Internacional
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27 de diciembre del 2003
El líder encadenado
Israel Shamir
Jerusalén
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
-¡Pon la televisión!, gritó desde la cocina mi mujer, informada por un llamado telefónico. En la pantalla se veían los rasgos de idiota de George W. Bush con un título que decía "Bush - el ex dictador fue arrestado". No puedo negar que viví un instante jubiloso. Claro que Bush merecía ser arrestado y juzgado: por su invasión de los estados soberanos de Irak y Afganistán, por los miles de hombres y mujeres muertos y torturados por doquier, donde ha llevado su Guerra contra el Islam, por su apoyo a ENRON, por su dudoso papel el 11-S. A la luz de la Ley Patriota que eliminó las tradicionales libertades estadounidenses, y por la manera inconstitucional como llegó a la Casa Blanca, puede ciertamente ser calificado de "dictador". Y, ¿es ya "ex"? ¿Se alzó en armas el pueblo de Estados Unidos, de esa gran república al otro lado del océano, como dignos herederos de Bruto, incluso de George Washington y Thomas Jefferson, y derrocó al tirano?
Lástima. ¡Qué va! En un instante vi que "el ex dictador arrestado" era el depuesto presidente de Irak, Sadam Husein. ¡Qué anticlímax! Secuencias del presidente humillado, barbudo, cansado, confuso, tratado como un tigre capturado en un zoológico, se repetían interminablemente. Sadam abre su boca y nos obligan a mirar a su interior. Con su boca pintada de rojo parece humano y frágil: demasiado humano, con su barba alborotada y grandes ojos inocentes lo hacen parecer similar a Leo Tolstoy o a Alexander Solzhenitsyn. Por cierto, si en diciembre de 1941, los ejércitos de Hitler no hubieran sido detenidos por los 28 Guardias Rojos de Panfilov en las afueras de Moscú, ésa hubiera sido la suerte de José Stalin: ser conducido en una jaula de acero a Berlín y presentado como "el sangriento dictador capturado". Y hubiese sido la suerte del Presidente Mao, si los soldados chinos no hubieran detenido a las hordas de Macarthur en los bancos del río Yalú en 1950. Vae victis, ¡ay de los vencidos!, especialmente si se trata de una derrota frente a un enemigo implacable y arrogante.
Crucé la calle a un café palestino, en el que artistas y maestros de Jerusalén se mezclan con aldeanos que van por negocios a la gran ciudad, jugando backgammon y tomando café con cardamono. La melancolía reinaba en las bajas mesas como una nube de lluvia en el cielo de diciembre. Los palestinos estaban desconsolados y hablaban en voces muy bajas. Sus nobles sentimientos orientales estaban heridos por esa deshonrosa exhibición del gobernante cautivo. Sea cual sea la opinión que uno tenga sobre Sadam Husein, era el presidente legítimo de una gran nación árabe y su humillación fue la humillación de todos los árabes. No fue el primer gobernante capturado en la larga y sangrienta historia del mundo. Hace más de 800 años, los grandes príncipes europeos occidentales fueron capturados por el victorioso ejército árabe, pero el comandante árabe Saladino trató a los cautivos en forma cortés como si fueran sus mejores invitados. No los exhibió con una boca pintada de rojo ante sus tropas. Pero la Caballerosidad y el Honor, tan próximos al corazón árabe, no son virtudes estadounidenses: se atrevieron a atacar Irak sólo después de que el país fue inspeccionado durante diez años por la ONU y se comprobó que no tenía arma alguna.
Los palestinos tenían más razones para preocuparse. Irak era un país árabe grande e independiente. Por cierto no podía compensar el poderío conjunto de Israel y de EE.UU., pero a pesar de todo: su existencia misma podía impedir que la mano sionista cometiera acciones particularmente salvajes. En 1948 voluntarios iraquíes contuvieron los intentos del ejército israelí de expulsar a los residentes palestinos de Yenín y Nablús, y salvaron a estos de la suerte de los refugiados despojados de su patria. En 1973, la presencia iraquí detuvo el avance israelí sobre Damasco. Desde entonces, los iraquíes se preocuparon y apoyaron a los palestinos, frente a la cólera de EE.UU. Reunieron dinero y lo enviaron a las viudas y a los huérfanos de la resistencia. El régimen instalado ahora por EE.UU. en Bagdad ocupado es anti-palestino furioso y pro- israelí. Ahmad Chalabi, el protegido de EE.UU., llamó a establecer relaciones amistosas con Israel; discuten planes para enviar el petróleo iraquí a las refinerías de Haifa, mientras las fuerzas de ocupación expulsaron a los refugiados palestinos de sus viviendas provisorias en Bagdad. Sadam Husein no pudo hacer gran cosa por los palestinos; su política anti-islámica no le granjeó el cariño de los árabes religiosos, pero era un amigo y una voz árabe independiente.
Los israelíes en un pub cercano estaban excitados. Para ellos, eran buenas noticias tanto política como económicamente. Desde la victoria de EE.UU., las compañías israelíes se introdujeron agresivamente en Irak. "Toda consulta sobre los negocios en Irak es pasada a una lista selecta de intermediarios promulgada por las autoridades de EE.UU. Todos son judíos y casi todos son israelíes. Encabezando la lista está la firma legal israelí en la que es socio Douglas Feith (un sionista extremista que es funcionario estadounidense)", me informaron. Los judíos iraquíes presentaron a las autoridades de ocupación una lista multimillonaria de pedidos de compensación por propiedades que pertenecían a judíos. La captura de Sadam Husein debilitará la resistencia iraquí y permitirá que los israelíes aumenten su parte en los despojos de la guerra.
Pero los políticos israelíes prevén un resultado aún mejor del arresto de Sadam. "Podría ofrecerse al depuesto dictador iraquí Sadam Husein un trato mediante el cual él entregaría a sus captores información sobre... cómo contrabandeó algunas de las armas de destrucción masiva a Siria, a cambio de que se le condene a cadena perpetua y no a la ejecución por crímenes de guerra", dijo el observador militar del periódico israelí Haaretz. Más importante es que realizarán el antiguo deseo de la dirección israelí de enviar los tanques de EE.UU. a arrasar la ruta a Damasco. Con la conquista de Siria se completará la etapa siguiente de la subyugación del Medio Oriente por Israel y se abrirá el camino a las riquezas petrolíferas saudíes.
La captura de Sadam Husein no llevará la paz a Irak y al Medio Oriente. Lo más probable es que sea utilizada para un nuevo estallido bélico en esa zona atormentada.