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La vieja Europa

15 de enero del 2003

Una presa política de izquierdas se convierte en la víctima mortal 107 de la mayor huelga de hambre en Turquía

Dogan Tilic, Estrella Digital

Ozlem Turk formaba parte del último grupo de 27 convictos que prosiguen en huelga tras casi dos años y medio de ayuno
Una militante de izquierdas se convirtió anteanoche en la 107 víctima mortal de la huelga de hambre que presos políticos turcos mantienen desde octubre del 2000 y que es la más larga y mortífera de la historia.
Ozlem Turk, de la organización Izquierda Revolucionaria (IR), falleció tras varios días de agonía en un hospital de Ankara y formaba parte del último grupo de 27 convictos que prosiguen en huelga tras casi dos años y medio de ayuno.
Según informaron a EFE fuentes de la Asociación Turca de Derechos Humanos (ATDH), 17 de esos presos, de los que ocho están hospitalizados y nueve continúan en centros penitenciarios, se encuentran "en estado crítico", por lo que el número de muertos debido a la huelga "puede aumentar en los próximos días".
La misma organización indicó que una decena más de presidiarios conservan un estado de salud "aceptable", aunque siguen sin querer ingerir alimentos, y se les proporciona algunas vitaminas, sal y agua con azúcar con el propósito de prolongar su vida.
La huelga de hambre se inició el 20 de octubre del 2000, en protesta por la decisión del Gobierno de trasladar a cárceles de alta seguridad a los presos de varios grupos izquierdistas, principalmente la IR y el Ejército Revolucionario de Liberación de los Campesinos Turcos (ERLCT). Según denunciaron entonces los condenados, su traslado a celdas en las que sólo tienen cabida uno o dos convictos incrementaba el peligro de que fueran sometidos a torturas, motivo por el que declararon la huelga.
Pese al inicio de la acción, la policía trasladó el 19 de diciembre de ese año a los reclusos a las prisiones de alta seguridad, en una operación en la que se produjeron numerosos actos violentos y 30 presos y dos agentes perdieron la vida.
El primero de los fallecidos por la huelga de hambre murió el 21 de marzo del 2001 y, posteriormente, el presidente turco, Ahmet Necdet Sezer, ha utilizado sus poderes de gracia para indultar a más de 300 presos que ya sufrían graves efectos del ayuno.
Daños en la salud "irreparables"
Algunos de los indultados padecían daños irreparables, como la perdida de la memoria y atrofias cerebrales debido al largo periodo sin recibir líquidos y comida. Grupos de defensa de los Derechos Humanos, Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), partidos izquierdistas e intelectuales independientes han redoblado en los últimos tiempos sus llamamientos para que se tomen medidas a fin de salvar a los supervivientes.
El Parlamento turco tiene previsto adoptar en breve una ley para obligar a los huelguistas a ingerir alimentos aún contra su voluntad, y la gestión de la crisis es uno de los principales desafíos al que se enfrenta en materia humanitaria el nuevo Gobierno de Ankara, de tendencia integrista islámica moderada.
"No se trata de un acto de suicidio. La experiencia les ha ido enseñando poco a poco a sobrevivir con lo mínimo. Es un caso único que merece ser estudiado", explicó la presidenta de la Unión de Médico Turcos (UMT), Fusun Sayeck, al ser interrogada sobre cómo podían continuar con vida quienes persisten con su silenciosa y mortal acción de protesta.