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Internacional

21 de septiembre del 2003

EE.UU: �Qui�n paga por la pobreza?

Mark Engler
Rebeli�n

El �xito de la reforma de la asistencia social es una propuesta basada en la fe en Washington, D.C. Este mes, mientras los legisladores debaten la reautorizaci�n de la legislaci�n de asistencia social, los conservadores en el Capitolio ofrecer�n su serm�n habitual acerca de las virtudes de la "responsabilidad personal", ignorando la hemorragia constante de puestos de trabajo en la econom�a. Y como la reforma de la asistencia social fue un importante enfoque legislativo de los "nuevos dem�cratas" del Presidente Clinton, no es probable que el otro lado del pasillo cuestione la creencia subyacente de que "terminar con la asistencia social tal como la conocimos" represente un triunfo en pol�tica social.

Sin embargo, en el mundo real la recuperaci�n sin puestos de trabajo y protecciones sociales debilitadas van el encuentro una de la otra a velocidad creciente. Los legisladores locales deben enfrentares a una fea verdad acerca de sus sistemas "reformados" de asistencia social: si los cr�ticos dijeron que la disminuci�n de la asistencia tuvo impactos da�inos en los pr�speros 90, el verdadero alcance del da�o apenas est� emergiendo como consecuencia de la recesi�n de Bush.

"S�, hay muchos puestos de trabajo disponibles", dec�a un chiste acerca de la fuerza de trabajo en la era de Clinton. "Yo tengo tres". Desde entonces, el salario real no ha mejorado ostensiblemente y el trabajo extra es dif�cil de conseguir. El empleo de n�mina no relacionado con la agricultura ha deca�do constantemente desde noviembre de 2001; hasta ahora en este a�o se han perdido 579 000 puestos de trabajo.

La reforma de la asistencia social de Clinton sustituy� la Ayuda para Familias con Hijos Dependientes (AFDC), que se basaba en entrega de dinero, con la Ayuda Temporal a Familias Necesitadas (TANF). Las investigaciones sugieren que en el contexto de la econom�a vacilante, las personas que en otra oportunidad recib�an AFDC tienen m�s probabilidad de encontrarse atrincherada en la pobreza que obtener trabajo que les permita vivir. Las madres solteras se encuentran en una situaci�n realmente desesperada, seg�n un nuevo informe dado a conocer por el Fondo de Defensa de los Ni�os. "El n�mero de madres solteras que no reciben asistencia social aument� en 188 000 en un a�o, lo que llega a un r�cord de tres cuartas partes de todas las madres solteras sin asistencia social y causa un s�bito aumento de la extrema pobreza infantil", dice el informe. "Los padres y madres solteros llegaron a la recesi�n del 2001 con menos protecci�n ante una econom�a en descenso que cualquier otra recesi�n en los �ltimos 20 a�os".

Los detalles de esta debacle se complican. Bajo la TANF, los estados individuales reciben subvenciones en bloque que les permiten dise�ar sus sistemas de asistencia social. (Como dijo la te�rica social Teresa Brennan, hay ahora "50 Formas de Abandonar Sus Beneficios de Asistencia Social".) Pero el programa estrella W-2 de Wisconsin brinda un ejemplo revelador. El programa, que ayud� al ex gobernador Tommy Thompson a obtener trabajo como Secretario de Salud y Servicios Humanos de Bush, es generalmente alabado como un �xito por reducir en la mitad el n�mero de familias que recib�an asistencia en dinero. Los verdaderos resultados son, al menos, dudosos.

Una noticia casi inadvertida de AP en mayo mostraba que el W-2 era considerablemente m�s caro para Wisconsin que el viejo programa de asistencia. Aunque el estado se encargaba de menos personas, el sistema de asistencia social costaba $276,9 millones de d�lares m�s en el �ltimo per�odo presupuestario que durante el �ltimo a�o de AFDC.

�Qu� pas� entonces con "el fin del gobierno grande"? Wisconsin comprendi� que si se va a forzar a las madres a entrar al mercado de trabajo en vez de quedarse en casa para cuidar a sus hijos, hay que tomar medidas para el cuidado de los ni�os. Bajo el TANF en Wisconsin la demanda para el cuidado de ni�os ha aumentado 160 por ciento. (Ir�nicamente, muchas mujeres que entran a la fuerza de trabajo en la escala m�s baja de salarios terminan cuidando los hijos de otras personas recibiendo un pago por hora que hace lucir generoso a McDonald's; y no est� sacando a nadie de su situaci�n.) Ni tampoco es barato el entrenamiento para el trabajo. Como ha se�alado el propio Tommy Thompson, si se quiere crear un programa "de la asistencia social al trabajo" que signifique algo m�s que ret�rica, hay que estar dispuesto a pagar por �l.

Incluso con los gastos extras la creaci�n de Thompson no es algo para enorgullecerse. Cocinas populares, refugios de emergencia para los sin casa y hospitales de caridad vieron que la demanda por sus servicios aument� considerablemente entre 1997 y 2000, seg�n grupos como la Conferencia Entre Religiones del Gran Milwaukee, el Centro para el Desarrollo Econ�mico de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee y el Instituto para el Futuro de Milwaukee. En el mismo per�odo los desalojos forzosos en Milwaukee se incrementaron en m�s de 200 por ciento. Y cuando el Departamento de Desarrollo de Fuerza de Trabajo del estado encuest� a varios ex receptores de AFDC, descubrieron que 68 por ciento de los que hab�an encontrado trabajo dijeron que "apenas pod�an subsistir de un d�a a otro".

Ese es el balance de los a�os de auge de la administraci�n Clinton.

El problema real es que la mayor�a de los estados ni siquiera est�n a la altura de Wisconsin, ya que no hicieron las mismas inversiones. En vez de recibir asistencia en dinero, muchas familias simplemente no reciben nada. Es m�s, el porcentaje de familias elegibles que realmente reciben beneficios de asistencia social cayeron de 84 por ciento en 1995 a 52 por ciento en 1999, seg�n el Fondo NOW de Defensa Legal y Educaci�n.

Michael New, del Instituto Cato, escribe que "los estados con las m�s fuertes sanciones y los m�s bajos niveles de asistencia tuvieron el mayor �xito en reducir el n�mero de casos". Tiene raz�n. Pero reducir el n�mero de receptores de asistencia no es lo mismo que disminuir la pobreza. El sistema actual recompensa a los estados que hacen lo primero.

La reforma de la asistencia social en la pr�ctica significa que en tiempos econ�micos m�s duros -precisamente el momento en que m�s se necesita de la asistencia social - el gobierno tiene poco que ofrecer a los pobres y a los desempleados. Los que son bastante ricos como para que les toque una de las enormes reducciones de impuestos del Presidente Bush no se est�n quejando. Ni tampoco las corporaciones, que pueden escoger de entre una fuerza de trabajadores de bajo salario. Pero el resto de nosotros, que encontramos que nuestros puestos de trabajo cada vez son menos seguros y los recursos comunales disminuyen, somos los que pagamos por la pobreza.

* Mark Engler, escritor que vive en la ciudad de Nueva York, puede ser contactado por medio del sitio web http://www.DemocracyUprising.com. Katie Griffiths brind� asistencia en la investigaci�n.
Traducido por Progreso Semanal

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