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La vieja Europa

SOBRE LOS INTELECTUALES SOCIALDEMOCRATAS
Y LA LÓGICA NATURAL

CADIZ REBELDE

Desde hace algunos meses asistimos a la proliferación de libros con un contenido político explícito. Es evidente que desde la cacareada transición no había tal oferta, y llama la atención dado el distanciamiento de buena parte de la población con la cosa pública en general, y con la política en particular. Se trata de dos tipos de libros, los de la vieja guardia opusiana que mantiene viva la idea de una España grande y libre (y a los que no nos vamos a referir aquí por mera salud mental), y por otro, un ejercito de plumillas socialdemócratas, que preocupados por el presente de esta corriente política, se lanzan a llenar hojas sobre las diferencias que tienen con la derecha de toda la vida, para alentar y animar a su electorado cada vez más esquivo, más abstencionista, más incrédulo ante el hecho de que se critica en la oposición lo mismo que se hace cuando se gobierna, más contagiado del desinterés ante la evidencia de la similitud de los programas, y de la actuación de sus políticos cuando han tenido, o tienen, responsabilidad de gobierno, donde se convierten, en suma, en meros gestores y protectores del status quo capitalista.

Ante este recelo electoral, es natural que sonara la voz de alerta de los estrategas, y hayan tenido que poner en movimiento a los auto definidos como intelectuales de izquierda (en realidad sujetos que deben calidad de vida y favores, como cátedras, publicación permanente de libros y artículos, participación en tertulias bien remuneradas, puestos de funcionarios varios, incluso lugares de poder e influencia en empresas privadas) a publicar y difundir las bondades de los suyos en contra de las del otro (¿?). Este debate falso en su génesis, ya que ambos defienden lo mismo, forma parte del gran teatro ideológico institucional, que se resume en "dentro del sistema todo, fuera del sistema sólo hay terrorismo y marginación". En este contexto queda prohibido cuestionar si vivimos en una democracia más allá de votar por partidos pro-sistema, si hay libertad más allá de la de empresa, si hay igualdad en cualquiera de los campos esenciales de la vida. La realidad virtual va incluso más allá y transmite como lógica natural (y divina), pero en cualquier caso incuestionable, que existen clases sociales, una monarquía, especulación con la vivienda y la salud, recortes en la educación, fronteras a la emigración, sumisión del poder judicial al legislativo, o que se hagan guerras para levantar alicaídas economías. Cuestionar es ser desagradecido con un sistema que nos permite comer todos los días y dormir caliente, porque donde no lo hacen es seguramente por falta de empuje empresarial y por corrupción intestina, que así de un plumazo y con poca vergüenza, se suele argumentar y despachar sobre la pobreza en el tercer mundo.

Estos intelectuales del engaño piensan que con dos sonrisas mirando de frente a la cámara, y una buena dosis de amnesia para que no recordemos lo que hacían -cuando ellos, los lustrosos socialistas light de cuenta corriente generosa, gobernaban-, ya tenemos un nuevo y excelente programa electoral socialdemócrata para ir barrio a barrio asustando del peligro de que siga gobernando la derecha (ja), y la necesidad de un voto útil concentrado en la mejor opción de progreso (también ja). En eso está trabajando el ejercito de sus intelectuales a sueldo.