7 de marzo del 2003
Felipe II y Jose María I
Pedro Bolívar Reverte
Desde los primeros anuncios de catalogación de Irak como miembro
permanente del "eje del mal" hasta las últimas maniobras de presión
de los EEUU sobre los miembros del Consejo de Seguridad más dependientes,
han quedado patentemente claras las intenciones del presidente Bush II sobre
su propuesta invasión de Irak. Se trataría de controlar las segundas
reservas mundiales de petróleo, de lograr la expansión y seguridad
de Israel y del control general de la zona y del mantenimiento a largo plazo
de su supremacía mundial.
Aún cuando nuestra credulidad rayara en la candidez, resulta imposible
creer ninguno de los otros argumentos esgrimidos por la administración
de los USA: Peligrosidad del régimen de Saddam, alianza de este con el
terrorismo de Al Quaeda, posesión de armas de destrucción masiva,
incumplimiento sistemático de las resoluciones del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas, intento de atentado contra el papá de Bush II,
etc.
En cambio, en todo momento me ha sido imposible entender el alineamiento guerrero
de José Maria Aznar, cómo supongo le ha ocurrido a otros muchos
conciudadanos españoles, aunque finalmente, gracias a su intervención
ante la Junta Directiva Nacional del PP, podemos comenzar a vislumbrar sus "razones".
Dice Aznar:
"Cuando en el mundo ocurre algo importante, España ya no está
sentada en un rincón.
No queremos ver a España sentada en un rincón de la Historia,
en el rincón de los países que no cuentan, que no sirven, que
no deciden" y, más adelante criticó "a los que juegan a dividir
al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o a la Alianza Atlántica
o pretenden tener el monopolio de la voz europea". Dicho de otra forma: España
¡una, grande y libre!. Pero si analizamos profundamente su filosofía
resulta aterradora. En primer lugar, constata que hay países que ni cuentan,
ni ¿sirven?, ni deciden y que están en un rincón de la Historia
y en vez de intentar analizar las razones que nos han llevado a tanta injusticia,
propone que seamos nosotros quienes contemos, valgamos y decidamos por ellos
–siempre y cuando esas decisiones correspondan a los intereses de la administración
ultraderechista de los USA, claro- y, en segundo lugar, quiere ver a España
en su sitio, ¿cuál?, ¿el cuarto o quinto eslabón de la cadena
imperialista?. Lo cierto es que España dejó de estar en el rincón
de la Historia a partir del fallecimiento del dictador y la recuperación
de la democracia, del ingreso en la CEE y de la dinamización de una política
exterior de acercamiento al área mediterránea, los países
árabes y América latina. Pero la megalomanía imperial es
peligrosa. De momento ya se han cometido los siguientes desaguisados gracias
a los afanes de grandeza del Sr. Aznar:
Ruptura de un mínimo consenso en la política exterior de la UE,
distanciándose de la posición franco-alemana y de los propios
acuerdos de consenso de la Unión.
Distanciamiento de Francia, el país que más ha ayudado y puede
ayudarnos en la lucha contra el terrorismo de ETA. Distanciamiento de Alemania,
tras años de aprovechar las ayudas para el reequilibrio de las regiones
europeas, casi todas ellas aportadas por esa nación, y gracias a las
cuales ya no estamos "en el rincón de los que no cuentan".
Apuntillamiento de las buenas relaciones con los países árabes
que han presidido durante años la política exterior española,
y que sí le habían permitido jugar un papel importante en la escena
mundial –como mediador, por ej. entre palestinos e israelíes en las conversaciones
de Madrid-.
Aparecer cada vez más ante los pueblos latinoamericanos cómo imperialistas
de nuevo cuño –cuando aún recuerdan el de viejo cuño-,
en vez de país hermano, posible puente con la UE.
Apoyo al desprestigio más absoluto de las NNUU. Cuando se presenta una
resolución conjunta, pero el firmante más poderoso de la misma
dice explícitamente que si no la aprueba el Consejo, éste habrá
hecho dejación de sus deberes y, por tanto, actuará al margen
del mismo, se está contribuyendo a la aniquilación de las NNUU,
en la misma forma en que Mussolini y Hitler eliminaron a la Sociedad de Naciones
a base de invadir Abisinia y Albania, anexionarse los Sudetes o Austria, etc.
Pero lo peor es que resulta un sueño –pesadilla para la mayoría
de los españoles- imposible. En un mundo unipolar, sólo el conjunto
de la UE podría ser un contrapeso de multilateralidad a los USA, que
sin dejar de ser un eslabón poderoso de la cadena imperialista, al menos
expresaría otra cultura y otro desarrollo social, otros intereses y,
quizá, un marco más apropiado para la presencia de las perspectivas
y luchas de la izquierda. Por el contrario, el papel que el supuesto José
Maria I está asumiendo en el mundo es el de correveidile de Bush II.
Al final, los delirios de grandeza se reducen a querernos convertir en los palanganeros
de los EEUU, como ya logró en otro tiempo la excelsa figura del dictador
con el único propósito de mantenerse en el poder. Y tristemente,
en los palanganeros de una guerra injusta, tanto si está avalada como
si no lo está por el C. de S. -que no puede estarla-. Una guerra injusta
que introduce el perverso concepto de guerra preventiva contrario al
derecho internacional.
Una guerra contra el dictador Saddam (¿es posible una guerra contra un solo
hombre?) pero que va a causar miles de víctimas inocentes, desplazamientos
masivos, hambre, sangre y destrucción.
En concordancia con esa "España grande" no es de extrañar que
la "España una" presida el rancio nacionalismo centralista español
que el Sr. Aznar está desarrollando, fundamentalmente en el País
Vasco y que está llevando a Euskadi –con la inestimable ayuda de ETA
y acólitos- a un enfrentamiento civil cada vez más peligroso,
a una atmósfera política irrespirable, a una partición
por la mitad de la sociedad vasca, a una verdadera guerra de trincheras justo
cuando más necesaria es la unidad de todos los demócratas frente
al terrorismo de ETA.
Convengamos que a estas alturas nadie puede llamarse a engaño, por muchas
argucias que utilice, de los fines políticos del presidente. Por eso
mismo queda meridianamente claro que los 183 diputados del PP han votado a favor
de la guerra y de la muerte, quizá recordando el grito de Millán
Astray ¡viva la muerte!. Desde luego han logrado pasar a la historia, pero a
la historia general de la infamia.
Si tras la guerra de Irak aumentan el odio y la desesperación entre los
ciudadanos de un Oriente Medio históricamente maltratado, aumenta la
irracionalidad terrorista frente a los tratos desiguales –recordemos que Israel
posee 200 cabezas nucleares y no ha acatado decenas de resoluciones del Consejo
de Seguridad de la ONU-, también sobre estos hechos tendrán su
cuota de responsabilidad. Parece que la actual mayoría parlamentaria
con José María I a la cabeza han hecho suyas las cínicas
y falsamente justificativas palabras del Harry Lames de el tercer hombre:
"En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia, no hubo
mas que terror, guerras y matanzas, pero surgieron Miguel Angel, Leonardo da
Vinci y el renacimiento; en Suiza por el contrario, tuvieron 600 años
de amor, democracia y paz y ¿cuál fue el resultado?: El reloj de cuco"
Obligados a elegir, preferimos el amor, la democracia, la paz y ¡el reloj de
cuco!