Liberación Entre los muchos "argumentos" que Bush y sus colaboradores internos y externos, esgrimen para justificar el ataque que preparan contra el pueble iraquí, ocupa un lugar privilegiado las agresiones con armas químicas que Sadam Hussein perpetró contra algunos de sus enemigos, incluidos sus propios compatriotas. "Olvidan" señalar cuando así argumentan, que esas armas químicas le fueron proporcionadas al dictador iraquí por los propios Estados Unidos y el Reino Unido, para luchar contra el "demonio" de aquellos años, Irán y el régimen de los ayatolas.( Para más detalles al respecto sería útil que la televisión sueca volviera a emitir las declaraciones del periodista británico Robert Fisk, ese sí un experto en los problemas de la región, formuladas el fin de semana pasado al programa Agenda. Sería una contribución importante al debate que tiene lugar actualmente sobre el tema).
Estados Unidos, que sufre la tragedia de tener el gobierno de individuos como Bush, Dick Cheney, Rumsfeld, entre otros, registra en su haber "méritos" que sobrepasan ampliamente a su discípulo iraquí, en el uso de esas armas, incluso contra sus propios compatriotas.
Cuando Richard Nixon ocupaba la Casa Blanca, ordenó en setiembre de 1970 el exterminio de sus soldados que huían del infierno de Vietnam, bombardeándolos en sus refugios de las selvas de Laos, con el gas letal sarín. El mismo gas que utilizó un terrorista japonés en el Metro de Tokio, en 1995. El exterminio fue bautizado como Operación Tailwind (Viento de cola) y fue dirigida por el teniente Robert Van Buskirk quien se justificó, diciendo: "No se trataba de hacerlos volver a casa (a los soldados que huían) sino de exterminarlos". El mismo teniente contó que durante la cacería arrojó una granada para matar a dos soldados compatriotas que se habían escondido en una gruta en una aldea de Laos y el ataque provocó un centenar de muertes entre laosianos y una docena de desertores. La información precedente fue proporcionada tras una investigación de la revista Time y la cadena CNN. Como suelo ocurrir, algunos periodistas norteamericanos, suelen ser mucho más decentes que los "nuestros" para denunciar los crímenes del imperio.
En una guerra más reciente, la del Golfo en 1991, que organizó otro Bush, el padre del actual, ex presidente y ex director de la CIA, su súbdito el general Barry McCaffrey, que comandaba la 24 División de Infantería, exterminó, cuando ya el alto fuego estaba en vigencia desde hacía dos días, a una columna blindada de la Guardia Republicana iraquí que regresaba a sus bases, vencida y sin ninguna posibilidad de combatir. "McCaffrey se inventó una batalla", confirmó más tarde un general colega, Ronald Griffith que dijo "No había necesidad de disparar a nadie, la guerra había terminado y los iraquíes se rendían a toda velocidad" . El asesinato tuvo lugar en el pueblo de Rumaylah y en él murieron 400 soldados. El mismo general Mcaffrey había eliminado antes con ametralladoras a 350 prisioneros de guerra. Estos crímenes del mencionado general fueron investigados y documentados por la revista The New Yorker.
Estos "guerreros" como el Bush que ahora prepara la guerra, que nunca sintieron el olor de la pólvora y, como es su caso se las arregló para no ir a Vietnam, suelen ser los más crueles y perversos. Desde el más allá lo pueden testimoniar los jóvenes negros, delincuentes o inocentes, que George Walker Bush envió al otro mundo en el Estado de Texas siendo gobernador, Y también los prisioneros de la base norteamericana de Guantánamo, incluido un ciudadano sueco y otro español, sometidos a un lento exterminio, sin que sus respectivos gobiernos denuncien esta innecesaria crueldad.