19 de septiembre del 2003
Para hacer efectivo el pago de la deuda en el 2004 y conseguir un superávit fiscal del 3% es indispensable congelar el gasto público actual y los salarios de los trabajadores estatales y jubilados
Argentina: ¿A quiénes beneficia el acuerdo con el FMI?
Editorial El Militante nº4
Tras meses de negociaciones, el gobierno argentino y el FMI alcanzaron finalmente
un acuerdo. Todos los medios de comunicación burgueses lo celebraron,
calificándolo como un "triunfo" político de Kirchner. Aunque Kirchner
transmitió una imagen de estadista que no se dejó doblegar por
el FMI ni por las presiones de bancos y empresas privatizadas, realmente las
condiciones exigidas inicialmente por el FMI eran utópicas e imposibles
de cumplir, dada la situación lamentable del capitalismo argentino y
el ambiente social entre las masas. Un recorte salvaje en los gastos estatales
y subas desproporcionadas de las tarifas conducirían directamente a una
nueva explosión de las masas. Esto era lo decisivo en la actitud de Kirchner
y los sectores más inteligentes de la burguesía argentina. En
realidad, fue la presión del gobierno de los EEUU sobre el FMI lo que
forzó la firma del acuerdo.
EEUU estaba preocupado porque el fracaso del acuerdo pudiera provocar una desestabilización
en todo el área, habida cuenta de las dificultades de Brasil y otros
países para salir de la recesión económica. También
EEUU necesita fortalecer su posición de cara a las negociaciones sobre
el ALCA y los subsidios agrícolas que lo enfrenta a países latinoamericanos
como Brasil, Venezuela y otros. Pensaban que una ruptura de las negociaciones
con el FMI podría acercar aún más a la Argentina a ese
bloque de países. Con la firma del acuerdo, EEUU espera obtener una recompensa
más adelante.
Qué se firmó con el FMI
Según el acuerdo firmado, Argentina se compromete a ajustar el gasto
público en el 2004 para alcanzar un superávit de las cuentas del
Estado equivalente al 3% de la riqueza nacional (PBI); esto es, 4.200 millones
de dólares (unos 12.750 millones de pesos). Este dinero se dedicará
íntegramente al pago de la deuda. Una parte se dedicará al pago
la deuda "interna" (es decir, la parte de la deuda que se tiene con organismos
y acreedores residentes en Argentina) como se venía haciendo hasta ahora,
y otra parte pagará la deuda pública "externa" con los organismos
capitalistas internacionales (FMI, Banco Mundial y otros).
La deuda que se tiene con los organismos antes citados (vencimiento de Us$ 21.610
millones hasta el 2006) se refinancia con un aumento de los intereses, 2.100
millones, que hay que pagar en efectivo entre el 2004 y el 2006. Así,
no sólo no se achica la deuda con estos organismos sino que aumenta en
Us$ 2.100 millones más.
Realmente este acuerdo con el FMI fue un acuerdo de "mínima". Lo fundamental
se patea para adelante. Así, la parte de la deuda externa que está
en cesación de pagos ("default") y que permanece en manos de bancos,
inversores y acreedores extranjeros (unos Us$ 100.000 millones) se negociará
hasta mediados del 2004 para ver cuándo renovar el pago. El gobierno
argentino quiere obligar a estos acreedores a que acepten una reducción
(quita) de esta deuda y pagarles a partir del 2007. Pero los acreedores no aceptan
esto. También está por definir qué superávit de
las cuentas públicas dedicará el gobierno argentino para el pago
de la deuda en el 2005 y el 2006. Mientras el gobierno insiste en el 3%, el
FMI exige el 4% ó más. Esto traerá enormes tensiones y
conflictos durante todo el 2004.
