A la luz de la campaña anti-terrorista de los EE.UU. y la reciente condena de 5 espías en el Sur de la Florida, a quienes el gobierno cubano envió para impedir el terrorismo, necesitamos claridad acerca de palabras, hechos y motivos.
Parece ser que algunos funcionarios estadounidenses, piadosos cristianos casi todos, han memorizado sólo las cuatro primeras palabras del dictado moral de su religión: "Tratad a los demás..." Desde el 11 de septiembre el discurso farisaico ha reverberado acerca del daño que nos han hecho. Sí, en una pocas horas perdimos varios miles de vidas, puestos de trabajo y quizás nuestra inocencia nacional. Pero lo que los terroristas de Al Qaeda hicieron a New York y Washington, nuestros agentes lo han hecho a otras gentes y lugares, o hemos licenciado a otros para que hagan nuestro terrorismo. Es más, parte del terrorismo ha sido planeado y hasta realizado desde los Estados Unidos.
Las relaciones EE.UU.-Cuba después de 1959 brindan una dramática ilustración de este punto. Al igual que los fanáticos de Al Qaeda expresaron su odio por nuestro sistema -aunque no está claro qué les han hecho los Estados Unidos-destruyendo las Torres Gemelas y una parte del Pentágono, también la CIA ayuda e incita a los fanáticos anti-castristas a poner bombas, incendiar y asesinar en Cuba y, después, igualmente en territorio estadounidense. Sí, Fidel Castro nacionalizó compañías estadounidenses, se alió al enemigo soviético y trató de exportar la revolución.
Aunque cuando niños memorizamos las primeras líneas de la Declaración de Independencia, el mejor argumento del mundo a favor de la revolución, hace mucho que hemos abandonado todo apoyo a su contenido.
Ciertamente a partir de 1959 la campaña contrarrevolucionaria de EE.UU. contra la Cuba de Castro adoptó formas terroristas. Dado el estado actual de la alerta acerca de la seguridad en los aviones, sería conveniente recordar que el gobierno de los EE.UU. alentó a los pilotos anti-castristas a usar el territorio de EE.UU. para volar sobre Cuba y dejar caer volantes y objetos más peligrosos. ¡Imaginen la reacción de EE.UU. si anti-estadounidenses con base en Cuba trataran de volar sobre el sur de la Florida lanzando volantes!
Entre 1959 y 1963, como revelan documentos desclasificados, agencias de EE.UU. dieron luz verde a miles de operaciones de sabotaje contra propiedades cubanas y a misiones de asesinato contra líderes cubanos.
Parte de este terrorismo se realizó bajo el paraguas de la "Operación Mangosta", lanzada a fines de 1961; otras misiones se hicieron bajo un plan conocido como "operaciones autónomas". Tal como describió estas operaciones el oficial de la CIA Sam Halperin, en marzo de 1961 la CIA entregó explosivos, armas, barcos, aviones y dinero a exiliados anti-castristas sin conocer cuáles eran los objetivos de los exiliados. "Una violación del oficio"" se quejó Halperin, pero lo hizo de todos modos, según las órdenes de los hermanos Kennedy.
Aviones con base en Estados Unidos bombardearon y ametrallaron blancos cubanos. (Piénsese, en una escala menor, por supuesto, en la cinta de bin Laden cuando dice: "¡Ay, yo no sabía que los aviones podían hacer tanto daño!")
En 1990, con la destrucción de la Unión Soviética, la economía cubana se desplomó. La seguridad desde la cuna con la que contaban los cubanos desapareció. En 1991, al faltar trabajo y no haber suficiente alimento, miles de cubanos se lanzaron hacia la Florida montados en neumáticos. En respuesta a esta ola de balseros, algunos de los cuales murieron en alta mar, surgió Hermanos al Rescate, ostensiblemente como pilotos voluntarios para localizar a los balseros en las peligrosas aguas que separan a Cuba de los cayos de la Florida y radiar su posición a barcos cercanos.
Sin embargo en 1995, cuando Washington y La Habana firmaron un Acuerdo Migratorio, la ola de balseros disminuyó. Los Hermanos cambiaron su misión de supuesto rescate humanitaria de balseros a la provocación evidente.
