5 de diciembre del 2003
Los presupuestos españoles dedican 6.495,38 millones de euros para Defensa el próximo año, un 4,55% más
Revista Fusión
Que el mundo es hoy un lugar más violento se pone de manifiesto sólo con observar los beneficios que produce la venta de armamento. En nuestro país la dotación para el Ministerio de Defensa ha crecido un 4,55% con respecto al año pasado, aunque los ciudadanos se hayan declarado en contra de las guerras en manifestaciones masivas.
El 11-S cambió muchas cosas, pero fundamentalmente puso a todos los países a la defensiva. La diplomacia como sistema para evitar las guerras se derrumbó definitivamente, y en su lugar se instaló el viejo pensamiento de siempre: contra los violentos hay que armarse hasta los dientes; que sepan que con nosotros no pueden, y si hay que hacer alguna demostración de poderío militar, se hace sin atenerse a las consecuencias. Sin duda la fuerza militar exige grandes dosis de dinero, así como alimentarla de valores como el patriotismo, la fuerza bruta y en última instancia, el miedo. La diplomacia por su parte pone sobre la mesa mucha más implicación personal y más sabiduría, una estrategia mental y la contemplación de ambas partes. Como indicaba Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz, en una carta publicada por un diario nacional: "Una diplomacia de paz es lo contrario del simplismo, el reduccionismo analítico, el exhibicionismo muscular y el comportamiento unilateral, tan apreciado por Estados Unidos y algunos de sus fieles aliados. La diplomacia de paz, por el contrario, entiende el fondo del conflicto y sus raíces, conoce los elementos simbólicos de los actores, busca alianzas para el tratamiento correcto del proceso, pone en marcha todo el espectro de modalidades de facilitación, marca tiempos correctos, se esfuerza en encontrar lo aceptable para todas las partes, utiliza sabiamente la diplomacia paralela para posibilitar la prenegociación, promueve medidas de confianza, conoce y respeta el contexto cultural de las zonas de conflicto y entiende el valor de los gestos de conciliación, entre otros muchos aspectos". Todo eso se ha acabado. Y como tampoco hace falta irnos muy lejos para apreciarlo, nos quedamos en nuestro propio país.
Gastos ofensivos
Hablemos de presupuestos, de dinero, de partidas económicas. El 1 de octubre de 2003 se presentaban las cuentas del Estado para el año venidero: la política de Defensa obtenía 6.495,38 millones de euros, un 4,55% más que el año pasado; el presupuesto prevé las nuevas inversiones para adquisición de armas. Todo muy claro, hasta que sigues leyendo y aprecias que hay dos elementos que no refleja el presupuesto, como son la investigación que se dedica a Defensa y la participación de las Fuerzas Armadas en operaciones de mantenimiento de paz. Aunque indican que a priori este último gasto no se puede predecir, nos remitimos al mes anterior, cuando el ministro de Defensa, Federico Trillo declaraba que el coste del actual contingente militar español en Irak enviado tras la guerra asciende a 64 millones de euros. Y suma y sigue porque nos quedan los gastos en investigación. Para conocerlos recurrimos a Jordi Armadans, presidente de la Fundació per la Pau, "el conjunto de gasto de investigación científica se reparte entre los ministerios. Dentro del Ministerio de Ciencia y Tecnología hay una partida muy importante que es un concepto de uso, inversión y desarrollo tecnológico, y dentro de este programa hay más de 1.000 millones de euros mensuales que van dedicados a programas militares. Con lo cual vemos que la partida mayoritaria de gasto científico-militar está escondida en este Ministerio, pero es que además este dinero no resiste el análisis porque la mayoría se emplea en créditos a empresas militares para que desarrollen sus productos, con lo cual incluso es discutible que sea investigación científica militar.
Probablemente es ayuda a la producción armamentística directamente".
¿Por qué ocultar las cifras?
Desde el gobierno se da un mensaje claro: tenemos posibilidades de ser agredidos y debemos responder a esas amenazas mediante el fortalecimiento militar. Si está tan seguro de sus afirmaciones, la duda está en por qué se esconden las cifras en diferentes partidas. La respuesta la dan las manifestaciones masivas que tuvieron lugar contra la guerra de Irak, que revelan que el pueblo no apoya las guerras ni el uso de armas. En palabras de Armadans "creo que hubo tres elementos que provocaron ese rechazo de la opinión pública: que no estaban a favor de la guerra, que se intentaba justificar faltando al respeto de la inteligencia básica, y el hecho de que nuestro gobierno fuera uno de los que lideraran la guerra. Parte de la sorpresa que se llevó el gobierno con esa gran movilización fue ver que hay más reflexión crítica acerca de que el militarismo no es una solución, sino un problema que aumenta los problemas que existen". Otra manera de observar que el militarismo es impopular en España son las cifras de soldados profesionales, que actualmente son 70.160, muy lejos de los 102.000 efectivos que son el límite mínimo establecido para el actual modelo de profesionalización. Por mucho que Defensa aumente un 20% el sueldo a los soldados para estimular a los jóvenes el sentido patriótico, éstos no se alistan por muchos problemas de vivienda y paro que tengan. Con todos estos datos sobre la mesa, el gobierno sabe que la ciudadanía no apoya la compra de armas y camufla las cifras. El presidente de Fundació per la Pau lo resume así: "El gobierno además de tener una política militarista, tiene una política en absoluto transparente y en absoluto razonable desde un punto de vista técnico. Por otro lado si lo esconde es porque no está convencido de que la ciudadanía lo acepte, porque si no lo haría como se debe hacer, que es a las claras. Y aún más grave es que en todos estos aspectos el gobierno español siempre se refiere a Europa, la OTAN y el mundo entero y en cambio para hacer los números no sigue los criterios ni utiliza el método que por ejemplo emplea la OTAN para calcular el presupuesto militar. Con lo cual no es nada europeísta ni nada de lo que presume siempre".
El gobierno sabe que la ciudadanía no apoya la compra de armas y camufla las cifras.
¿Son necesarias las armas?
Sigue sobre el tapete de los gobiernos la pregunta candente, si para defenderse es necesario tener armas o si para evitar las guerras hay que invertir el dinero en más justicia social, en reforzar las democracias, en potenciar la igualdad entre los ciudadanos. Y si nos dedicamos a armarnos, ¿qué tipo de armas debemos comprar? Nuestro gobierno compra o promueve la investigación de aviones, fragatas, carros de combate, helicópteros, submarinos, misiles, etc. "Todo ello tiene un elemento a añadir a la reflexión, dice Armadans. Se trata de armamento bastante ofensivo, con lo cual incluso desde una perspectiva razonable de la defensa pues no es el tipo de armamento para defender España de un posible ataque. No es lo más adecuado, cuando se nos dice que necesitamos todo ese arsenal militar para hacer frente a posibles amenazas exteriores". Sin embargo, si realmente deseamos la paz hay que volver de nuevo los ojos hacia el diálogo y sobre todo hacia la justicia. Porque no habrá paz sobre el planeta mientras siga habiendo injusticias, diferentes raseros para medir a los pueblos... Y para eso los gobernantes y los diplomáticos deberían luchar por los pueblos y no por su propio beneficio y reconocimiento personal. Como indicaba Vicenç Fisas, la paz exige mucho más esfuerzo personal que las guerras. Éstas son la medida de nuestra incapacidad?