Cómo afecta al gasto público y al salario de los trabajadores
estatales
Para hacer efectivo el pago de la deuda en el 2004 y conseguir un superávit
fiscal del 3% es indispensable congelar el gasto público actual y los
salarios de los trabajadores estatales y jubilados. El gobierno ya afirmó
que ni los trabajadores estatales ni los jubilados percibirán ni un peso
de aumento en sus haberes en el próximo año. Después de
una década sin subas salariales y con una pérdida del poder adquisitivo
de más del 60% en un año y medio, se puede ver a las claras a
costa de quiénes se paga la deuda. Habrá dinero para banqueros
y prestamistas usureros, pero no para trabajadores y jubilados.
Pero junto a esto, lo más llamativo es que el famoso plan económico
"keynesiano" de Kirchner se reduce a la nada, al reducirse necesariamente los
recursos estatales destinados a reactivar el tejido productivo del país.
Ya hubo una reducción presupuestaria en el famoso Plan de Obras Públicas
anunciado a finales de mayo, y en lugar de los 6.000 $ millones comprometidos
para este plan en 3 años (que ya era una cantidad insuficiente para producir
una reactivación económica sustancial) ahora quedó en 4.900
$ millones.
Tampoco va a ser una tarea fácil para el gobierno alcanzar este 3% de
superávit, pese a que el gobierno espera conseguir un 10% más
de ingresos por impuestos en el 2004. En el 2003, a pesar del aumento de la
recaudación impositiva y del veranito" económico de algunos sectores
que pagaron más impuestos, el superávit alcanzado sólo
llegará a un 2,8%. De ahí que no cabe esperar un aumento de los
ingresos impositivos por el alza de la actividad económica en el 2004.
No obstante, el gobierno anunció un aumento del 35% ($3.300 millones)
en salud, educación y asistencia social para el 2004. Si bien es un aumento
apreciable, resulta muy insuficiente para mejorar sensiblemente los agudos problema
sociales. Pero si, como es probable, la economía se estanca o disminuye
su crecimiento, el gobierno tendrá muchas dificultades para conseguir
este objetivo, y deberá recortar dichos gastos. La eliminación
de algunos impuestos, como el impuesto al cheque es un problema añadido
al gobierno que necesita encontrar otros ingresos o achicar gastos para cuadrar
el presupuesto.
El gobierno de Kirchner no va a aumentar los impuestos a los grandes capitalistas,
sólo quiere que paguen los impuestos y aportes legales (muy achicados
desde la Reforma de Cavallo). Por eso lanzó el plan antievasión.
Pero no cabe esperar grandes resultados del mismo. Los capitalistas conocen
mil y un trucos para evadir impuestos o para "maquillar" las cuentas de sus
empresas. La otra opción es que el gobierno se vea tentado a aumentar
los impuestos y aportes a las clases medias y a los trabajadores, como se anunció
en una reforma presentada el mes de junio que tuvo que guardar en el cajón
por el efecto que pudiera tener en la opinión pública. También
el acuerdo con el FMI compromete al gobierno a reducir a partir del 2005 el
impuesto del 20% al valor de las exportaciones que afecta fundamentalmente a
la oligarquía agrícola-ganadera, que está ganando miles
de millones de dólares de beneficios a costa del hambre del pueblo.
Así vemos que el acuerdo con el FMI en ningún caso va a implicar
sacrificios ni nuevas cargas sobre los grandes capitalistas, los únicos
que no perdieron en esta crisis, pero sí graves amenazas de achique para
el gasto público y los trabajadores.
El aumento de tarifas y las compensaciones a los bancos
El gobierno dice que la firma del acuerdo no compromete a una suba de tarifas
ni a compensar a los bancos por la pesificación. Pero ésta no
es toda la verdad.
En primer lugar, es un secreto a voces que para fin de año el gobierno
autorizará subas en la luz y el gas que ponderarían entre el 8%-10%,
según el nivel de consumo y renta. Además, el gobierno supedita
las subas en el resto de sectores (combustibles, teléfono, agua, etc)
a una negociación con las empresas privatizadas. En todos los diarios
se da por hecho que estas tarifas aumenten un promedio del 9% en el 2004.