En la primavera de 1995 José Basulto, líder de Hermanos al Rescate, presentó un falso plan de vuelo de misión a las Bahamas. En vez de eso voló de la Florida a Cuba y lanzó volantes anti-Castro sobre territorio cubano. El 13 de julio de 1995 regresó y lanzó medallas religiosas sobre áreas pobladas, objetos que pudieron caer sobre personas en tierra. Imagínense cómo hubiera reaccionado la Fuerza Aérea de EE.UU. ante tales jugarretas. Esos vuelos coincidieron con una campaña paralela por parte de exiliados anti-castristas para dañar la economía turística de Cuba, su mayor fuente de ingresos de divisas. Luis Posada Carriles dijo a un reportero de The New York Times que ejecutivos de la prestigiosa Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) habían financiado un plan de colocación de bombas en lugares turísticos.
Sin embargo, el FBI mostró poco entusiasmo para responder a las solicitudes de Cuba para que se investigara el papel de los exiliados en la Florida en las bombas, ni tampoco las autoridades estadounidenses dedicaron mucha energía a investigar las acciones terroristas que emanaban del Sur de la Florida. Los burócratas de seguridad nacional de Clinton imploraron a los Hermanos que detuvieran sus vuelos y les advirtieron que podían ser derribados. En enero de 1996 un funcionario del Consejo de Seguridad Nacional llegó a escribir una carta con el membrete de la Casa Blanca al Comisionado de la Autoridad Federal de Aviación (FAA) solicitando que suspendiera las licencias de pilotos de los Hermanos por presentar falsos planes de vuelo. Pero la FAA, al igual que el FBI, no hizo nada. Y la Casa Blanca no insistió.
Al no obtener resultados a sus demandas formales de que el Departamento de Estado impidiera los vuelos sobre su territorio, Cuba amenazó que habría graves consecuencias. Castro ya había sacado en conclusión que el gobierno de los EE.UU. no protegería a Cuba del terrorismo con base en la Florida.
Así que Cuba infiltró encubiertamente a 5 espías en el sur de le Florida. Haciéndose pasar por opositores de Castro, los espías penetraron algunos de los grupos violentamente anti-castristas con el propósito de impedir sus actividades terroristas.
El FBI, en vez de monitorear las actividades de los terroristas con base en los EE.UU., tomó como objetivo a los espías cubanos, la llamada Red Avispa, cuya misión era impedir el terrorismo.
Los jefes de inteligencia de Cuba consideraban a Hermanos al Rescate como una amenaza seria a la seguridad de la isla, así que ordenaron a algunos de los espías que eran pilotos que se infiltraran en las operaciones de Hermanos.
El 24 de febrero, cuando un trío de aviones se dirigía a Cuba con el jefe de Hermanos, José Basulto, piloteando el avión principal, la inteligencia cubana supo del vuelo violatorio, no sólo por sus espías, sino también por fuentes del gobierno de los EE.UU. La noche antes del vuelo fatal en un concierto en Washington D.C., Richard Nuccio, el experto en Cuba de la Casa Blanca, informó a dos reporteros que él estaba enterado de un vuelo sobre Cuba al día siguiente. Uno de los reporteros llamó a un funcionario cubano en Washington para conocer su reacción. Así que un funcionario estadounidense informó indirectamente al gobierno cubano el plan de vuelo de Hermanos, un hecho que los acusadores minimizaron o ignoraron cuando acusaron a algunos de los espías de complicidad de asesinato.
El 24 de febrero de 1996, después de recibir advertencias de parte del gobierno de EE.UU. de que no penetraran en el espacio aéreo cubano y también órdenes directas del control aéreo cubano de que no entraran en su territorio, Basulto y sus asociados penetraron en el espacio aéreo de Cuba. MiGs cubanos despegaron y derribaron dos de los tres aviones intrusos. (Aún continúa el debate acerca de si el derribo ocurrió en el espacio aéreo cubano o en el internacional.)
