas, el ciclo anterior habrá durado alrededor de dos décadas (1983-2002), y habrá estado marcado principalmente por tres fenómenos: la desaparición de las guerrillas (excepto las de Colombia y el peculiar y no violento Ejercito Zapatista del subcomandante Marcos); la generalización de los regímenes democráticos y la aplicación sistemática de políticas económicas neoliberales..
La implantación del modelo liberal se ha reflejado en una especie de ajuste estructural permanente que ha tenido consecuencias sociales desastrosas en todas partes y que se salda con un estrepitoso fracaso. El mercado laboral ha obtenido en el 2002 los resultados más negativos de los últimos veintidós años. El paro se ha disparado y más de la mitad de los asalariados en edad de trabajar solo encuentran un empleo en el sector informal. El número de pobres va en continuo aumento mientras que el salario mínimo disminuye constantemente y el producto internacional bruto (PIB) de esa zona ha experimentado una nueva bajada (-0,8%). Algunos países se han hundido en la crisis económica más grave de su historia. En Argentina, por ejemplo, la clase media ha sido aniquilada, más de la mitad de sus 37 millones de habitantes viven actualmente en la pobreza, más de un tercio de la población activa está en paro o subempleada y su PIB ha caído ¡hasta el 17%! .
La población, desesperada, ha manifestado su descontento y su hastío de dos maneras: primero, votando contra los partidos que habían preconizado estas políticas y luego, sin ni siquiera esperar a las convocatorias electorales, revelándose y destituyendo, en algunos casos, a los presidentes favorables a los programas neoliberales. Así, en Ecuador, en enero de 2000, tras la decisión de dolarizar la economía, una rebelión de campesinos indígenas echaba del poder al presidente Jamil Mahuad. En Perú, en noviembre de 2000, el presidente Alberto Fujimori, acusado entre otras cosas de corrupción, era, a su vez, destituido por un levantamiento popular y huía en busca de refugio a Japón. En Argentina, en diciembre de 2001, una violenta insurrección deponía al Presidente Fernando de la Rua, a los gritos de: "¡No a la globalización!" "¡Fuera el Fondo Monetario Internacional!" "¡No al pago de la deuda!". Otras manifestaciones masivas, a veces con carácter de insurrección - en Bolivia, Paraguay, Costa Rica, etc.- han repudiado la clase política y denunciado la privatización de servicios públicos o la aplicación dogmática de las consignas del FMI..
En Venezuela, en 1998, estos ciudadanos descontentos con el orden neoliberal elegían con una mayoría aplastante al presidente Hugo Chávez y apoyaban su programa moderado de reformas sociales. Son ellos también los que, a finales de diciembre de 2002, seguían apoyándole fervientemente frente a las tentativas de derribarlo, dirigidas, bajo la mirada complaciente de Washington, por los beneficiarios de la globalización, una minoría decidida a hundir el país en una guerra civil, aún arriesgándose a perderlo todo (1)..
Son también ellos los que, el 24 de noviembre de 2002, eligieron en Ecuador al "candidato de los pobres" Lucio Gutiérrez, un ex coronel procedente de un medio muy modesto, contrario al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y dispuesto a poner la riqueza del país al servicio del 70% de sus compatriotas que vive por debajo del umbral de la pobreza..
Todas estas señales indican con claridad que, según parece, en América Latina para los partidarios de la globalización la fiesta se ha acabado. La elección de "Lula" en Brasil se revela en este aspecto como el indicador más significativo del cambio que se está produciendo..
Sin embargo, las cosas no serán fáciles para el nuevo presidente (2) al que se juzgará esencialmente por su capacidad para reducir la cifra de pobres y de repartir mejor la riqueza de un país en el que las desigualdades son abismales: el 1% de la población posee el 53% de la riqueza nacional. El presidente "Lula" se ha comprometido a alcanzar un objetivo mínimo, mencionado ya en los Evangelios, en la Declaración de Derechos Humanos y en la Constitución brasileña: garantizar a todos sus conciudadanos que podrán comer tres veces al día..
Pero también tendrá que demostrar que los pueblos de América Latina todavía pueden elegir su futuro y que, frente al proyecto neoliberal, otro modelo económico, más humano y más solidario, es posible. "¡Porque toda América Latina nos mira - ha dicho "Lula"- y porque representamos la esperanza de todos los latinoamericanos no podemos fracasar!" ¿Será capaz de mantener este compromiso? .
Notas .
1 Véase "Venezuela in danger", "Help Latin Americans", "A dangerous game with Venezuela" y "Standoff in Venezuela", en The International Herald Tribune, de 12 de julio de 2002, 23 de noviembre de 2002, 14 de diciembre y 19 de diciembre de 2002 respectivamente..
2 Véase Emir Sader, "Huit années qui ont laminé le Brésil", Le Monde Diplomatique , octubre de 2002.