Por otro lado, es falso afirmar que los bancos no recibieron ni recibirán
compensaciones por la pesificación de los créditos ni por los
amparos judiciales que los obligó a devolver en dólares una parte
de los depósitos previamente pesificados. Ya durante el gobierno de Duhalde
recibieron varios miles de millones de pesos como "indemnización", lo
que hizo aumentar la deuda pública mediante la emisión de nuevos
bonos. También, a principios del mes de septiembre, el Congreso de la
nación aprobó un decreto autorizando otra "indemnización"
a los bancos por valor de 2.500 millones de pesos. Además los bancos
poseen una parte muy importante de la deuda pública "interna" en bonos,
que no fue declarada en "default" y por lo tanto se está pagando. Son
miles de millones de pesos cada año que van directamente a engordar sus
beneficios. Por último, el gobierno supedita el pago de otros 7.000 $
millones que reclaman los bancos a que haya un fallo judicial favorable a éstos,
con grandes posibilidades de que así sea.
No al pago de una deuda infame y criminal
Desde El Militante nos oponemos frontalmente al pago de la deuda externa. Desde
la dictadura para acá, se multiplicó por 21, hasta alcanzar los
175.000 millones de dólares. La deuda externa fue engordada artificialmente
por los capitalistas argentinos, los militares, los políticos burgueses,
las multinacionales y los organismos financieros internacionales para trasvasar
la riqueza de la nación y el trabajo de la clase obrera a todos estos
parásitos sociales. Todo ello acompañado por una destrucción
del aparato productivo que estimuló una economía especulativa
y financiera que arruinó el país.
Los capitalistas nacionales y extranjeros endeudaron artificialmente al Estado
y las empresas públicas rentables argentinas, compraban los títulos
de deuda y recibían millones de dólares en intereses. La privatización
posterior de estas empresas públicas se hizo por precios irrisorios asumiendo
el Estado argentino el monto de dichas deudas. Se forzó al Estado en
diferentes ocasiones a asumir incluso las deudas de los grandes capitalistas
privados con las cuales el pueblo trabajador no tenía ninguna responsabilidad.
Además, muchas de estas deudas privadas se demostró que eran fraudulentas
con el fin de saquear directamente los recursos de la nación.
Entre 1976 y el año 2000 Argentina pagó en concepto de deuda ¡212.800
millones de dólares!, más que la deuda actualmente existente.
Así, esta deuda infame y criminal ya fue pagada con creces a costa del
hambre, el sufrimiento y las lágrimas del pueblo trabajador. En cambio,
los capitalistas argentinos, en lugar de invertir sus fabulosos beneficios,
evaden miles de millones de dólares cada año, y tienen depositados
actualmente 160.000 millones de dólares en cuentas en el exterior. Sí,
presidente Kirchner, la deuda siempre se pagó, se paga y se pagará
con el hambre del pueblo trabajador.
El capitalismo significa hambre y miseria para las familias trabajadoras. La
única manera de liberarnos de la deuda, de levantar nuevas fábricas,
rutas, reabrir las minas cerradas, construir decenas de miles de viviendas dignas
y confortables, aumentar los salarios de los trabajadores y las pensiones de
los jubilados, crear empleo genuino y dignificar nuestras escuelas y hospitales,
es expropiando a los grandes capitalistas, terratenientes y banqueros, responsables
de habernos llevado a la ruina. Por supuesto esta expropiación debe hacerse
sin indemnización, salvo a pequeños accionistas que carezcan de
otros recursos. Bastante exprimieron ya al pueblo. De esta manera se podría
planificar la economía democrática y armónicamente en beneficio
de la inmensa mayoría de la sociedad.
Sólo un gobierno de los trabajadores que implemente una política
socialista puede llevar este programa adelante. Es la tarea de los sectores
más concientes de los trabajadores, los desocupados y jóvenes
de nuestro país llevar estas ideas al conjunto de la clase obrera argentina
para hacerlo realidad.