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La vieja Europa

Cumbre del Grupo de los 8 (G8)

Entre la paranoia y la militarización

Por Sergio Ferrari, desde Ginebra, Suiza

A escasos días del comienzo de la Cumbre del Grupo de los 8 (G) en Evian, Francia, la paranoia de los organizadores aumenta cada segundo y los derechos humanos caen a pique en la bolsa de valores de esta debilitada democracia europea.
Como nunca visto hasta ahora, las ciudades suizas de Lausana y Ginebra, a escasos kilómetros por barco o por autopista de su vecina Evian, van tomando la forma de ciudades-fuertes totalmente enmuralladas del medioevo.
Al interior de las mismas, numerosos negocios especialmente ligados a transnacionales, al estilo de los Mac Donalds, han cambiado en horas de aspecto. Abandonan los colores atractivos de sus vidrieras por láminas protectoras, desmontan los carteles luminososos y signos distintitivos y anticipan cerrar sus puertas por casi una semana para evitar la « ira potencial» de los altermundialistas.
Casi la mitad de los banqueros automáticos del centro ginebrino, por donde el primero de junio desfilará la manifestación europea de protesta, estarán cerrados y sin dinero; centenares de negocios anuncian el cierre de sus puertas por varios días; los empresarios se arrogan el derecho de dar asueto a sus trabajadores sin remuneración alguna (y a cuenta de vacaciones) y muchos de los servicios públicos esenciales, desde la distribución del correo hasta los buses y trenes sufrirán profundas alteraciones tal como lo anticiparon las autoridades del ramo.
Amplias zonas de seguridad en las dos capitales cantonales, infranqueables para el ciudadano común, ganan espacios detrás de alambre de púa y los repetidos puestos de control que se han ido montando durante los últimos días. La militarización es completa . El puerto de Ouchy, en la costa lausanesa del Lago de Léman, residencia de varios de los gobernantes del sur invitados (entre ellos los de Brasil y México) es ya una zona totalmente ocupada por efectivos de seguridad.
Bromas del destino aparte: los 3 mil periodistas (muchos de los cuales suizos) que cubrirán la Cumbre y las actividades y foros alternativos podrán acceder al puerto helvético de Ouchy... ¡siempre y cuando lleven consigo una acreditación de prensa otorgada por el gobierno francés! Pequeño matiz de una gran globalización centralizada del poder, del control de la prensa y de la histeria.
HISTERIA MILITAR Casi 30 mil efectivos policiales y militares franceses y suizos serán movilizados para asegurar la cumbre del G8. Sin menospreciar los 1000 policías antimotines alemanes que por un costo de casi 3 millones de dólares han hecho el viaje a Ginebra para reforzar las fuerzas policiales helvéticas con pánico y complejo de inferioridad.
30 mil efectivos oficialmente reconocidos para una población « afectada» de no más de 600 mil habitantes (incluyendo Evian, y la línea Lausana-Ginebra).
Proporcionalmente, como si las autoridades de Porto Alegre hubieran movilizado a 45 mil efectivos de seguridad durante el último Foro Social Mundial o si Buenos Aires o el Distrito Federal mexicano, (ambos con mucho más de diez millones de habitantes) deberían moviilzar no menos de 500 mil efectivos de militares y policías en caso que se convocara a una manifestación de protesta ciudadana... previamente acordada entre organizadores y gobernantes.
En la segunda quincena de mayo, tanto las autoridades suizas de los cantones interesados como las francesas han firmado con los convocantes de las actividades alternativas (Foro Social de la región del Léman; Colectivo de la Alta Saboya contra el G8; Colectivo de París y Comité anti-G8 de Lausana) documentos de acuerdo sobre el recorrido y la naturaleza de la manifestación del domingo primero. Varios de esos colectivos han hecho públicos pronunciamientos sobre el caracter no-violento de la protesta, llamando incluso a eventuales grupos radicales a abstenerse de cualquier hecho que pueda ser considerado como provocación.
A pesar de compromisos políticos y de acuerdos de caballeros, el dispositivo desplegado de 30 mil efectivos de seguridad trinacionales (galos, helvéticos y alemanes); las baterías anti-misiles instaladas en torno de Evian y el vuelo permanente de más de 70 aparatos aéreos que controlarán por varios días el espacio aéreo de esa región, crean un clima de militarización antidemocrática que puede operar , en sí mismo, como causa de provocación.
TODO ESTO...¿PARA QUE? Semejante ambiente de « Apocalipsis Now » en el mero corazón de la *democracia directa* europea para un solo objetivo: permitir reunirse *con tranquilidad* al grupo de los países más poderosos del planeta durante menos de tres días. Los gobernantes de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Italia, Japón, Francia y Alemania, así como la colada de última hora, Rusia, debatirán temas de actualidad en un escenario político denunciado por el movimiento alter-mundialista.
Que cuestiona al G8 por *ilegal* e *ilegítimo*; que entiende a ese Club *privado* como una iniciativa que tiende a debilitar aún más las ya agónicas instituciones de Naciones Unidas; que percibe que ahí se cocinan, sin ninguna consulta a la comunidad planetaria, buena parte de los planes de acción y ajuste en terrenos tan sensibles como el económico, el ambiental o los derechos sociales.
Con el agravante que , mientras la histeria militar crece -aumentando el clima de preocupación y miedo de los habitantes -, las organizaciones alter-mundialistas, desde hace semanas, han anticipado el programa de actividades propositivas de reflexión e intercambio. Foro de discusión sobre la Globalización; encuentro del movimiento social europeo; Tribunal Internacional sobre la Deuda; Contra-Cumbre organizada por los ONG internacionales en la cercana Annemase francesa; debate « Del G8 a Suiza » convocado por sus pares helvéticas... por citar sólo algunas.
Si la paranoia es mala consejera, la histeria militar es tal vez la peor enfermedad contemporánea de los que ejercen el poder mundial. Mucho peor, todavía, el ser un mal perdedor en el juego de las ideas y cosmovisiones.
Historia repetida desde Seattle hasta Evian (Lausana, Ginebra), pasando por Génova , Florencia y Davos: el intento de descalificar al pensamiento diferente; de obstaculizar la búsqueda de alternativas y de deslegitimar la participación ciudadana ascendente en todo el planeta.