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La vieja Europa

8 de septiembre del 2003

Rusia: neoliberalismo vs. sector de la enseñanza

Ariel Dacal Díaz
Rebelión
A raíz de la desintegración de la Unión Soviética y del hundimiento del sistema socialista (1991), Rusia abrazó la opción capitalista con el modelo neoliberal en boga. La subsiguiente debacle económica y cultural que devino de tal "elección histórica" afectó todos los aspectos de la vida de la sociedad y socavó gravemente el sistema de enseñanza a todos los niveles.

Los signos de violencia que han caracterizado a la sociedad rusa en estos años han hecho acto de presencia en las escuelas del país. Prueba de ello fue la necesidad de articular un fuerte operativo de seguridad para dar inicio en el país al curso escolar 2003-2004 el pasado primero de septiembre. Horas antes del inicio del nuevo período lectivo, centenares de expertos en explosivos chequearon los locales, siendo extremas las medidas del tránsito en las inmediaciones de esas áreas, que incluye a las guarderías.

A pesar de que el Estado destinó considerables sumas a los proyectos de seguridad interna de las escuelas, durante todo el resto del año, miles de policías patrullarán esos centros y las vías de desplazamiento de escolares. Autoridades de la capital prevén, incluso, la instalación de detectores de metales en centros de enseñanza.

Pero otro peligro tan mortífero como la violencia física, la violencia contra las mentes, ha sido una constante para los educandos rusos. Como resultado de las medidas llevadas a cabo por el gobierno, se han implantado los nuevos conceptos internacionales en educación marcadamente neoliberales, cuyas prioridades son "eficiencia y calidad" en la enseñanza, y "menos involucramiento del Estado", priorizando un hombre técnico y ejecutivo, poco preocupado por los asuntos sociales.

Aparte de los centros universitarios de enseñanza pública, en los que los estudiantes hacen carrera gratuitamente, han surgido numerosos planteles privados en que las razones comerciales a menudo prevalecen sobre motivos meramente académicos. Ello se refiere, por ejemplo, a los centros de estudios en economía y derecho, muy de moda últimamente, cuyo número supera las necesidades reales que se tienen de especialistas en estas profesiones. A esto se añade que la enseñanza universitaria perdió interés para muchos jóvenes, hubo tiempos en que los centros de enseñanza superior se quejaban de que sus matrículas quedaban incompletas, pues la juventud prefería dedicarse a los negocios.

El Estado, tal y como sucedió en todas las áreas de la vida social, perdió su control en el campo de la educación, concretamente en lo referido a la responsabilidad por los manuales, como a la calidad de la enseñanza y a las garantías de la instrucción gratuita. Otro aspecto nocivo fue la actitud negligente hacia la condición de maestro, cuyo prestigio se ha visto mermado sustantivamente, acompañado de la falta de preparación y actualización de los docentes. Junto al personal de salud, los maestros han recibido los peores pagos.

Gran cantidad de establecimientos escolares han pasado años en condiciones catastróficas como consecuencia de la reducción de los presupuestos destinados por el Estado a la educación, que por añadidura padecieron permanente disminución, lo que produjo además, un atraso en el nivel tecnológico de los establecimientos docentes. Muchas escuelas han debido recurrir a la búsqueda de "patrocinadores" y es de imaginar que muchos de estos generosos donantes no lo son sin alguna contrapartida.

Los cambios acaecidos en el sector educativo soviético, un verdadero orgullo nacional, entre otras cosas por su universalización (con independencia de sus limitaciones y deficiencias), comenzaron en los años de Gorvachov. A la primera medida tendiente a modificar el sistema educativo soviético fue tomada por el Parlamento el 26 de septiembre de 1990, donde se puso fin a la prohibición de la enseñanza religiosa.

Si bien no hubo una reforma integral de esa fecha en adelante, traducida en una ley que haya modificado radicalmente la educación, y declarara las nuevas regulaciones al sector, sí hubo cambios. Se sumaron las instituciones privadas y religiosas, dejando de ser la única alternativa, aunque hegemónico, el modelo estatal y laico. Además, quedaron atrás los contenidos de los planes de estudio tendientes a formar al "nuevo hombre" y la vinculación de las tareas productivas y docentes.

Estos temas, ya dramáticos por si mismos, están conectados con varios fenómenos sociales. Según cifras recientes el 90% de los niños en edad escolar tienen problemas de salud. El 15% de ellos sufren perturbaciones neurofisiológicas. La alimentación de una gran cantidad de escolares es totalmente defectuosa, tanto en sus casas como en los comedores de las escuelas. Además, se estima que tres millones de niños en edad escolar no frecuentan sino ocasionalmente la escuela. Pero sin dudas, la resultante más dramática en tanto regresión es que el analfabetismo, ubicado en el 0.1% en 1985, pasó a 2% en 1997, y las circunstancias en que vive el país son más propensa al aumento que a la disminución de esta cifra.

En el 2001 el gobierno encabezado por Putin presentó un proyecto de reforma a la enseñanza que intentaba recoger las esperanzas de que la situación fuera mejorando progresivamente. Se han asignado recursos para el sector, invertidos en la reparación de escuelas y el equipamiento de otras. Por el inicio del curso 2003-2004 se entregaron 279 escuelas nuevas en todo el país, 39 más que en igual etapa del pasado año, y un alto porcentaje de centros recibieron reparación capital.

El Ministerio de educación se propone introducir exámenes de informática y conceder subsidios para la adquisición de computadores y su conexión a Internet. Prevé aumentar los gastos en educación desde un 3,5 al 4,5 por ciento del PBI. Pero la preocupación del gobierno por este sector dista mucho de las necesidades, de lo que da fe la propuesta de presupuesto para el 2004, donde la educación se ubica en el número catorce en la lista de prioridades.

El objetivo más importante de esos fondos, se supone, es que alcanzarán para conservar la gratuidad de la educación escolar. En ese mismo esquema a las escuelas se les permitirá oficialmente ganar dinero complementario. Con la gratuidad del proceso docente general, las escuelas podrán prestar algunos servicios por dinero (trabajo de repetidores, organización de círculos de interés, etc.).

Como contra cara de la mencionada reforma, al redefinir el estatuto jurídico de los establecimientos de enseñanza, las escuelas pierden totalmente el estatuto de establecimientos "estatales" y se definen como "organizaciones", lo que abre las puertas a la multiplicación de estatutos de establecimientos y desencadenará la participación del sector privado, actualmente poco desarrollado, como parte de la norma neoliberal de la no intervención estatal en los asuntos concernientes a la educación.

De ese modo se delega la administración de los establecimientos a nivel de las regiones, lo que podría derivar en el aumento de las desigualdades entre las ricas dispuestas a su financiación y las pobres fundamentalmente dependientes de subvenciones del centro. Más descentralización y asimetría en el desarrollo.

Los aumentos de salarios, débiles ya de por sí, serán revisados hacia abajo. También se asiste a un desmantelamiento de los sistemas de jubilación existentes para poner en su lugar un nuevo fondo de jubilaciones exclusivo de los educadores.

Lo esencialmente cierto es que, el gobierno de Putin, como parte de su política real, afianza, legaliza y ordena en marcos jurídicos los cambios que se han venido sucediendo en Rusia desde el fin de la URSS, marcadamente neoliberales, dentro de los cuales el sector de la enseñanza es una presa vital.