Henry Kissinger, ¿hombre de estado o criminal de guerra?
Simo Salmela
Desde que se concedió a Henry Kissinger el premio Nóbel de la Paz en el año 1973, se han interpuesto 911 solicitudes de procesamiento contra él en relación con violaciones de los derechos humanos. ¿De qué se acusa, pues, a este brillante orador y prestigioso y veterano político? Kissinger tuvo un papel destacado durante la década de los setenta en muchos conflictos que han causado la mayor destrucción humana desde la Segunda Guerra Mundial.
Kissinger participó en la organización de los golpes militares de Chile y Argentina en los años 1973 y 1976, así como en el asesinato secreto de generales de izquierda. Tras el acceso democrático al poder de gobiernos de izquierda en Chile y Argentina, EEUU ayudó, de la mano de Kissinger, al golpe de estado de los generales de derecha con pleno conocimiento de la limpieza de la oposición llevada a cabo en esos países. En Chile y Argentina "desaparecieron" miles de personas durante las dictaduras militares.
Kissinger prestó también su apoyo al gobierno del ex presidente de Indonesia Suharto para llevar a cabo un genocidio en Timor Oriental. EEUU continuó, de la mano de Kissinger y por encima de sus propias leyes, con el suministro de armas al ejército de Indonesia. Kissinger inició en los años setenta los bombardeos secretos de Laos y Camboya sin permiso del Congreso.
Los bombardeos causaron cientos de miles de víctimas civiles, y las viejas bombas han matado a unas 11.000 personas más en las últimas décadas. Los bombardeos sentaron la base para el ascenso al poder de los jemeres rojos de Camboya, lo que condujo a la matanza de unos dos millones de personas. Kissinger tuvo también un destacado papel en el fracaso de las negociaciones de paz entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur en el año 1968. El objetivo era prolongar la guerra para asegurar el resultado de la carrera electoral de Richard Nixon. Más tarde, Kissingerr ordenó en Vietnam y Laos los bombardeos más crueles del siglo pasado.
"Kissinger es uno de los mayores criminales de guerra desde la Segunda Guerra Mundial", afirma Michael Schmidt, coordinador de la campaña internacional Kissinger Watch http://www.icai-online.org/kissingerwatch/. Kissinger Watch publica mensualmente en su sitio de internet artículos sobre la política de Kissinger y sigue la marcha en los juzgados de las demandas interpuestas contra él. La campaña forma parte desde hace aproximadamente tres años de la más amplia International Campaign Against Impunity, cuya pretensión es conseguir que los peores criminales contra los derechos humanos sean juzgados por sus actos. Además de Kissinger Watch, la red ICAI http://www.icai-online.org/kissingerwatch/ está también empeñada en campañas que siguen los crímenes contra los derechos humanos del primer ministro israelí Ariel Sharon, el ex presidente de Serbia Slobodan Milosevic y el ex presidente de Chile Augusto Pinochet.
¿Es al final el hostigamiento de señores decrépitos mediante demandas la mejor manera de terminar con los crímenes contra los derechos humanos? De acuerdo con Schmidt, el sentido de la campaña es ante todo dejar claro que ni siquiera los jefes de estado pueden pretender escapar de sus crímenes masivos contra los derechos humanos sin ser juzgados. Tanto Pinochet como el presidente de Indonesia Suharto se proveyeron antes de jubilarse de inmunidad legal, pero ambos han podido comprobar que no necesariamente tienen asegurada una vejez en libertad. También en EEUU los documentos de estado de Kissinger han sido declarados secretos hasta más allá de su muerte. Aunque el procesamiento de políticos veteranos de EEUU por crímenes contra los derechos humanos parece ciertamente improbable, las posiciones se han hecho más rigurosas. Kissinger ya no se atreverá a viajar a la mayor parte de los estados de Europa y América del Sur por miedo a los procesos. De Francia, por ejemplo, se volvió a casa en el 2001 tras cursar un juez local una solicitud de interrogatorio contra él. Aunque se llegara a juzgar al octogenario Kissinger, la campaña ha enviado un claro mensaje a los gobernantes del mundo. Queda establecido como axioma que ni siquiera los políticos de EEUU pueden situarse por encima de la ley.