Irónicamente el avión de Basulto escapó del ataque con misiles. El derribo de los aviones no sólo empeoró las relaciones EE.UU.-Cuba, sino que también provocó el juicio de los cinco espías. Pero a la luz de los ataques del 11 de septiembre, algunos de los testigos de la acusación aparecen como los equivalentes anti-castristas de los terroristas de Al Qaeda.
En 1960-1961 la CIA entrenó al joven José Basulto en las artes de la violencia, y lo preparó junto con otros miles para invadir a Cuba por Bahía de Cochinos. En agosto de 1962, año y medio después del fracaso de Bahía de Cochinos, Basulto lanzó contra Cuba un ataque autorizado por la CIA durante el cual disparó contra un hotel, hizo fuego contra un teatro y ametralló un sector residencial de La Habana. Varios cubanos murieron en el ataque.
En el juicio a los espías Basulto atestiguó que había cambiado su enfoque violento de su juventud por el de Ghandi y Martin Luther King, excepto, claro está, en el caso de Cuba donde, mantuvo, la violencia es aún necesaria.
¿Por qué el jurado que condenó a los espías no pudo imaginar aquellos días antes y durante Bahía de Cochinos, cuando la CIA creó una fuerza aérea que bombardeó y ametralló blancos cubanos? ¿Por qué no pudieron imaginar los miles de ocasiones en que víctimas cubanas murieron, en que familiares lloraron, en que niños pequeños perdieron a sus padres? Cuando el gobierno de los EE.UU. ha llevado a juicio a casos de actos de terrorismo cometidos por cubanos anti-castristas, a menudo con testigos presenciales de la violencia, los jurados casi siempre han absuelto a los acusados. (¿Podrá ser que debido a que los terroristas basados en el sur de la Florida han actuado con impunidad durante décadas, y los que han levantado su voz en contra han recibido amenazas o cosas peores, los jurados se han sentido intimidados?)
En los días anteriores al 11 de septiembre Washington constantemente ridiculizó las quejas de Cuba. En los días inmediatos a Bahía de Cochinos Cuba se quejó de más de 75 vuelos sobre su territorio por aviones espías provenientes de EE.UU. "Tratad a los demás", pudieran haber dicho funcionarios de Washington, "como los otros no pueden tratarte a ti."
¿Pero qué hubiera hecho la Fuerza Aérea de EE.UU. -qué hará ahora- si aviones no autorizados penetraran en nuestro espacio aéreo? Irónicamente, en el caso de los Hermanos, el gobierno cubano demostró paciencia, hizo repetidas advertencias al Departamento de Estado entre 1995 y 1996. Este enfoque suave por parte de Cuba fue inusual en vista de la tragedia aérea terrorista que los exiliados anti-castristas habían infligido a un avión comercial cubano. En octubre de 1976 dos terroristas con estrechos lazos con agencias de EE.UU. volaron con una bomba un avión a reacción de pasajeros de Cubana de Aviación con 73 pasajeros a bordo.
Orlando Bosch, uno de los coautores de la misión, vive cómodamente en la actualidad en Miami, donde continúa fraguando actos de terrorismo contra Cuba. En 1991 George Bush le concedió una dispensa especial para que viviera aquí a pesar de su larga historia de actos terroristas y a pesar de objeciones por parte del FBI. Algunos influyentes republicanos cubano-estadounidenses intercedieron a favor de Bosch, llamando "patriota" a este hombre que había disparado con bazucas a objetivos comerciales y hecho explotar un avión.
Luis Posada Carrilles, coautor junto con Bosch del sabotaje al avión, trabajó para el gobierno de EE.UU. en los 80, después que sus patrones cubano-estadounidenses del sur de la Florida sobornaron a autoridades venezolanas para que le permitieran escaparse de la prisión. Inmediatamente éste se fue a trabajar con Oliver North ayudándolo en los suministros a los contras nicaragüenses.
Posada se encuentra hoy en una celda panameña con otros tres violentos castrófobos acusados de conspirar para asesinar al líder cubano cuando visitó Panamá para una reunión de jefes de estado hace un año.
