La vieja Europa

El estado español se queda sin 62 soldados "humanitarios"
Carne de cañón

Pascual Serrano
Tragedias como la muerte de 62 soldados españoles al estrellarse el tercermundista avión que les transportaba cuando volvían de Afganistán dejan en evidencia la hipocresía de muchos gobernantes y líderes de opinión.

Quienes se llenan la boca pregonando la nueva labor humanitaria de nuestros ejércitos frente a su tradicional función guerrera quedan ahora en entredicho cuando podemos ver cuáles son los criterios de asignación de recursos. Los soldados que bombardean Afganistán, Yugoslavia o Iraq no corren peligro en sus F-18, ellos tienen la imprescindible función de matar, no se pueden regatear fondos. Sin embargo, cuando esa función pasa a segundo plano, los soldados son ganado que se transporta en aviones de desecho a precio de saldo. Ellos son sustituibles y baratos, no así los bombarderos.

Para nuestras exhibiciones, la última cinco días después de la tragedia, alarde de helicópteros, cazabombardeos F-18, aviones Fokker y CASA 212 y C-102. Para trasladar a una sola persona, el presidente y el rey, impecables DC-10. Sin embargo para los soldados, aviones de desguace sub-subcontratados a una empresa ucraniana a precio de saldo. ¿Puede haber mayor insulto?.

Fuentes del sector de los pilotos aéreos ha revelado que tres DC-10 llevan cinco meses parados en el aeropuerto de Málaga. Cuentan con más de 200 plazas y con autonomía para diez horas de vuelo ininterrumpidas. Están en perfecto estado porque Iberia se sigue encargando de su mantenimiento. Quizás los aviones ucranianos salen más baratos, aunque esos aviones ya no parecen tan adecuados cuando se trata de trasladar a la Selección Español de Fútbol, para ellos está Iberia, igual que hizo dos viajes Seúl-Sevilla y Sevilla-Seúl totalmente vacíos.

Dice el ministro Trillo que otro tipo de aviones comerciales como los de Iberia no pueden viajar a esos sitios porque son zonas de conflicto y no tienen autorización. ¿Y quién da la autorización?. No será el gobierno títere de Afganistán ,que es quien menos pinta en todo esto.

Será la OTAN o EEUU, o sea quienes nos piden que vayamos. ¿Por qué Holanda sí utiliza sus Boeing 757 de Air Holland en sus viajes a Kabul, tal y como revela la revista Airliner World? La subcontratación de este tipo de aviones responde a los criterios y métodos de siempre.

Mucho dinero para lo que interesa –la tecnología para matar- y poco y recortado por sustanciosas comisiones para subcontratistas cuando se trata de simples vidas de desgraciados. Eso sí, para algunos es un buen negocio. Veamos un ejemplo. La Xunta de Galicia contrató en 1998 mediante concurso público 9 helicópteros de extinción de incendios a la Unión Temporal de Empresas (UTE) HELICSA-HELICEUROPA para las campañas 1998, 1999 y 2000 por 1.367 millones de pesetas. La citada UTE se limitó a subcontratar el trabajo con la polaca HELISECO por 713 millones a costa de malas aeronaves, bajos salarios y contratos precarios para extranjeros sin derechos sociales. Resultado: 654 millones de ganancias a costa del erario público por presentar unos papeles en un concurso público (www.aviaciondigital.com).

Después de la tragedia, medallas al valor, consideración de héroes y pésames para las familias.

Parece que los siglos de la historia no hubieran pasado por los cuarteles.

No nos engañemos, los ejércitos son para lo que son, por mucha campaña de supuesta labor humanitaria, tragedias como ésta nos muestran la prioridad que tienen las supuestas funciones de paz. Por eso cuando veamos embarcar a soldados armados, con uniformes de camuflaje y subiendo en portaviones y bombardeos, y después escuchemos las estadísticas de enfermos asistidos y heridos curados y les veamos fotografiados rodeados de niños, pensemos que algo no cuadra. Yo a los enfermos siempre creí que los atendían gente con batas y zuecos, no con casco y fusil. Si no se gastan el dinero o lo despistan para trasladar a los soldados españoles, imaginemos la generosidad de nuestro gobierno en instrumental quirúrgico y medicamentos con los civiles extranjeros a los que, dicen, vamos a socorrer.

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