4 de enero del 2003
El presidente se entrevista con Chávez y cena con Fidel Castro
Lula tiene que gobernar a derecha y a izquierda
Agencias
En su primer día de gobierno, tras una apoteósica toma de posesión, Luiz Inacio Lula da Silva mantuvo una actividad frenética en el Palacio de Planalto, sede de la presidencia, donde recibió a una docena de representantes internacionales que vinieron a Brasilia para su investidura, entre ellos el cubano Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez.
Sus principales ministros, al tomar posesión de sus cargos, aseguraron que la etapa de cambio que ha prometido el ex obrero metalúrgico y líder izquierdista no tendrá sobresaltos ni sorpresas desagradables para el sector financiero. "Vamos a preservar la responsabilidad fiscal, el control de la inflación y el cambio libre. No vamos a reinventar principios básicos de la política económica", dijo el ministro de Hacienda, Antonio Palocci, y agregó que el mayor desafío del gobierno "será retomar el crecimiento y asegurar una mejor distribución de las riquezas".
Palocci consideró además que es necesario emprender una reforma de la previsión social para ajustar las cuentas públicas y establecer una jubilación única para los empleados públicos y del sector privado. En la actualidad, los jubilados del sector público poseen una jubilación comparativamente superior. Sus palabras fueron recibidas con elogios por empresarios.
Insistió en destacar la "firme determinación" de Lula, quien asumió el gobierno el miércoles en medio de una fiesta popular que reunió a decenas de miles de personas, de "movilizar a la población para combatir el hambre", drama que afecta a un tercio de los brasileños, unos 54 millones. "Las desigualdades sociales son las mismas que en 1970", añadió, para destacar que "la pobreza en Brasil tiene edad y color: está formada por niños y negros".
Precisamente el Washington Post invitó este jueves a Lula a ocupar el vacío dejado por la falta de liderazgo de Estados Unidos y tomar la iniciativa en la búsqueda de una salida a la crisis política de Venezuela. Subrayando que las negociaciones entre el gobierno y la oposición están estancadas, el matutino estadunidense advirtió en un editorial que "si nada se hace, un país que es un vital proveedor de petróleo y que ha preservado una democracia desde hace cuatro décadas podría caer en la anarquía".
El editorial comienza señalando que "el izquierdista populista" Lula ha dicho que no se apartará de las políticas de libre mercado y sugiere que "quizás ello se debe a que no necesita mirar muy lejos" para advertir lo que podría suceder si lo hace". Al sur, "la corrupta y cobarde elite política de Argentina ha gastado un año en una búsqueda inútil para evadir las consecuencias de su mal manejo", mientras al norte "una todavía peor pesadilla latinoamericana está desarrollándose: Venezuela, arruinada y dividida por el desastroso intento del populista presidente Hugo Chávez de rehacer el país con un semicocinado socialismo, está empantanada", dice la nota.
Este jueves, Lula se reunió primero con Chávez y a continuación con el primer ministro sueco, Göran Persson, seguido después por su homólogo de Guinea Bissau. Luego figuraba el príncipe español Felipe de Borbón, al que le avisaron que permaneciera en el hotel porque la sala de espera estaba saturada.
Lula también se entrevistó con el presidente de Portugal, Jorge Sampaio, y el primer ministro de Guyana, Samuel Hinds. En la agenda estaba marcado un encuentro con el Alto Comisario de Naciones Unidas para los Refugiados, el brasileño Sergio Vieira de Melo, así como con el secretario general del Partido Socialista Portugués, Eduardo S. Rodrigues; el presidente de la Cámara de los Comunes de Canadá, Andrew Stewart Milleken, y el ministro de Economía de Alemania, Caio Koch-Weser.
En la noche el flamante presidente cenó con su homólogo cubano, Fidel Castro, quien afirmó poco antes que el mandatario brasileño puede inyectarle "optimismo" y "esperanza" a la región, e indicó que tiene "alma de campeón". Respecto a la agenda bilateral con Lula, Castro dijo: "no tengo nada especial, no pienso pedirle nada, es una reunión familiar para recordar la primera vez que lo visité en 1992, hace más de 10 años; fue muy agradable, su familia es humilde y hospitalaria". Brasil mantendrá relaciones "normales" con Cuba, aseguró por su parte André Singer, portavoz del nuevo presidente.
Anoche, Lula ya se había entrevistado con el mandatario de Perú, Alejandro Toledo, quien afirmó que su interlocutor puede redefinir el papel de Brasil en América Latina y ayudar a las naciones de la región a insertarse en un mundo más competitivo.
En tanto, analistas advierten que Lula enfrenta el desafío de llevar a cabo sus promesas sin mayoría parlamentaria y en un contexto económico interno y externo adverso, ya que por un lado tendrá que satisfacer a unos recelosos mercados y, por otro, las esperanzas puestas en él por 61 por ciento de la población. "El gobierno de Lula puede ser el cielo o el infierno", dijo el analista de Consultora Tendencias Christopher Garman.
Lo primero que tiene que hacer Lula, en opinión del politólogo Fabio Wanderley Reis, es "neutralizar el potencial de crisis. Tengo la impresión de que si gana la confianza del mercado y conduce bien la economía, no le va a ser difícil conseguir la mayoría que necesita en el Congreso", para votar las reformas que ha prometido: pensiones, fiscal, política y legislación laboral.
El nuevo Congreso Nacional, elegido en octubre, tomará posesión el primero de febrero, pero hasta el 17 no iniciará sus trabajos. Según el presidente del Partido de los Trabajadores, José Genoino, el objetivo ahora es conseguir alianzas para tener la mayoría legislativa. La labor de Lula será "singularmente difícil porque tiene que gobernar a derecha y a izquierda", predijo Reis.
Lula insistió en su primer discurso como presidente en la necesidad de alcanzar un pacto social para conseguir cambios y "entrelazar el trabajo y el capital productivo". "Si consigue el pacto, que alguien acepte perder para que otros ganen, el éxito de su gobierno está asegurado; de lo contrario sería imposible", señaló por su parte Luiz Henrique Baia, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Río de Janeiro.