El hecho de que el Presidente George W. Bush haya declarado su intención de librar al mundo de terroristas no ha tenido impacto en la visión que tiene el gobierno de EE.UU. de Bosch y de Posada, quienes tienen credenciales de primera como terroristas. La aparente retórica de doble moral no parece importarle al Presidente cuando advierte a otras naciones acerca de las consecuencias por proteger a terroristas. El continúa protegiendo a los violentos anti-castristas con sede en la Florida. Es más, Bush el Presidente y Jeb Bush el gobernador de la Florida, han exonerado implícitamente a los terroristas anti-castristas de las reglas generales del terrorismo.
Es más, incluso algunos cubanos anti-castristas que han hablado abierta y orgullosamente de sus estrategias violentas, usan a la Florida como residencia y como cuartel general. En caso de que alguien dude de las intenciones de Orlando Bosch, escuchen sus propias palabras. En 1979 proclamó orgullosamente que: "Hay que responder a la violencia con violencia. Hay momentos en que no se puede evitar hacer daño a gente inocente". Nunca ha renunciado a esa táctica. En un artículo del 12 de diciembre de 2001 en The Miami New Times Bosch dijo al reportero Kirk Nielsen: "Cuando ataquen a este tipo algunos inocentes van a morir", predijo, refiriéndose al ataque militar que los Estados Unidos iban a lanzar dos días después en su persecución a Osama bin Laden. "Es como dijo Churchill: 'La guerra es una competencia de crueldad'." Según Nielson, Bosch admitió a principios de diciembre que enviaba explosivos a Cuba.
En un reciente discurso Fidel Castro mencionó la aparente contradicción de la política anti-terrorista de EE.UU. "Tenemos derecho a preguntar", declaró Castro, "qué se hará acerca de Posada Carriles y de Orlando Bosch, los perpetradores de ese monstruoso acto terrorista (el sabotaje al avión comercial en 1976)... y acerca de los que planearon y financiaron las bombas colocadas en los hoteles (en La Habana) y los intentos de asesinato contra líderes cubanos, que no se han detenido ni un minuto durante más de 40 años."
Los terroristas anti-castristas no han limitado sus ataques a blancos cubanos. Han golpeado repetidamente en Estados Unidos, matando a veces a ciudadanos estadounidenses y a otros en lo que se ha convertido en un amor por la violencia.
Según el FBI, en 1970 miembros del Movimiento Nacionalista Cubano (MNC) pusieron una bomba en un cine de New York donde se proyectaba mi filme documental Fidel. Varias semanas más tarde, el mismo grupo quemó un teatro en Los Angeles donde se iba a presentar el filme. En 1974 activistas del MNC pusieron una bomba en el Centro para Estudios Cubanos en New York. Sandra Levinson, su directora, escapó de la muerte por escaso margen.
En uno de los más osados actos de terrorismo, un grupo de activistas del MNC trabajó con oficiales de la inteligencia chilena del gobierno del General Augusto Pinochet en septiembre de 1976 para colocar una bomba en el auto de Orlando Letelier. La bomba detonó cuando Letelier iba hacia su trabajo en Washington, DC. Ronnie Moffitt, una joven estadounidense, también murió en la explosión. La Fundación Nacional Cubano-Americana y otras organizaciones de Miami recaudaron dinero para la defensa legal de los asesinos. Es más, la FNCA nombró a Guillermo Novo, condenado por mentir acerca de su conocimiento del complot Letelier-Moffit, como miembro de una de sus Juntas.
Los cubano-estadounidenses que han promovido el diálogo en vez de la guerra contra la Cuba revolucionaria también han sufrido el terrorismo. Eulalio Negrín, quien hizo un llamado a la reconciliación a fines de los 70, fue asesinado en New Jersey. Carlos Muñiz, un agente de viajes que organizaba vuelos charter a Cuba, fue muerto a tiros en Puerto Rico. En Miami Emilio Milián, un popular comentarista radial perdió sus piernas en un intento de asesinato. Milián estaba en contra del enfoque terrorista para tratar con Castro.
