25 de juni del 2003
Cumbre europea en Tesalónica
Incondicionalidad de una cumbre
Arsenio Rodríguez
Granma
Veinticinco estados con más de 450 millones de habitantes, que producen
la cuarta parte del Producto Interno Bruto mundial, pero que carecen de un proyecto
propio de defensa y seguridad, mostraron una vez más al mundo su incondicionalidad
a los mandatos de Washington, peligrosamente a solo unas horas de un encuentro
de sus principales dirigentes con el presidente norteamericano George W. Bush.
Una precaria armonía y una sospechosa semejanza con decisiones anteriormente
tomadas por Washington, incluso hasta en los mismos términos sobre temas
de política internacional, constituyen realmente los resultados más
concretos de la Cumbre de la Unión Europea que el jueves y el viernes
sesionó en el balneario griego de Porto Carras.
Al parecer ya constituye una norma que los poderosos se reúnan bien apartados
de molestas muestras de repudio a las desigualdades existentes en el mundo y
a los peligros que amenazan la paz mundial, ya que los jefes de Estado y Gobierno
de los 15 países miembros, los diez que lo serán en mayo del 2004,
y los tres aspirantes, desarrollaron su trabajo protegidos por todo un ejército
en el que no faltó ningún tipo de armamento.
Desde el mismo inicio del cónclave, los voceros reiteraron que los líderes
del Viejo Continente quieren mejorar las relaciones con los Estados Unidos,
pero "en pie de igualdad", y para ello aspiran exponer a los estadounidenses
"nuestro tipo de democracia", según memorándum que circuló
entre los participantes.
O dicho de una manera más clara por quien nadie duda de que es un buen
amigo de la actual Administración, el jefe del Gobierno español,
José María Aznar: lo esencial es tener una estrecha alianza entre
Europa y Estados Unidos para enfrentar los retos de nuestra seguridad y las
amenazas que tenemos todos, "tal y como lo he venido repitiendo muy claro en
los últimos tiempos".
Muchos fueron los temas, como el de la doctrina de seguridad común de
la UE, planteado por Javier Solana, que -recordando el lenguaje de cuando era
secretario general de la OTAN-, serviría para robustecer las fuerzas
militares y la diplomacia con el fin de enfrentar al terrorismo, las armas de
destrucción masiva y los países descarriados.
La inmigración ilegal fue otro de los grandes asuntos, y en este sentido
quien acaparó la mayor atención fue el Premier británico,
con su propuesta de tufo fascista de crear "zonas de acogida para refugiados",
fuera de las fronteras europeas, y que la prensa consideró que eran,
sencillamente, campos de concentración.
Por su parte, José María Aznar, abogó por un control fronterizo,
pero nada menos que en alta mar, así como zonas de protección
especial en África y otras regiones de donde vienen los ilegales. Además,
una vez más se atribuyó el papel de vocero del resto de los países
miembros para reiterar sus conocidas declaraciones de alineamiento con la política
norteamericana en relación con Cuba.
Otro plato fuerte del encuentro fue la presentación del proyecto de Constitución
europea, aceptado en principio para que aparezca como un acuerdo, pero que solo
es la base de un texto que se seguirá discutiendo con la aspiración
de que sea aprobado para mayo del próximo año.
Tal y como algunos especialistas auguraron, el tema de la reforma agrícola
no pudo avanzar, ya que Francia se opuso a cambios en los subsidios en ese sector,
lo que será motivo de discusiones en próximas reuniones.
Sin rubor alguno, determinadas cuestiones fueron tratadas por los presentes
de forma tal que parecía copia al carbón de lo planteado con anterioridad
por las autoridades norteamericanas, como fue el llamado a los grupos radicales
palestinos "a aceptar el cese del fuego y que pongan fin a los ataques terroristas
contra Israel". Claro, sin tocar a Tel Aviv, ni con el pétalo de una
rosa.
Pero ahí no para la cosa. La UE le pide a la República Popular
Democrática de Corea que "desmantele su programa nuclear de manera visible,
verificable e irreversible y que se abstenga de cualquier acción que
pudiera agravar aún más el problema".
Y como no podía faltar, le advierte a Irán que debe eliminar su
programa de desarrollo de energía nuclear, exigiendo a ese país
que abra sus instalaciones nucleares a los inspectores internacionales.
Finalmente, los reunidos consideran como la amenaza más importante para
la paz y la seguridad "el desarrollo de las armas de destrucción masiva"
y advierten su posición contraria a "una carrera armamentista, en particular
por los países del Golfo Pérsico y el Cercano Oriente".
La Cumbre solo ha servido, en opinión de muchos, para definir claramente
su alineamiento e incondicionalidad con la política de Washington, demostrando
que más que socios son lacayos del imperio.