10 de noviembre del 2003
El plan ultraliberal de EE.UU. es ilegal y fracasará, según los analistas
Expertos de las Naciones Unidas critican la "privatización" de Iraq
Andy Robinson
La difícil reconstrucción de Iraq se complica todavía más. Expertos independientes y de la ONU arremeten contra el plan de privatización de empresas y liberalización de capitales propuesto por las autoridades norteamericanas en Bagdad. Creará más paro y además es ilegal, pues va contra la convención de Ginebra, aseguran.
El radical programa de privatización y liberalización adoptado por la Autoridad Provisional en Iraq y anunciado en Dubai el mes pasado no sólo viola las leyes internacionales, según expertos de las Naciones Unidas y economistas en Nueva York, sino que también está condenado al fracaso como estrategia de desarrollo.
Según fuentes de alto nivel de la ONU, el programa -que permite la venta del 100% de los activos iraquíes no petroleros a empresas multinacionales y supone la privatización de al menos 200 compañías públicas- "es una violación de la convención de Ginebra" que prohíbe "grandes cambios de la política económica como privatización o el uso de ingresos petroleros para avalar créditos sin que se haya instalado un gobierno democráticamente elegido", dijeron. El acuerdo de La Haya de 1907 y la convencion de Ginebra, que rigen el marco de actuación de los regímenes de ocupación militar, obliga al respeto a la propiedad anterior bajo las normas del "usufructo". Lo cual, como ironiza la escritora canadiense Naomi Klein en un reciente articulo, significa que "un 'house sitter' - un 'guardacasas'- puede comer lo que hay en la nevera, pero no puede vender la casa".
Desde el anuncio del ambicioso plan de privatización ante un grupo de banqueros durante la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) en los Emiratos Árabes, en septiembre, diversos economistas estadounidenses, así como miembros de la comunidad empresarial iraquí y hasta algún miembro del Consejo Provisional de Gobierno iraquí, han expresado su perplejidad por la reaparición en Iraq de la ya desprestigiada "terapia de choque" neoliberal.
"Según cualquier criterio económico, el plan es extremista. Convertiría la economía iraquí en una de las más abiertas del mundo, con los impuestos más bajos del mundo", advierte Jeff Madrick, un historiador económico de la Universidad de Nueva York. El plan -que incluye la libre entrada de bancos extranjeros y "vacaciones fiscales" para las empresas multinacionales que inviertan en Iraq- se compara con las políticas adoptadas tras la caída de la Union Soviética, que provocaron la destrucción de casi la mitad del PIB y el empobrecimiento de amplias capas de la sociedad rusa.
"La superliberalización desindustrializó Rusia y hará lo mismo con Iraq", dijo David Ellerman, un economista de la ONU que asesoraba al premio Nobel Joseph Stiglitz cuando éste era economista jefe del Banco Mundial. Tanto Stiglitz como Ellman han denunciado la corrupción institucionalizada durante la privatización de empresas rusas y ambos temen resultados semejantes con el plan iraquí. La liberalización financiera y los jugosos incentivos fiscales para que los bancos extranjeros se hagan con la banca local son especialmente polémicas dadas las malas experiencias de muchos países asiáticos que se vieron castigados por una fuga masiva de capitales en 1998 tras abrir sus cuentas de capitales.
"Los bancos extranjeros suelen recibir el grueso de los ahorros internos y los sacan fuera", dice Ellerman. "Hay cada vez más dudas en los países en desarrollo respecto a la aportación verdadera de los bancos extranjeros", coincide Stephany Griffith, del Institute of Development Studies, que asesoró a la República Checa en su transición.
La Caixa es uno los bancos que participan en el consorcio que otorgará los primeros créditos comerciales, bajo la tutela del norteamericano JP Morgan. Las protestas por el plan se producen hasta en el seno del gobierno que lo anunció. El ministro de Comercio iraquí, Ali Abdul Amir Allawi, se opuso "de manera enérgica al cambio rápido y radical" y advirtió contra "el fundamentalismo del mercado libre".
El director del programa de la ONU en Beirut se opuso también desde el "New York Times" a la rápida liberalización: "Si se abren las importaciones con aranceles tan bajos como el 5%, muchas empresas irán a pique y se exacerbará más el problema del paro". Allawi reconoció que se había desatado "un gran tumulto" en Iraq cuando se anunció el plan de privatización y apertura a capitales extranjeros.
Sin embargo, la Autoridad estadounidense sigue defendiendo el plan a toda costa. George Wolfe, director de política económica de la Autoridad, dijo que los bajos aranceles y un fuerte sistema financiero atraerá las inversiones extranjeras e insistió en que se privatizaría "ineficientes industrias estatales".