Qué extraño que mientras el Presidente Bush advierte a otras naciones de las consecuencias de brindar refugio a terroristas, él y su hermano dan la bienvenida a una larga lista de hombres que han practicado el terrorismo y juran que continuarán practicándolo contra Cuba. En contraste, los espías condenados no cometieron actos de terrorismo. En su lugar, como muestra la evidencia del juicio, impidieron el terrorismo.
En algún momento un hombre verdaderamente religioso -necesitamos a Martin Luther King en estos momentos- instruirá a los líderes de EE.UU. acerca de las palabras que siguen a "Tratad a los demás..." Hasta entonces haremos una guerra muy contradictoria al terrorismo. Negamos o ignoramos nuestras propias acciones terroristas y nuestra aceptación de los terroristas anti-castristas en nuestro suelo, mientras que predicamos una posición no negociable acerca del terrorismo a todo el mundo.
Cuba ha sido víctima del terrorismo estadounidense durante cuatro décadas. Durante algunas presidencias el terrorismo proveniente de EE.UU. ha disminuido, pero nunca ha cesado totalmente. Incluso durante los años de Clinton el monitoreo por parte del FBI a los violentos exiliados anti-castristas recibieron una pobre prioridad y los fiscales del gobierno no pudieron presentar casos convincentes contra los cubano-estadounidenses acusados de conspirar para asesinar a Fidel Castro, aunque el grupo fue capturado cerca de las costas de Puerto Rico en un barco con fusiles especiales de francotirador y uno de los asesinos admitió la naturaleza de su misión a un funcionario estadounidense.
E incluso cuando el FBI objetó la liberación de José Dionisio Suárez y Virgilio Paz, que se confesaron culpables de conspiración para asesinar a Letelier y Moffitt en el atentado de 1976 en Washington DC, la administración Bush hizo caso omiso de sus objeciones para congraciarse con los fuertes donantes anti-castristas del sur de la Florida.
El enfoque de "Tratad a los otros" funcionó hasta el 11 de septiembre, cuando los estadounidenses comprendieron los verdaderos horrores del terrorismo. Estados Unidos bombardeó a otros países, asesinó a algunos de sus enemigos en el exterior y derrocó a algunos gobiernos extranjeros "desobedientes". El gobierno revolucionario de Cuba sobrevivió al terrorismo de EE.UU., pero su pueblo pagó un precio.
Sin embargo, ni funcionarios estadounidenses ni los medios masivos han transmitido el sentimiento que las autoridades cubanas pueden haber sentido cuando una genuina amenaza terrorista se acerca a su espacio aéreo. En su lugar, Washington aún insiste en que el derribo de los provocadores aéreos de Basulto fue un simple asesinato.
Después del 11 de septiembre los estadounidenses pueden comprender mejor lo que los cubanos sintieron cuando aviones no autorizados penetraron en su espacio aéreo. Pero esa comprensión no le llegó al acusador del gobierno ni al juez en el caso de los cinco espías.
Cuba había enviado a esos hombres a la Florida para defenderse de los terroristas residentes en la Florida porque las autoridades estadounidenses no estaban cumpliendo con su función policíaca.
Los funcionarios estadounidenses se han negado a incluir esta lógica en su contexto de terrorismo. Fresca aún la victoria sobre el Talibán, la administración Bush se complace en una especie de triunfalismo imperial asimétrico.
De manera que nuestro gobierno continúa dando protección a algunos terroristas, como si esta política no contradijera la idea de que el terrorismo es el peor pecado que existe. De vez en cuando algún alto funcionario de EE.UU. nos advierte de otro inminente ataque terrorista, pero ninguno de ellos menciona a los terroristas internos. Un extraño grupo de conservadores en la Casa Blanca que ignoran a Edmund Burke, el abuelo del conservadurismo moderno. "Ustedes se están aterrando a sí mismos con fantasmas y apariciones", alertó Burke, "mientras que su casa es una guarida de ladrones." ########## Saul Landau es director de Medios Digitales y Alcance Internacional en el Colegio de Letras, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Politécnica de California, en Pomona. Su filme más reciente se titula: "Maquila: Un vistazo a dos Méxicos".