La Jornada
Según el propio Nixon, la decisión de invadir Camboya a principios de los años 70 fue influida por la visión previa de la película Patton. Se ignora si George W. sea aficionado al cine pero no dudamos que se deje influir por películas simplistas como Lágrimas del sol.
Es sorprendente la inmediatez con la que Hollywood refleja la ideología en turno. Después del mentado 11 de septiembre, ha sido notorio el aumento de películas bélicas de tono heroico y patriotero, mientras que un ejemplo de una postura crítica ante el ejército estadunidense -Buffalo soldiers, vista en el festival de Toronto unos días antes del ataque al World Trade Center- se ha congelado de manera indefinida.
En ese sentido, Lágrimas del sol es como el comercial de relaciones públicas que Bush, Rumsfeld, Powell et al quisieran difundir sobre la presencia de sus tropas en países extranjeros. Dirigida con habilidad publicitaria por Antoine Fuqua, la película se sitúa en Nigeria para describir una situación ficticia: durante una guerra civil provocada por el extremista grupo rebelde de los fulani, que ha asesinado a la familia presidencial, al teniente A.K. Waters (Bruce Willis) se le encomienda encabezar un comando de SEALS para rescatar a la doctora Lena Hendricks (Monica Bellucci, cuya belleza es inversamente proporcional a su talento histriónico), así como un cura y dos monjas, de una misión católica en medio de la jungla.
La doctora acepta ser rescatada sólo bajo la condición de llevar también a 70 refugiados que viven en la misión. Waters cumple pero a la hora de abordar un helicóptero revela que ha engañado a la filántropa: no hay sitio en él para los autóctonos. Sin embargo, la visión desde el aire de la misión ya masacrada por los rebeldes, le hace cambiar de parecer. El teniente y sus aguerridos hombres deciden regresar y conducir por tierra a los refugiados hasta la frontera con Camerún.
La propaganda bélica ya no puede hacerse de manera directa. A diferencia de un conflicto sin controversia como la Segunda Guerra -que admitía incluso la caricaturización racista del enemigo- ahora las intervenciones armadas son tan polémicas que una versión cinematográfica necesita de cierta distancia. Veremos una película sobre la guerra de Irak cuando se aclare el humo. Mientras tanto, sirvan productos como Lágrimas del sol para presentar una imagen idealizada del soldado gringo.
Interpretado por Willis -un actor que ha expresado su apoyo a la actual guerra y que la portada de la revista Premiere ha proclamado como "el último hombre de verdad en Hollywood"-, el teniente Waters es la versión camuflada de ese viejo clisé: el duro con corazón de oro. Una vez que ha presenciado la abnegación de la doctora -y el escote entreabierto de su camisa estratégicamente desabotonada-, el hombre olvida sus órdenes y se dispone a "hacer lo correcto". Asimismo, los soldados de Waters son como boy scouts armados. A la hora de salvar civiles negros, son todo sacrificio y nobleza; no hay entre ellos un solo egoísta renegado. (Para diferenciar a los nativos sirve igualmente el estereotipo: los negros buenos son apuestos y de mirada lacrimosa; en cambio, los rebeldes tienen mala cara, mirada torva y no sonríen nunca).
Una vez cumplida la misión, los agradecidos refugiados despedirán a sus poderosos salvadores agitando sus brazos y con lágrimas en los ojos. "No los olvidaremos", pronuncia una conmovida mujer africana. Ese final hubiera provocado risa hace un mes. Es decir, antes de que las imágenes televisivas de civiles en Irak -mujeres, niños, periodistas- muertos o mutilados por los ataques de la llamada coalición, nos hayan hecho recordar que no tiene nada de risible la prepotencia de una nación empeñada en imponer por las armas su sentido de "lo correcto" por el mundo.
LAGRIMAS DEL SOL
(Tears of the Sun)
D: Antoine Fuqua/ G: Alex Lasker, Patrick Cirillo/ F. en C: Mauro Fiore/ M: Hans Zimmer/ Ed: Conrad Buff/ I: Bruce Willis, Monica Bellucci, Cole Hauser, Eamonn Walker, Johnny Messner, Tom Skerritt/ P: Cheyenne Enterprises, Michael Lobell Productions, Revolution Studios. EU, 2003.